El alumni de Periodismo de la Universidad CEU Cardenal Herrera Víctor Romero Galiano relata en esta entrada su experiencia como periodista deportivo. ¡Gracias, Víctor!
Antes de nada, me gustaría que constase públicamente mi más sincera disculpa a Anun por la demora de este texto. Si mi memoria no falla, hace casi un mes que se puso en contacto conmigo. Las ruedas de prensa, las guardias, los actos convocados a última hora, las salidas de tono, más guardias o las destituciones son algunos de los divertimentos en los que a uno se le consume el día a día.
Hablar de mi experiencia es lo más parecido a escribir unas memorias. Algo que, por otro lado, es más propio de aquellos que han vivido una vida tan interesante como intensa, es decir, nada que tenga que ver conmigo. Dicho esto, vamos allá.
Mi experiencia en el grupo Mediapro, concretamente en Gol Televisión y BeInSports se remonta al año 2017. El punto de partida tuvo lugar en LinkedIn (estoy seguro de que esto alegrará notablemente a Elvira García de Torres). Había tropezado con una oferta de trabajo que buscaba diez redactores para diferentes delegaciones de España entre las que se encontraba València.
Me inscribí con la misma esperanza con la que en su día me presenté al examen de Opinión Pública de Jordi Pérez, es decir, ninguna. Por suerte, me equivoqué. Una semana después me llamaron desde Barcelona para convocarme a un casting de televisión.
En ese instante me acordé de Carles González Pitarch, con quien años atrás habíamos hecho varios simulacros y artífice de hacernos perder el miedo a la cámara justo después de escuchar a alguien gritar “¡prevenido!”. Y por eso de forzar un paralelismo futbolístico, se podría decir que ese fue el momento en el que se dio el pitido inicial de uno de los partidos más bonitos de mi experiencia profesional.
En la Comunitat tenemos la gran ventaja de contar con tres equipos de fútbol compitiendo en La Liga, lo que significa que nuestro campo de actuación se limita a los seguimientos de Valencia CF, Villarreal CF y Levante UD.
Durante la semana asistimos diariamente a los entrenamientos de los tres equipos para comprobar la evolución de los jugadores lesionados, así como cualquier otro tipo de imprevistos; cubrimos las ruedas de prensa; llevamos a cabo entrevistas personalizadas con diferentes jugadores para emitir en la previa de los encuentros del fin de semana y realizamos conexiones en directo para los diferentes espacios del canal (El Golazo, GolSports, Los Infiltrados, Directo Gol, etc.).
Eso sí, la parte más divertida responde, sobre todo, a aquello que no está previsto en agenda. El rumor de un fichaje que podría haber aterrizado ya en la ciudad, la salida de tono de Mourinho en rueda de prensa en su visita a Mestalla o las guardias infinitas frente al hotel de concentración de la Juventus en su compromiso de Champions frente al Valencia CF para captar cualquier detalle, por pequeño y nimio que sea, de Cristiano Ronaldo.
Reconozco que durante un tiempo abandoné la idea del periodismo deportivo. No obstante, ya veis. En esta profesión no se puede predecir nada. “La vida te lleva por caminos raros”, que diría aquel.
Precisamente por eso hoy más que nunca, ante la alta competitividad y la devaluación que en ocasiones sufre la profesión, la mejor réplica siempre debe ser la ambición, la continua formación y el deber de sentir la profesión como una responsabilidad y un deber para con la sociedad. Forjarse un sello distintivo y una marca personal.
En eso consiste. Y ojo, que conste. No se puede ser buen profesional sin ser buena persona. Sí, es la típica cursilería que podría comercializar Mr. Wonderful pero es así. El día a día de esta profesión nos expone con mucha frecuencia a situaciones marcadas por el conflicto y la tensión en las que el rigor, la ética y el compañerismo son la única posibilidad de respuesta.
«HOY MÁS QUE NUNCA SE NECESITAN VALIENTES COMO VOSOTROS»
No querría terminar estas líneas sin mencionar a Isabel Forner, compañera de trabajo y amiga con quien en su día compartí pupitre en la Universidad CEU Cardenal Herrera y cuya progresión profesional vislumbro con ojos de admiración y orgullo.
A ella y a mis compañeros de delegación que tan bien me han acogido: Cristina Bea, Mónica Benavent, Darío Muela, Antonio Zanón, Nacho Manzanares, Roberto Cortés y Lucas Barrera. Profesionales como la copa de un pino a los que un día espero asemejarme aunque sea un poquito.
Y ahora sí, voy a cerrar con la frase con la que nos recibió Elías Durán -a quien, por cierto, guardo gran estima- el primer día de clase: “el Periodismo es la profesión de las tres «D»: depresivos, dipsómanos y divorciados”.
Pues bien, enhorabuena a todos aquellos que, pese a ello, seguís copando las aulas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación. Hoy más que nunca se necesitan valientes como vosotros.
Víctor A. Romero Galiano