El ex alumno de Periodismo de la UCH-CEU Adolfo Gomis relata el maratón de Valencia «sobre el asfalto»

 

Adolfo Gomis Negueroles

«El tiempo no importa. ¿Habéis visto Big Fish?»

Me pide Anun que haga una crónica del maratón del pasado domingo. Yo encantado. Porque me lo pide una mujer a la que admiro en todos los ámbitos y que siempre está cuando la necesitas (esto no es “peloteo”, es una verdad como un templo). Y porque este maratón para mí ha sido muy especial. No solo porque ha sido el primero. Sino porque es la culminación de un año de cambios, tal vez el año más importante de mi vida.

Antes de empezar con la crónica me gustaría hacer una breve, o no tan breve introducción, explicando cómo poco a poco fui absorbido por este deporte.

Empecé a correr hace más o menos un año para despejarme. Sufría mucho de ansiedad, de nervios… Estaba en un momento bastante malo de mi vida. Cuando estás un poco deprimido los médicos siempre te recomiendan que hagas deporte. Y yo me puse a ello.

Al principio eran 20 minutos, después un poco más…pero nunca pensando en hacer ningún tipo de carrera, y menos un maratón. Pero un día a finales de febrero que estaba con Daniel Torres, ex delegado de la universidad, vimos una carrera de 15 km. Ninguno de los dos habíamos corrido esa distancia antes, ni habíamos entrenado para la carrera. Aún así nos apuntamos con la única intención de pasarlo bien. Los dos acabamos la carrera e hicimos muy buen tiempo para no haberla preparado. Esto me llenó de fuerza y empecé a entrenar más días, más kilómetros, los fines de semana… Me enganché al running, como le pasa a la mayoría de personas que prueban este maravilloso deporte.

Runners Ciutat de Valéncia
Runners Ciutat de Valéncia

Otro punto de inflexión fue apuntarme a un club: Runners Ciutat de València. Siempre veía a gente corriendo en grupo por el río y yo lo hacía solo. Así que me dije “vamos a conocer gente a la que le guste esto de gastar suela”. No sé cómo serán el resto de clubs de atletismo pero RCDV es una maravilla. He conocido a gente estupenda en el club. Un club en el que el valor más importante es ayudar al compañero. No importan las marcas que hagas en las carreras, las distancias que recorras…eso es algo secundario, lo que importa son las personas con las que corres. He hecho muchos y muy buenos amigos en muy poco tiempo en RCDV.

Una vez entré en el club empecé con planes de entrenamiento. Yo no sabía ni que existían, pues estaba acostumbrado a correr sin pautas, a lo Forrest Gump. Los entrenamientos previos a un maratón son duros, y exigen muchas horas, mucha dedicación. Pero si entrenas con gente sana, divertida, no son entrenamientos son entretenimiento, diversión. Y de eso en Runners Ciutat de Valéncia tenemos en grandes cantidades.

El día del Maratón

Me levanté a las seis de la mañana. La carrera es a las nueve, pero hay que comer con tiempo para después no tener problemas de estomago, que son tan habituales como desagradables en las largas distancias. Tostadas de mantequilla, mermelada y jamón serrano. Café. Mucha agua. Y, un cigarro. Sí, fumo…

Nada más acabar me visto con las mayas, la camiseta del equipo, el dorsal, las riñoneras, el reloj GPS, los geles, el mp3… Dicen que para correr solo necesitas unas zapatillas y es verdad, pero al final corremos disfrazados como árboles de navidad. Antes de salir de casa le doy un beso a Tron y Rati, mis perros, compañeros de piso y presidentes de mi club de fans. Me miran raro, a ellos no les convence lo de madrugar.

Correr te permite conocer a gente maravillosa.
Correr te permite conocer a gente maravillosa.

Salgo de casa y hace bastante frío, entendiendo por frío lo que entiende un valenciano, es decir, unos 15 grados. Me dirijo a paso veloz al punto de encuentro para las fotos del club, en los juzgados, frente al Museo de las Artes y las Ciencias. Por el camino me voy cruzando con muchos runners y me va subiendo la adrenalina. El maratón son las fallas de los aficionados al atletismo, y todo folclore runner es poco. Al llegar empiezo a encontrarme con amigos del club, de otros clubes, de la universidad, del pueblo… Somos más de 17.000 personas las que vamos a correr el maratón y casi 8.000 los que harán el 10 k. Empiezan las fotos, en un ambiente cargado de alegría y nervios a partes iguales. Vamos a enfrentarnos a la distancia que recorrió el mítico Filípides para salvar al pueblo de Atenas de un fulminante ataque del ejército Persa. Filípides consiguió salvar pero murió, se desvaneció, y es aquí donde empieza la pasión por eso 42.195 metros. Hace más de dos milenios.

Nos dirigimos al punto de salida en grupos. Con aquellos compañeros que van a correr a un ritmo similar al nuestro, para darnos fuerza, para apoyarnos mutuamente. Después de un minuto de silencio por la barbarie de París dan el pistoletazo de salida. Ya no hay vuelta atrás.

Cuando empiezo a recorrer los primeros metros me sorprende ver entre el público a mi ex novia Raquel. Ella fue la que me convenció de que me apuntara al maratón, la que me empujó cuando más lo necesitaba. Cuando me incitó a hacerlo yo no tenía confianza ninguna en mi persona, y no creía que pudiera conseguirlo. Aún así me apunté. Cruzamos la mirada y ambos sabemos que la lucha ha sido dura y que tendré que poner toda la carne en el asador.

Los primeros kilómetros estoy fresco. Lleno de emoción. Me siento ligero. Corro con una sonrisa en la boca junto a Paco, Isaac, Nelo, Mar, David el “Piraña”, Pau… Nada nos puede detener, hemos entrenado juntos y acabaremos la carrera juntos. Cuando uno se sienta débil el grupo tirará de él. Disfrutamos del ambiente. Las calles están llenas de gente que ha salido a animarnos. Valencia es un ciudad bonita, pero lo que más bonito hace sus calles es su gente, que se ha volcado en este evento.

Adolfo, con paso firme, por las calles de Valencia.
Adolfo, con paso firme, por las calles de Valencia.

A medida que van pasando los kilómetros me voy encontrando con familiares y amigos. En el kilómetro 15 me topo con Paco y con María, que pese a no correr la carrera conmigo han estado animándome en todo momento a lo largo del año. Cada vez que me he caído al suelo y no he tenido fuerzas para levantarme ellos han estado para levantarme. Ellos me han ayudado a recuperar la confianza, a perder el miedo a vivir, me han enseñado que el secreto de la felicidad reside en vivir sencillo. Les guiño un ojo dándoles las gracias por todo, y sigo corriendo, todavía quedan muchos kilómetros pero sé que ellos creen en que lo conseguiré y esto me llena de energía.

Cuando voy por el kilómetro 20, más o menos, a las 2:06:00 anuncian que se ha batido el record del circuito, es decir, que ya ha llegado el primer maratoniano…y a mi ¡todavía me queda la mitad de la carrera! Pero aquí no hemos venido a batir ningún record, hemos venido a superarnos a nosotros mismos, a crecer como personas. A demostrarnos que podemos.

Adolfo ha preparado el maratón durante meses.
Adolfo ha preparado el maratón durante meses.

A partir del kilómetro empiezan a doler un poco los músculos y cuesta mantener el ritmo, pero no puedo parar, son meses preparando la carrera. Pese a estar sufriendo físicamente en mi cabeza solo hay cosas bonitas. Pienso en mi sobrina de 4 años y en que le he prometido que voy a ganar la carrera, sé que al final nos darán una medalla y es para ella. Pienso en mi madre, en mi hermana, en mis primos…no sé si al final han podido venir, pero no importa. Los llevo a todos en mi corazón, dan cada paso conmigo.

Llegando al kilómetro 32 empiezo a desfallecer, pienso en que no puedo más, quiero tirar la toalla, no puedo en más. Siento rabia, pero me faltan las fuerzas. Y de repente distingo entre el público a mis mejores amigas: Silvia Palomino (que además va a ser la primera alumna del CEU en cursar las tres carreras de comunicación). Me dijo que no iba a venir porque estaría en Madrid. ¡Pero ha venido! ¡Qué locura, qué sorpresa! Silvia siempre me anima en todo, siempre tiene una frase bonita en un momento malo, porque vive para hacer feliz a los demás. Al verla me acuerdo de que yo puedo con todo porque “uso protector solar”, para que la vida no me acabe quemando. Así que sigo corriendo. En realidad solo quedan 10 kilómetros, y puedo, sé que puedo.

En los últimos kilómetros ves a mucha gente retirarse. Intentas ayudarles con un pequeño empujón. Algunos consiguen continuar, otros se rinden. Es una carrera muy dura, y los últimos kilómetros pueden ser una autentica pesadilla.

Sigo avanzando a un ritmo un poco más lento para dosificar fuerzas, para que no me exploten los músculos, pero no paro, tengo que llegar a la meta. Cuando voy a llegar al kilómetro 39 sé que me voy a encontrar con el equipo de animación de mi club y esto me llena de energía. Cuando veo a la “marea amarilla” gritándome no puedo evitar correr más rápido. Curiosamente este es el kilómetro en el que más rápido fui, a un ritmo de 4:20 el km, y eso que era casi el final.

Correr es también disfrutar de los tuyos animando
Correr es también disfrutar de los tuyos animando.

Los últimos tres kilómetros son preciosos porque sabes que la meta está cerca. Y te limitas a disfrutar de la gente animando. De la música que llevas puesta. De la gente con la que compartes las últimas zancadas. No los conoces, pues el grupo se acaba separando, pero te unen esos últimos metros del maratón y eso es mucho.

La meta está en el Hemisfèric, sobre el agua. No puedo imaginar otro sitio más bonito de la ciudad para acabar la carrera. Cuando me quedan pocos metros suena en mi mp3 “The Man on the Moon” de REM. Esta canción es muy significativa. “¿De verdad crees que el hombre llegó a la luna?” Dice la letra. El hombre es capaz conseguir lo que quiera, si cree y ama lo que se propone.

Cruzo la meta, he llegado. Y está toda mi gente: mi madre, mi sobrina y mi hermana, mi tía Gisela, mis primos, Marco, Silvia, María, Paco, Lucía, Dani… Han venido todos a verme a la meta, es una fiesta, porque en todo momento creyeron en mí, aunque yo no lo hiciera. Me dirijo directo a mi madre, quiero abrazarla. Y ella me susurra al oído: “ves como sí que sí que ibas a conseguirlo”. Y no le digo nada, le doy las gracias en silencio por haber creído siempre en mí.

¿El tiempo? 3:33:03. Muy bueno para ser la primera. En un principio tenía planeado hacerla en 4 horas.

Pero el tiempo no importa. ¿Habéis visto Big Fish?

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