Grietas en la fachada

Uno de los éxitos que permiten entender la existencia y aparente imbatibilidad parlamentaria del gobierno de coalición PSOE-UP es el de haber logrado imponer en el espacio público una imagen del escenario político determinada, que usan y reproducen tanto los medios de comunicación como las redes sociales.

Bandera de España

Esa imagen se sienta en cuatro proposiciones:
  • Nos gobierna una coalición de naturaleza progresista
  • Este gobierno de coalición mantiene una relación antagónica con lo que se describe como “las derechas”
  • Esa coalición cuenta con una sólida mayoría parlamentaria que le permite gobernar sin alternativa en el actual Parlamento ( de donde se sigue que la Legislatura será larga y se pretende que no sea la única)
  • Que la base sobre la que se apoya es estructuralmente mayoritaria, lo que abre la posibilidad de una “era progresista”.

Aunque la mayor parte de la ingeniería política que se halla detrás de esta construcción, y buena parte de la política de comunicación correspondiente, son de factura «Sánchez», la parte de relaciones públicas y construcción del correspondiente imaginario son de factura «Iglesias».

No debe extrañar, a estas alturas es claro que la única posibilidad ,a corto plazo, de conseguir un cachito de cielo para UP es la continuidad de la situación imaginada. Que, dado que cobija una imagen de mayor «progresismo» para UP, no cabe descartar la posibilidad de que, en el futuro la fuertemente desigual sociedad que la coalición configura acabe por tener una relación social más equilibrada. La manifestación pública de diferencias en la coalición corre a cargo mayoritariamente de Iglesias, y no por casualidad. La falta de solidaridad gubernamental – a veces la deslealtad pura y simple – dista mucho de ser irracional. Por eso es constante.

Formación de gobierno

Por debajo de tan brillante fachada los hechos son algo distintos, y todo apunta a que van a serlo aun más en los días que vienen. El primer hecho básico es que la coalición sólo cuenta con 155 votos sobre 350 en el Congreso, muy lejos de los 176 que dan la mayoría absoluta. A ellos se pueden sumar sin dificultad los dos escaños de Más Madrid: 157. A partir de ahí es necesario recurrir a otras formaciones políticas para allegar los votos necesarios. Esos votos pueden proceder de otro partido de ámbito nacional, descartada la extrema derecha eso significa PP y/o C’s.

Diferentes posibilidades

En principio la opción «gran coalición», de la que puedes conocer más en este post, no es viable no porque haya grandes diferencias en políticas públicas entre PSOE y PP ( hay diferencias , pero insalvables no son), sino porque no interesan a las direcciones de ambos partidos por motivos no demasiado disímiles ( falta de precedente, inercia bipartidista, prevención frente a la competencia de sendos partidos más radicales en un espacio político mas bien común, etc.).

La segunda posibilidad: PSOE/C’s tiene el inconveniente de que por sí sola no suma ( daría 167 escaños ) y requeriría algún complemento adicional, pero, sobre todo, cuenta con la hostilidad radical de UP, en parte por motivos históricos (C’s es el inesperado que, capturando el voto de las clases medias urbanas ,hace fracasar el proyecto populista original de UP), en parte porque la coalición socialista-liberal, de darse , contaría con posibilidades de éxito y arruinaría el proyecto de destruir el odiado “régimen del 78” a favor de una democracia iliberal, versión populista. El resultado es la necesidad de contar con el apoyo de toda o parte de la miríada de partidos de defensa de la periferia con escaños en el Congreso.

Como todos ellos son de escasa representación, para asegurarse la mayoría es necesario sumar a los tres partidos de la mayoría otros varios. Hacerlo en presupuestos es factible: no hay mas que dar una respuesta al «¿Qué hay de lo mío?» en cada caso. Hacerlo en otros asuntos es harina de otro costal.

Diferentes opciones en los pactos

Gobierno de coalición 

La coalición gobernante necesita asegurarse como mínimo los seis votos del PNV, los cuatro del PDeCat, el de Compromís, lo que la daría 168 votos, una mayoría relativa integrada por seis partidos, de los cuales sólo uno, el PNV, tiene ligamen con alguno de los partidos de la coalición (el PNV gobierna en Vitoria en alianza con el PSE). En el pasado el rol de complemento lo venía a cumplir el nacionalismo catalán, empero su radicalización hace problemática su incorporación a la mayoría, además ese nacionalismo ya no está hegemonizado por un solo partido, en el Congreso eran tres y ahora son cuatro y sólo uno (ERC) tiene una representación considerable (13 escaños). El resultado es que sólo con ERC la coalición no tiene asegurada la mayoría, y sin Esquerra casi asegura una mayoría hostil.

Si se tiene en cuenta lo dicho se comprende sin dificultad la práctica gubernamental de ningunear al Congreso siempre que puede: el hemiciclo de la carrera de S. Jerónimo es una habitación poco confortable en la que para cada votación hay que negociar tanto apoyos como abstenciones y el resultado nunca está seguro.

Del hemiciclo al Parlamento de Cataluña

Así, nos rige un estado de alarma de seis meses claramente inconstitucional, porque el Gobierno no ha querido repetir la amarga experiencia de la pasada primavera de verse en la necesidad de negociar los votos necesarios cada quince días, sin ir más lejos.

Ahora bien, el jugar con el calendario no altera ni un milímetro la situación inicial, y repetir la hazaña de los presupuestos (una mayoría integrada por al menos once partidos) no es sencillo cuando no hay cromos que repartir. Tarde o temprano la realidad se abrirá paso al efecto de ocupar el lugar que le corresponde en la imagen, inevitablemente los hechos se abrirán paso y acabarán por aparecer en la fachada.

Eso es, exactamente, lo que ha sucedido la última semana de enero: en la Diputación Permanente el Gobierno pierde nada menos que cuatro votaciones seguidas y se libra de una derrota clamorosa en el Pleno nada menos que en la cuestión de la gestión de los 140.000 millones que tienen que venir de Bruselas porque, contra pronóstico, los ultras de Vox se abstienen en la votación y le salvan el día al Gobierno de la coalición antifascista. Que, además, saca adelante la ratificación del Decreto-Ley (de legitimidad constitucional dudosa) con el voto de lo más parecido a un partido fascista que hay en el Congreso: EH-Bildu.

Hay grietas en la fachada.

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