Hablando con Susana Sanz sobre «El Brexit». CEU views nº36

Compartimos esta noticia sobre «EL BREXIT»  extraída del nº36 de CEU Views verano 2017.

A finales de marzo se inició el proceso de desconexión del Reino Unido de la Unión Europea, abriendo un periodo de dos años de negociaciones, que ha comenzado siendo muy tenso. Este proceso, inédito en la historia del Viejo Continente, abre muchos interrogantes sobre sus implicaciones políticas, sociales y económicas. Hablamos con Susana Sanz, Catedrática de Derecho Internacional, para intentar esclarecer algunas incógnitas del brexit.

El artículo 50 del Tratado de Lisboa se formuló para no ser usado, en palabras de algún diplomático.

¿Es un problema no haber previsto con detalle la salida de un país de la UE?

Esa es una buena frase. Efectivamente, muchos pensábamos que el proceso de integración europea era irreversible para todos aquellos Estados que participaban en él. De hecho, los tratados constitutivos no decían una palabra de la posibilidad de renuncia unilateral por parte de un socio comunitario. Ni tampoco hubo una referencia a esta posibilidad en las sucesivas reformas, nunca hasta el Tratado de Lisboa, en 2009. En cuanto se ha puesto negro sobre blanco la posibilidad de salida, el Reino Unido ha activado un mecanismo, el del artículo 50 que, en mi opinión, no puede decir más de lo que dice. Se trata de la retirada de una organización de integración, supranacional, a la que el Reino Unido ha ido
cediendo competencias soberanas durante los últimos 44 años. El procedimiento de desconexión de una entidad así no puede preverse al detalle ni en una disposición, ni en dos, ni en cien.

¿Cómo ha llegado Reino Unido a pedir su desconexión de la UE?

Difícil saberlo para alguien que estaba convencida de que en Reino Unido ganaría el ‘sí’ a la permanencia.

Aunque no tengo tan claro que ganara el ‘no’. Los resultados fueron muy ajustados; más bien demostraron que el país estaba dividido en dos mitades, entre los partidarios de la retirada y los de la permanencia. No hubo realmente un ‘no’ rotundo a la UE y, además, las
estadísticas y estudios posteriores han demostrado cómo fue en el mundo rural y entre personas mayores donde se concentró el ‘no’ a Europa, y cómo las ciudades y los jóvenes votaron a favor de la permanencia.

¿Era previsible lo que iba a pasar?

No debemos olvidar que Reino Unido siempre ha sido un socio peculiar de las CCEE, primero, y de la UE, después. Declinó la invitación a ser miembro originario de la CECA, impulsó la EFTA como modo de intentar crear un área europea de libre comercio propia, ingresó en las CCEE en 1973 a regañadientes y blandiendo su singularidad. Desde entonces, a menudo ha manifestado y defendido ideas diferentes a las del resto y ha conseguido regímenes especiales (el English check, cuya devolución a Londres consiguió
Margaret Thatcher, el Protocolo social del Tratado de Maastricht a 11, en lugar de a 12 miembros, la no participación ni en los Acuerdos de Schengen ni  en el euro…). Ha habido muchas ocasiones que quizá deberíamos haber tomado como señales de advertencia, pero, como se iban superando a costa de ir aceptando la desvinculación británica, no le vimos las orejas al lobo. Estamos viendo en la prensa que se puede optar por un “brexit duro” o un “brexit blando”.

“las personas mayores y del mundo rural fueron quienes más votaron ‘no’ a Europa. la gente joven y de las ciudades votó a favor de la permanencia”.

A finales de marzo se inició el proceso de desconexión del Reino Unido de la Unión Europea, abriendo un periodo de dos años de negociaciones, que ha comenzado siendo muy tenso. Este proceso, inédito en la historia del Viejo Continente, abre muchos interrogantes sobre sus implicaciones políticas, sociales y económicas. Hablamos con Susana Sanz, Catedrática de Derecho Internacional, para intentar esclarecer algunas incógnitas del brexit.

¿Qué implica cada uno de ellos?
Es verdad que se habla de estos dostipos de brexit, pero no creo que se tenga muy claro qué significa o qué contiene cada cual. Por aventurar algunas ideas, un “brexit duro” quizá se definiría a través de la expresión out is out, es decir, la desconexión y ruptura total con todo lo que ha sido la participación del Reino Unido en las instituciones comunitarias en las últimas décadas.

El “brexit blando” implicaría una posición más pragmática, esto es, que el Reino Unido pudiera seguir manteniendo alguna vinculación en cuestiones que pudieran ser de interés para ambas partes, mediante negociaciones ad hoc, sector por sector. Pero es de ahí de donde pueden venir también los desencuentros. Londres parece entender que el “brexit blando” le garantizaría mantener lo que desea seguir manteniendo, es decir, la libre circulación de bienes y capitales (una prioridad para la City), pero sin estar sometido a ninguno de los “inconvenientes” comunitarios (libre circulación de personas, políticas de migración y asilo, obligatoriedad de cumplimiento de las sentencias del Tribunal de Justicia
de la UE o contribución al presupuesto de la UE).

¿Cuál es el peor escenario posible para los españoles residentes en Reino Unido, aproximadamente unas 200.000 personas?

Que no se respeten sus derechos adquiridos, que tengan que solicitar permisos de trabajo  residencia, pese a estar ya establecidos en dicho Estado desde hace años, que no se les garantice una igualdad de trato en su acceso al mercado de trabajo, a condiciones laborales justas, a beneficios sociales, acceso a la vivienda, a la sanidad, a becas y estudios… Pero descarto un escenario tan funesto. Lo que pueda ocurrir con los que se desplacen a partir del brexit… eso ya es otra cuestión. Posiblemente reciban un tratamiento diferente y menos ventajoso.

“en el momento actual se da una conjunción de factores que no animan al optimismo, pero
la Unión europea sabe resurgir siempre de sus cenizas”

¿Somos conscientes los europeos de lo que implica la salida de Reino Unido de la UE?

Empezamos a serlo, aunque el presidente de la Comisión, Juncker, se está encargando de tranquilizar a la opinión pública europea con sus declaraciones. Creo que es muy acertada esta política, con la que intenta quitar hierro al asunto, normalizar las cosas, tratarlas
con serenidad, pese a que nos encontremos ante una situación a la que el continente no deseaba llegar.

La vida seguirá. La UE seguirá su camino y pronto, esperemos, creciendo y profundizando en su unión. Europa siempre ha crecido y se ha crecido en las épocas de crisis. Es verdad
que en el momento actual se da una conjunción de factores que no animan al optimismo, pero la UE sabe resurgir siempre de sus cenizas. El brexit abre un frente interno
con Escocia, que votó a favor de permanecer en la UE y que ha pedido un nuevo referéndum sobresu independencia.

¿Podría llegar a  ingresar Escocia en la UE?

Primero Escocia tendría que conseguir su independencia del Reino Unido, cosa que no veo tan clara. No se puede andar convocando referéndum de independencia periódicamente hasta que la población diga que sí y no hace ni tres años que Escocia votó por su permanencia.

Claro que lo hizo, en parte, porque sabía que si no, Escocia dejaría de ser parte de la UE y los escoceses se sienten profundamente europeos.

En todo caso, el proceso sería largo para Escocia: primero, declaración de independencia aceptada por el Reino Unido y, a partir de ese momento, presentación de candidatura de
ingreso en la UE, es decir, en ningún caso habría un ingreso automático, se tendría que poner a la cola, demostrar el cumplimiento de los requisitos de Copenhague… Nada imposible, pero sí muy largo y difícil.

¿Cuáles son los puntos clave de la negociación que ha comenzado?

Recién iniciadas las negociaciones entre Reino Unido y la UE, son varios los temas que deberán tratarse. Quizá el más destacado sea el que afecta a las personas: el estatus de unos tres millones de ciudadanos europeos no británicos que ya residen en el Reino
Unido (las cifras no son oficiales) y el de 1.200.000 británicos que residen en otros países de la UE (cifras estimadas).

También se negociará el tratamiento de los que se quieran desplazar en ambas direcciones en los próximos años (permisos de trabajo, residencia, visados, derechos en materia de educación, sanidad…).

Otro problema es el futuro de las empresas europeas radicadas en el Reino Unido y de los bancos, una vez que la libre circulación de capitales y servicios termine. Los aranceles aduaneros que se cobrarán a los productos de la UE que pretendan colocarse en el mercado británico, y viceversa, serán un punto relevante de las negociaciones. También lo serán la lucha contra el terrorismo y contra las mafias, la cooperación policial y la cooperación judicial.

 

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