Cuando me preguntan qué haces en Bangkok, la respuesta se remite al 2007. Es cierto, a hace 10 años, cuando aquel septiembre me embarcaba en lo que fue una de las experiencias más increíbles de mi vida. Era mi quinto año de Periodismo y el coordinador del Erasmus de mi facultad, por aquel entonces Juanjo Bas, me aconsejaba irme el último año de estudios y me orientaba entre asignaturas, trimestres y convalidaciones. Destino preferido: Ghent, la tercera ciudad más popular de Bélgica. Recuerdo que costó bastante conseguir un convenio entre facultades, pero la insistencia y las ganas de ir para allá, más, el trabajo de Bas, ayudaron a que yo y unos cuantos más pudiéramos irnos al núcleo europeo. La elección tan persistente, bien sencilla, a mis 20 años hice el Interail (un regalo de mi padre por cumplir cierta edad) y la parada en aquella ciudad me hipnotizó, tenía que volver en algún momento de mi vida y así lo hice, 2007 y 2008 los pasaba, académicamente, en Ghent. Aquello era centro Europa, en una ciudad culta, gris, lluviosa, estudiantil…conocí a muchísima gente, me abrí a nuevos horizontes, aprendí inglés (sí, lo aprendí a hablar, a interactuar y a examinarme). Aún así, tras muchas salidas, cenas, clases, esfuerzo, fiestas y sobre todo vivencias, volví a casa con un nivel de inglés básico y en despegue.
Me tenía que examinar de una asignatura más en Septiembre, aproveché e hice unas prácticas en Europa Press. Llegaba el final del año, de las prácticas y me sumergí en otra experiencia vital más. Me iba a Edimburgo, a seguir mejorando mi inglés; Valencia, por entonces, se me quedaba pequeña. Ya cuando había vuelto y estaba trabajando en la agencia solo tenía en mente el irme donde fuera, el visitar a amigos que había hecho y que vivían por Europa y sobre todo, la necesidad de tener un correcto inglés tanto a nivel personal como profesional.
Pasaba unos 10 meses en Escocia trabajando de camarera en un restaurante y una agencia de trabajo temporal. Tras el verano la ciudad se había plagado de españoles y me agobiaba el cruzarme con alguien que hablara en castellano y te interrumpiera tu mejora y/o fluidez inglesa. Así que de vuelta a casa, sin más, el objetivo estaba medianamente conseguido. ¡Pensaba en inglés! Ahora sí, volví con mi familia para navidad, al frío valenciano –y no tan frío-. Y otra vez, sin ubicarme, sin saber qué hacer, con la necesidad (y ganas) de experimentar algo más allá, metida en una relación que no iba muy bien, decidí, muy a pesar de mi familia, irme a Nueva Zelanda. Allí, cursaría un Master en Marketing Internacional, una buena universidad al sur del país, me llamaba la atención para el abril del 2010 comprar un billete e irme a las antípodas.
La experiencia volvía a ser, realmente increíble. Sin embargo, una vez matriculada y asistir a clases durante un mes y medio, el sistema educativo dejaba mucho que desear y su convalidación con el resto del mundo era casi imposible. Así que, un viaje a Sydney, una caída en paracaídas desde 12.000 pies y un balanceo a 160km/hora: adrenalina pura y dura, me convencieron para quedarme en aquel país el tiempo que fuera necesario. Y así lo hice. Trabajé duro durante un año y medio, entre 10 y 13 horas diarias, compaginaba el trabajo en un hotel, en un restaurante, dando clases de inglés, cuidando niños y, de vez en cuando, en un albergue con unos amigos. Al cabo de un tiempo, aminoré el ritmo laboral, que junto a la vida social en Dunedin, acababan conmigo pasado el día.
Llegué a hacer tal esfuerzo con el propósito de irme a recorrer, unos seis meses, el Sureste Asiático. El destino, pillaba camino a casa… Viví dos años en Nueva Zelanda, un mes en Bali y otro mes recorría Tailandia para enlazarlo con Laos, Camboya y Vietnam. Pero me quedé en el camino… Paraba en Bangkok a mediados de marzo de 2012 para visitar a un amigo que había conocido cinco años atrás, en Ghent. Me encontraría con él en una cena que tenía con las compañeras de trabajo y los jefes. Una breve conversación con su jefe, terminó en una oferta de trabajo para un cargo muy interesante. En una empresa en expansión, había un puesto a la espera de encontrar a la persona adecuada para organizar eventos, viajar, asistir a congresos y ferias, crear stands, editar una revista contactando con clientes, técnicos, profesores y profesionales del sector. En fin, promocionar la empresa y sus productospara alcanzar, de esta manera, los objetivos marcados por la dirección. Blue Aqua International me abría las puertas para desempeñar un trabajo próspero y atractivo. Sin pensarlo dos veces, interrumpí mis planes de viaje y, antes de empezar la vida laboral en Tailandia, volví a casa un mes entero.
Ahora, unas tres semanas después de estar trabajando en Bangkok, solo puedo decir una cosa: este trabajo está hecho para mí. El resto, ya lo sabéis.
Tu si que vales. Te conoci de organizadora del 50 cumpleaños de tu padre y ya tenias mucha madera.
Un abrazo y mucha suerte
Paco
HOLA SILVIA, SOY EL «PRIMO» CANARIO DE TU PADRE. SIENDO SU HIJA, NO PODIA FALTAR ESE ALMA AVENTURERO QUE TAMBIEN POSEE TU PADRE.
AL MISMO TIEMPO TIENES UN CURRICULUM ENVIDIABLE (SOBRETODO POR EL SACRIFICIO Y ESFUERZO POR CONSEGUIRLO).
SIN QUE QUIERA ACTUAR DE «CELESTINO», (YA SABES COMO SOMOS LOS PADRES), MI HIJO MAYOR (ABEL). TAMBIEN LE OBSESIONABA EL INGLES Y SE FUE A ESTUDIAR BELLAS ARTES EN BRISTOL (INGLATERRA). EL MUY CABRITO NO TERMINO (SOLO HIZO UN CURSO), PERO VINO CON UN BUEN INGLES, EL QUE LE HA SERVIDO PARA ENCONTRAR LOS DIFERENTES TRABAJOS QUE HA REALIZADO. TAMBIEN TUVO UNA EMPRESA DE EVENTOS, (DESFILES EN DISCOTECAS, FIESTAS EN BARCOS, ETC. ETC. ) ES UN BUEN RELACIONES PUBLICAS, PERO NECESITA ALGUIEN DE TU EXPERIENCIA PARA MADURARLE SUS INQUIETUDES. LO QUE TE QUIERO DECIR QUE SI CONSIDERAS IMPORTANTE COMUNICARTE CON EL, TE FACILITARIA SU CONTACTO. EL NO SABE NADA DE LO AQUI COMENTADO, PERO SI LO CONSIDERAS INTERESANTE, SE LO DIRIA.
UN BESO PARA TI Y UN FUERTE ABRAZO PARA TU PADRE Y CARMEN (SU NOVIA).