#LAReporEnBrasil
Hace ya un mes que acabó la samba. Se terminó el verano eterno, las playas paradisiacas y el agua de coco natural. La vida bahiana. Terminó, como todo lo que empieza.
No sé por dónde empezar y eso que soy periodista. Por fin. Seguramente sea eso, el pánico periodístico al folio blanco. Quizás también sea el miedo a asumir que realmente eres valiente. Por eso estoy aquí.
«Inma Gil, periodista por la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia. Tengo 24 años y unas ganas infinitas de comerme el mundo. Me descubrí en Brasil, 24 años después de nacer. Atrevida, arriesgada y valiente. También triatleta, pero eso ahora no importa».
Todavía no había abrazado a mis padres siquiera cuando, recién aterrizada en Madrid, me tomé un bocadillo de jamón serrano, encendí el móvil y tenía un mensaje de la Vicedecana de Periodismo, Anunciación Ramírez. Me felicitaba, me dijo que siguió en Facebook el viaje de #LaRepor y me pidió por favor contar mi experiencia para el blog del CEU. Le dije que sí, pero que tenía que apagar el móvil de nuevo para volar hasta Alicante y cumplir con mi prioridad nada más llegar a casa.
El abrazo más valorado y deseado
Salvador de Bahía, Brasil
¿Qué?
La mejor experiencia de mi vida, sin lugar a dudas. Eso sí, atrevida, arriesgada y valiente. Y tú también has de ser así para elegir Brasil. “¿Repetirías?” me preguntan. Yo respondo que no, que no repetiría. Pero siempre digo que pienso volver. Y volveré a Brasil porque Sudamérica atrapa y a mí, Salvador, me ha marcado mucho.
¿Por qué?
Todo en la vida tiene su momento. En mi caso, un poco dispuesta a todo, me encaucé en una aventura casi sin pensarlo. Estaba en 4º y último año de carrera, sabía que mi vida universitaria terminaba, sabía que mi vida en Valencia terminaba y tenía que pensar en algo más. “¿Y qué vas a hacer cuando acabes?” Estaba harta de esa pregunta sin respuesta. “Pues mira, todavía no lo sé. Ya se irá viendo o solo se verá”.
Efectivamente, en febrero apareció en mi bandeja de entrada un e-mail, lo abrí y me dije “Inma, ahora es el momento“.
¿Cómo?
(Ni) pensat i fet/ (ni) pensado y hecho. “La oficina de Relaciones Internacionales abre la convocatoria de prácticas del Ministerio De Asuntos Exteriores y Cooperación para realizar un periodo de prácticas de 3 meses en Embajadas y Consulados de España en el mundo”.
Me gustó. Leí las bases del programa y me informé. Exigían estar un mínimo de dos meses en prácticas. Decidí irme tres y así poder viajar uno. Antes de dar un paso, hablé con mi familia. Yo quería Brasil, Salvador de Bahía. Mi madre lo típico “Uy nena, Brasil….madre mía, qué peligro”. Mi padre igual. Hasta que apliqué y, para calmar la situación, dije algo así como “bueno, yo lo pido porque a tiempo de decir que no siempre estoy”.
Pensé que ya que salía de España, debía hacerlo a un lugar no europeo. No quería “lo típico”. Además de aprender un nuevo idioma sencillo y vivir en un verano eterno. Para nosotros, la vida en Bahía es muy barata, por eso sabía que podría embarcarme en viajes mochileros y permitirme vivir allí tres meses. Supe que para ellos, la vida es carísima.
En esta convocatoria, debía seleccionar un mínimo de tres destinos por orden de preferencia. Ese famoso email, muy completo, venía con un PDF adjunto de 20 páginas llenas de destinos europeos e internacionales. Muchos de ellos exigían el idioma o pedían alumnos específicos, gente de Relaciones Internacionales, Periodismo, Derecho, Ciencias Políticas, etc.
Por un momento me vi en la India, Chile o Brasil. Después pensé “Esto es típico que solicitas y se lo dan a los que tienen buen expediente, así que Inma, olvídate “(risas). Cuando me puse seria me dije “Dudo mucho que todas las personas que soliciten estas prácticas estén dispuestos a salir de Europa y mucho menos hayan seleccionado los mismos destinos que yo”.
Y ahí me dije de nuevo “Inma, haz las maletas que empieza la samba”.
El máster mejor pagado. El 18 de Mayo me dio un vuelco al corazón. Me encontraba en la previa a los que eran mis últimos exámenes de la carrera. Para terminar por todo lo alto, vaya. “Inmaculada, ¡Enhorabuena! Te comunico que has sido seleccionada como participante al programa por el CG de Salvador de Bahía”.
Nunca me ha tocado la lotería pero ese día me sentí como los que salen el 22 de diciembre en la televisión. La misma ilusión tonta, sin saber bien qué hacer, reír o llorar, aceptar o rechazar. Llamé a mis padres, a mi pareja y ya empezamos todos con un poco de «cachondeito». Claro que, el destino lo requería.
Sabía que sería una experiencia única y que, además, me iba a diferenciar del resto. Ahora ya puedo decir que estuve tres meses trabajando en el Consulado General de España en Salvador de Bahía. Sonar, suena muy bien pero mejor aún es poder contarlo. Esto lo he vivido yo, lo he sentido yo y nadie más que yo. Lo llamo el máster de la vida, de mi vida.
Con los ojos vendados y un billete directo a Salvador. En junio pagué mi vuelo. Pensé que sería muy caro, carísimo. Pero la verdad es la siguiente, por 450 euros tienes vuelo con ida y vuelta directa. No es ninguna broma, eso existe. Me fui en agosto, con lágrimas en los ojos, aterricé sola y desde el 13 de Agosto tengo una gran familia en Brasil.
Antes de marcharme, la emoción me incitaba a ver fotografías de la que sería mi ciudad de acogida hasta noviembre. Cuando escribes en Google la palabra Salvador de Bahía, seguramente te aparezca lo mismo que a mí: mucho color, el conocido casco antiguo llamado Pelourinho, playas paradisiacas y mujeres típicas bahianas. La venda se te cae y, nada más llegar, abres los ojos.
Auténtico Salvador
Aterricé sin saber muy bien dónde iba. Me explicaron que debía negociar, a mi manera, con cualquier taxista nada más llegar. Todo muy auténtico. Me acogieron en una casa donde se podía estar. Allí vivía una española y dos estudiantes de Sao Paulo. El propio Consulado me puso en contacto con la española. Compartíamos habitación y cama. Vivíamos en una calle larga de edificios altos y seguridad en la puerta. El 70% de Salvador está formado por favelas, chozas y comunidades. Solo un 30% son edificios altos. A veces pensaba que era mejor vivir fuera de ese 30%.
Para sentir el auténtico Brasil solo hace falta acostumbrarse a una cultura diferente y moverte con personas naturales de Bahía. Aceptar lo que para ti es algo raro o poco común, como salir a la calle sin llevar el móvil en la mano o guardar siempre el dinero en la ropa interior, por ejemplo. Las comidas, el idioma y el clima también afectan. Te acostumbras a sentirte observada en todo momento; el 90% son personas de raza negra, eres punto de mira. Sí, es peligroso, solo cuando no sabes por dónde moverte. Has de evitar ir sola de noche. Siempre decíamos que “allí salen de las piedras para atracarte”. También existe la vida de día y la mala suerte.
La vida bahiana es muy sencilla, nada complicada. Igual que nuestro trabajo en el Consulado. Allí aprendíamos cómo funciona todo el trámite español desde bien cercano. Una experiencia diferente, algo que no sabía siquiera que existía dentro de las prácticas universitarias. De hecho, estas prácticas llevan poco tiempo en vigor, creo que dos años.
El idioma, la cultura, viajar por Brasil y conocerte a ti mismo. Una experiencia laboral muy buena pero sobre todo personal. Yo me quedo con eso. Y oye, quién sabe, igual tengo suerte y me llaman para cubrir los próximos Juegos Olimpícos en Río de Janeiro.
No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos
Inma Gil
#LaRepor