Iván Calatayud estudia Periodismo y el título de Experto Universitario en Periodismo Deportivo en la Universidad CEU Cardenal Herrera. En esta entrada nos relata su día a día de confinamiento. Lo que Iván no cuenta es lo mucho que le «agobio» en su desempeño como delegado de 2º curso, para asegurarme de que toda la información les llega a sus compañeros. ¡Gracias, Iván, por todo!
Ahora, pasen y lean.
Yo estoy solo. Vivo solo desde hace cuatro años. En un día de clase, voy a todas. El aula es un edredón y un ordenador portátil. Y bueno, así es más fácil, claro. A veces, acompaño con leche y galletas. No lo hago siempre, porque sé que esto se acabará y no quiero acostumbrarme (aunque sé que ya es tarde).
Acaban las clases y me toca levantarme. Comprar o limpiar, esa es la cuestión. Cada día toca uno y ese ciclo constantemente. Nunca pensé que lo diría, pero la rutina ayuda.
Son las 13:00h. y ya estoy libre. Bueno, tengo que leer, estudiar, hacer ejercicio, tocar el ukelele, cocinar, escribir, ver un par de series y escuchar un podcast de baloncesto que llevo al día, pero estoy libre.
Pruebo a cocinar algo más elaborado y original, pero la encimera acaba llena de tomate, de aceite y de salsa de soja, que ni siquiera sé cómo ha llegado ahí, porque no la uso desde 2018, de perejil… La próxima vez me hago una pizza.
Limpio y friego antes de comer, porque luego me da pereza. Cuando voy a probar mi delicioso y nuevo manjar, ya está el plato frío. No pasa nada, porque de 14:30 a 16:00h. aparecen los rayos de sol por la ventana del comedor y tengo que aprovecharlos.
Me tumbo con mi manta y el libro dispuesto a leer: «Capítulo IV, Larra y la libertad…». Me despierto dos horas más tarde. La próxima vez leo en el escritorio.
Ejercicio (un poco), ukelele (un poco), estudio (un poco)… Me apetece bailar, pero ya no son horas. Tengo la Wii abandonada. Después de ducharme, voy a volver a cocinar. Quería algo ligero -de verdad-, pero con tanto ajetreo se me ha olvidado que necesitaba alimentarme. La próxima vez, meriendo.
«Mientras tenga cosas por hacer, seguiré sintiéndome libre entre cuatro paredes».
Acabo de cenar y socializo, dando vida al taciturno «yo» que ahora vive conmigo. No hasta muy tarde, porque duermo fatal. Y ya a medianoche me entra el sueño. Me apetece aprender a coser, leer sobre cosas nuevas y ver 300 documentales, 700 películas y dos series (soy un poco exquisito para las series).
Pero es imposible aglutinar esa cantidad de planes en 24 horas. Pienso que la próxima vez me organizaré mejor, pero si lo hiciera y consiguiera hacer todo lo que me apetece, quizás empezaría a sentirme como realmente estoy: solo, encerrado y en un bucle constante.
Lo he pensado dos veces: mañana cocinaré, me dormiré sin querer y no merendaré. Mientras tenga cosas por hacer, seguiré sintiéndome libre entre cuatro paredes.
Por cierto, Iván, Cala, es un «artistazo», también.