Llegó temprano, elegante y con sus gafas de sol -claro. Estuvo saludando y recodando -mucho-, seguro. Sonreía y se le notaba que estaba contenta, feliz y a gusto. La comida era a las 14:30 y el resto andábamos cerrando la mañana del viernes (o intentándolo). Su entusiasmo y vitalidad, al verla, nos contagiaba energía. Mª José Lavilla en estado puro.
Ya el «viaje» hasta el restaurante apuntaba que sería una cita divertida. Reírnos más, estando predispuestos a hacerlo, imposible.
Mª José ocupó un silla en la parte central de la mesa. «Los de Periodismo» nos fuimos distribuyendo a su alrededor, atentos a la expresión de felicidad absoluta de nuestra anfitriona.
Se jubila «la maestra». Aquella con la que comprobamos que, en realidad, no sabíamos nada de Lengua. Ni un poquito, la verdad. Aquella madrileña adorable, con la que descubrimos que cada palabra es un mundo y cada frase bien empleada, un universo de significados y matices.
Y allí estábamos, compartiendo un «hasta luego», en torno a un menú, en el que el plato principal no era el arroz -riquísimo, por cierto-, no. Sino una gran cantidad de cariño al por mayor. No en balde, Mª José es de esas personas que se lo ganan a diario.
Comimos, charlamos, recordamos y reímos -mucho. También, por esa complicidad de quienes comparten el amor por la comunicación y el Periodismo. Porque Mª José es una de las nuestras, sin duda.
También por eso, quisimos imponerle nuestra beca, la gris, la de Periodismo. Para demostrarle que ha estado, está y estará en nuestro «bando», el de los «terroristas del lenguaje» a quien ella nos convirtió en amantes de la Lengua, el de los periodistas de la Universidad CEU Cardenal Herrera. Sin más. Que no es poco.
Mª José sigue ahora llena de proyectos y con una energía desbordante. Y seguro, también, con unas ganas infinitas de que la invitemos a que nos eche una mano en cualquier cosa de ésta, que será siempre su casa. Y no dudes que así será, maestra.
¡Gracias, por todo, Mª José!
Te queremos.