¡Gracias y disfruta, maestra!

Corría el año 1989, ya bien avanzado, octubre. Comenzaban las emisiones de Canal 9 y nacía el diario El Mundo. Y en el exterior, muy poco después, caía el muro de Berlín. Justo entonces, una servidora comenzaba la Universidad. Siempre me había apasionado contar historias y eso fue, en buena medida, la razón por la que me decidí por el Periodismo.

Era el primer día de clase, temprano. Siempre, 8:30h. Expectante y llena de curiosidad aguardaba al profesor o profesora de turno, sentada en uno de los pupitres de la tercera o cuarta fila. La puerta del aula -en el Seminario, ese edificio que siempre me pareció tan intrigante, como mágico- estaba abierta. Y apareció ella: sobria, elegante y muy seria (con el tiempo descubriría que es una de las personas con más sentido del humor -inteligente- que he conocido). «Me llamo Mª José Lavilla y soy vuestra profesora de Lengua».

Y ahí comenzó todo. Con Mª José aprendí palabras y expresiones que no sabía siquiera que existían. Llegué  a amar aquel Manual de español urgente de la Agencia EFE que me sacaba de tantos apuros dubitativos; incluso, me caía bien el diccionario de María Moliner. No tanto, y con perdón, el texto del fallecido Rafael Lapesa -demasiado denso, pensaba.

No fue sencillo aprobar la asignatura, no. Con un uso tan impoluto del castellano y tanto bagaje lingüístico acumulado, Mª José ponía el listón muy alto para aquellos que llegábamos poco curtidos en el arte de la expresión concisa, correcta y clara. Al menos, para una servidora.

Pero lo conseguí. Bueno, lo logró «Lavilla», como la llamábamos. Aprendimos tanto, que aún ahora, años después, seguimos dándole las gracias por su buen hacer en el aula y por su trabajo en favor del mejor castellano.

Tiempo después, la que fue mi admirada profesora de Lengua pasó a ser mi compañera. Y mi amiga. Mi amiga, como la de tantos y tantos otros compañeros que la adoran. Porque no puede ser de otra manera.

Este julio nos dice un «hasta luego» a todos, llena de inquietudes y de proyectos de vida más que interesantes -seguro.

¡Disfruta, maestra!

¡Y gracias, por tanto!

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