El programa de PODEMOS. Por Manuel Martínez Sospedra.

«La publicación del borrador del programa económico de PODEMOS ha desencadenado un océano de críticas, por lo general tanto más radicales en su expresión cuanto más próximo a posiciones neoliberales se halle el crítico. Podríamos entrar en la materia señalando que en pocos puntos el borrador se halla en sintonía con radicales tan peligrosos como los señores Junker o Stitglitz o con organismos tan reputadamente marxistas como el FMI .Concebido como documento para la discusión el texto tiene mucho de interesante y , a mi juicio, una buena parte de su contenido podría, y aun debería, ser asumido por cualquier formación socialdemocrática, si bien en este caso sería exigible como condición previa pronunciar dos de las tres palabras más difíciles de pronunciar del castellano, a saber: “Me equivoqué”. Pero no es de eso de lo que  quiero hablar, sino de cómo el procedimiento empleado para la confección del programa nos remite a un decisionismo que no por pragmático deja de ser schmittiano. Veamos.

Presentación del documento económico de Podemos junto a economistas y miembros de la formación. //Fuente: El Mundo. Edición Digital. En: www.elmundo.es //Autor: A. DI LOLLI

Si dejamos de lado algunos documentos sobre asuntos concretos adoptados en la sesión constituyente del partido, el programa de PODEMOS se está elaborando de modo sectorial, de un lado, y mediante el expediente de tomar como punto de partida papeles encargados a expertos, del otro. Es cierto que ese modus operandi se está vendiendo muy bien: nos dirigimos a los expertos (afines of course) para que ellos nos guíen en la determinación de los contenidos políticos que conformaran nuestra oferta electoral, optamos así por el conocimiento y los técnicos, luego someteremos a debate público los borradores consiguientes y, oídos los participantes, procederemos a la redacción final. Una afortunada mixtura de tecnocracia y democracia deliberativa que producirá proyectos que, en su momento, serán elevados a la dirección para que esta, sabia y prudente, decida. Obsérvese que en el procedimiento se recurre a personas de fuera del partidos para que en su condición de especialistas elaboren el documento-base, texto que debaten y en su caso modifican los partícipes ( que pueden ser miembros de partido-movimiento o no) y que el fiat de la dirección convertirá en documento oficial del partido. Lo que no hay es un conjunto de directrices previas fijadas por el partido que, desde una perspectiva de conjunto, global, fije las líneas generales de la oferta política que se pretende  dirigir a los ciudadanos en las legislativas.

El procedimiento, tal y como se está instrumentando, implica que el partido carece de un pensamiento de  gobierno propio y que, para dotarse del mismo, recurre a la abierta y pública deliberación de expertos y ciudadanos que le digan al partido que es lo que tiene que ofertar. Como no existe un diseño previo de conjunto el procedimiento sólo puede usarse como se esta usando: en porciones, como no existen directrices previas si el debate es libre (lo está siendo) y la base social de la formación es pluralista es inevitable que aparezcan antinomias y contradicciones entre los distintos documentos. No hace falta ir muy lejos: el borrador de programa económico da por supuesto que la escuela concertada pervivirá en tanto que una de las resoluciones del pasado proceso constituyente acordaba su supresión.

Naturalmente aunque el programa se elabore como llevamos diciendo no puede terminar así, porque si lo hiciera el documento final estaría minado por un piélago de incongruencias y habitado por una archipiélago de contradicciones, con lo que constituiría un arma de destrucción de la oferta del partido de singular potencia. Además, y sobre todo, si las cosas quedaren así PODEMOS sería incapaz de cumplir con una de las funciones nucleares de cualquier partido: formar propuestas políticas consistente mediante la agregación de demandas y jerarquización de intereses, y eso es algo que, naturalmente PODEMOS no va a hacer.

Con lo cual llegamos a la hora de la verdad: la misión de ordenar en un conjunto coherente el conjunto de demandas que la deliberación pública de los documentos sectoriales proporciona corresponde a la dirección del partido. Es esta, y no la deliberación pública, la que ordena, armoniza y jerarquiza, la que da la coherencia y unidad que permiten hablar de una oferta política unificada y no de una macedonia de propuestas. Mas como la intervención en cuestión se hace sin indicaciones  previas y a posteriori, sin estar ella misma sujeta a la pública deliberación ciudadana resulta inevitable concluir que la definición de la oferta política de PODEMOS se efectúa según criterios de la dirección, en la deliberación tan ausentes como desconocidos, y por la sola voluntad de esta. Es el complejo formado por el secretario general, el consejo de coordinación y el ciudadano, bajo la dirección del primero como es natural, la que a la postre define cuál va a ser la decisión final, la oferta política.

Que la decisión formal sobre el programa definitivo sea una decisión autoritaria según criterios previamente no conocidos y solo a posteriori cognoscibles no es una aberración. Corresponde exactamente con el lo que cabría esperar del modelo organizativo,  participativo, inclusivo, abierto y deliberativo en la forma, exclusivo, cerrado y autoritario en el fondo, que PODEMOS ha decidido para su ordenación interna. También aquí es válida la vieja observación oriental: ‘El Imperio de En Medio se gobierna por mandato del cielo’.»

 

Manuel Martínez Sospedra

Catedrático de Derecho Constitucional UCH-CEU

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