Tiempos de incertidumbre – Javier Pinazo

No dejamos de leer cada días noticias sobre lacrisis económica en las que abundan los diagnósticos y escasean las terapias.Sobre nuestro país se dice que «esta es la crisis financiera más importantedesde la Gran Depresión», «se puede alargar la crisis más allá de principios de2010», «la crisis es muy, muy, muy intensa», «España sufrirá la peor recesióndesde 1959 y el paro podría elevarse hasta el 20% a finales de 2009», «las medidas gubernamentales resultan insuficientes y Gobierno y Banca se echan laculpa sobre el agravamiento de la crisis».

Respecto de países de nuestroentorno político-administrativo vemos que «en un año el Reino Unido ha pasado deser una economía en crecimiento, a estar en la cola de Europa, con gran partedel sistema bancario intervenido y con la necesidad de plantearse alincorporación al sistema monetario euro, llegando a nacionalizar escuelasprivadas al borde del cierre», «el déficit del Estado en Italia puede llegar aoriginar la bancarrota».Hemos pasado en poco tiempo a hablar de merosdesajustes o pequeñas turbulencias, a hipótesis sobre crisis y depresión. Laalarma apareció a principios de septiembre del año pasado en el Financial Times en un denostado artículo titulado «Pigs in Muck»(cerdos en la porqueriza) se consideraba a la India, Rusia, China y Brasil comoBrics (Baratijas), mientras se señalaba que hace ocho años los cerdos podíanvolar, para referirse tanto Italia, Portugal como España, si bien habían sidocerdos que volaban, ahora habían caído a tierra, para reflejar lo volátil de suseconomías. Diagnóstico que no sólo ha resultado de aplicación a los paísesreferidos como se ha visto con el Reino Unido y EE. UU.

Durante unavisita de la reina Isabel II el pasado noviembre a la sede del prestigiosoLondon School of Economics, esta pregunto: «¿Por qué nadie ha sido capaz deanticipar la que se nos ha venido encima?». Algunas noticias podría arrojarpistas sobre la cuestión, como que «la raíz de la crisis no es financiera, sinode valores», «es imposible de predecir, la codicia y la corrupción hanprevalecido sobre la ética empresarial» y «el FBI ha tenido que apartar agentesde la investigación sobre terrorismo y otros delitos para destinarlos a losescándalos financieros».

El pseudodogma del libre mercado se ha vistoafectado y hasta sus fervorosos defensores piden ayudas públicas que se vensatisfechas por todos los Gobiernos del mundo desarrollado, que han reaccionadoaumentando el gasto y la intervención pública en la vida económica. Incluso Bushha afirmado: «He abandonado los principios del libre mercado para salvar elsistema».

En Europa sus líderes, con ocasión del coloquio internacionalsobre nuevo capitalismo celebrado en París y el encuentro de Davos, hanmanifestado que el capitalismo financiero necesita moralizarse, criticando elmodelo especulativo que no se basa en el esfuerzo y en el trabajo. Hay querefundar el sistema, no destruirlo, por lo que entre otras propuestas se haapostado por un capitalismo reformado, verde y tecnológico, o una vía intermediaentre el capitalismo desregulado y los experimentos de socialismo de Estado. Endefinitiva, ahora gana puntos la necesidad de una la economía social de mercado,en la que el Estado vigila el orden económico y social.

Pero en tiempospretéritos Reagan llegó al poder diciendo: «La Administración no es la solución,es el problema» emulando a su antecesor T. Jefferson, quien señalaría: «El quegobierna menos es el que mejor gobierna». Tras la caída del muro de Berlín, F.Fukuyama nos comunicó el final de la historia con el triunfo por goleada delneoliberalismo frente a sus alternativas. Pero esta sentencia olvidó que AdamSmith dijera que «no puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando lamayor parte de sus miembros son pobres y desdichados».

Los demócratasnorteamericanos hablan de la necesidad de otro New Deal consistente en el mayorplan de infraestructuras de la historia de EE. UU, con la pretensión de crear2,5 millones de empleos y una inversión pública de hasta 1,3 billones dedólares. A algunos analistas económicos les preocupa Obama, señalando que elEstado debería ocuparse de sus propios asuntos, considerando que, cuanto más seimplique Washington, más empeorará la situación».

Se conoce por New Deal(Nuevo Trato) el conjunto de medidas económicas puestas en marcha por Roosevelten EE. UU. entre 1933 a 1937, para resolver las causas de la crisis de 1929 ycuyos objetivos principales fueron la reactivación de la economía mediante elaumento el gasto público y el establecimiento de controles bancarios másestrictos para evitar otro crack bursátil. Las medidas adoptadas ya resultanfamiliares (concesión de créditos, devaluación, subvenciones, creación demonopolios y carteles gubernamentales, recorte de las jornadas de trabajo, obraspúblicas…). Los detractores del New Deal consiguieron que el Tribunal Supremodeclarara inconstitucionales algunas de las medidas y el desempleo subió del 12%al 20% en dos años, la economía se colapsó de nuevo y la bolsa cayó un 50% en unaño. El estallido de la segunda guerra mundial con el gran incremento de demandade todo género de productos llevó a los EE. UU. a remontar lacrisis.

Mientras existan desigualdades e injusticias ningún sistema puedetener la última palabra y abrogarse una legitimación para siempre y en todolugar, sino en todo caso relativa y circunstancial. Hasta que ideólogos,filósofos, economistas aporten ideologías innovadoras, habrá que estar a lo quedijera Winston Churchill sobre la democracia en 1947, el capitalismo es sin dudael peor sistema económico, a excepción de todos los otros que se probaron. Perohabrá que estar muy atento a las propuestas de algunos pensadores actuales (v.g. Morin) sobre la revisión de los términos aparentemente evidentes de laracionalidad, de la modernidad y del desarrollo, coincidentes en esencia con lasrealizadas por la teología (Benedicto XVI) y la ciencia (Proyecto Hapiness) enque el progreso y felicidad humano no pasa necesariamente por la acumulación debienes materiales, siempre que estos garanticen al menos la supervivenciabásica.

No obstante el deseable estímulo que comportan las utopías sobrecivilizaciones felices (la siempre presente Calípolis platónica o la menosconocida versión cristiana de Amaurota de Tomas Moro, o nuestra quijotescaÍnsula Barataria) y su deseable presencia permanente, habrá que plantearse demomento: ¿qué hacer respecto de ciudadanía y Gobierno-Administración? Unareciente encuesta revela que la mayoría de los españoles apuestan más por unamayor regulación por la Administración que por una intervención activa delEstado en la economía, menos impuestos, más obra pública y menor contratación deempleados públicos, siendo innegociables los niveles de prestaciones sanitariasy educativas, y para mantener eso es muy necesario austeridad por parte detodos.

En lo que a la Administración atañe, se habrá de ser cauto con laelección de los bienes públicos o los bienes privados socialmente preferentes, ala hora de gastar los recursos públicos o la elección de los destinatarios delas subvenciones. Igualmente se deberá evitar los costes innecesarios para laciudadanía, como resultara de la reciente aprobación por el Gobierno de lasmedidas administrativas de traslado de la estrategia europea de simplificaciónadministrativa, y que en nuestro país supondrá una reducción del 30% de laburocracia y un ahorro entre el 1% o el 1,5% del PIB y a la par contribuirá alaumento de la competitividad y productividad de las empresas y quefundamentalmente afectarán a las áreas del derecho de sociedades, relacioneslaborales, la legislación fiscal, contratación pública y medio ambiente.

La ciudadanía deberá hacer uso adecuado de los bienes públicos, pagarlos impuestos, no lucrar prestaciones sociales indebidas, no maquillar aspectosformales para conseguir subvenciones improcedentes… No puede pedirse unsobreesfuerzo al Estado -que a la postre hemos de pagar la ciudadanía- ymalgastar lo que disfrutamos.

No sé si será momento para otro New Deal,para la recuperación de la banca pública, para un gabinete de crisis nacional opara el retorno de Jaime I o del rey Arturo. De las propuestas escuchadas la quemas convence desde la factibilidad político-administrativa es aquella de «contrala crisis más Europa» y, a propósito de Europa y de Jaime I en nuestro ámbitoautonómico, la de una evaluación estratégica de la incorporación de la ComunidadValenciana a la eurorregión Pirineos-Mediterráneo. También he escuchado a E.Punset afirmar que no se sale de las crisis sin cambiar los hábitos.

Estoresulta revolucionario. Los nuevos tratos requieren nuevos valores y nuevosmodos que sin duda necesitarán de instituciones político-administrativas ycomportamientos ciudadanos superadores de los existentes. Es tiempo de recordarlos siete pecados sociales denunciados por Gandhi: política sin principios,comercio sin moral, riqueza sin trabajo, educación sin carácter, ciencia sinhumanidad, placer sin consciencia, religión sin sacrificio.

Es tiempo depropuestas atrevidas, revolucionarias, ingeniosas e innovadoras cuando sontiempos de nadar y guardar la ropa. ¡Simplemente es tiempo de certidumbresdifíciles!

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