El coste es elevado para una ‘no negociación’ entre países, escenario que conduce hasta
una crisis de niveles internacionales. En términos de una gobernanza multipartidista, las
intenciones de proteger un marco humano, desarrollado y digitalizado muestran la
necesidad de organizar debates sobre los peligrosos cambios en la Unión, como el
crecimiento de la extrema derecha o la desafección política ciudadana.
La presentación de una serie de planes de contingencia para la Unión Europea recuerdan
lejanamente a documentos como ‘El Manifiesto por Europa’ de principios del siglo pasado,
que atendía conceptos de cooperación en un trasfondo devastador que se veía venir desde
lejos. En cambio, en la actualidad se encuentran presiones medioambientales, comerciales e incluso a favor de la igualdad de género que buscan actuar antes de que sea demasiado tarde.
Las relaciones entre las naciones más importantes del mundo evolucionan por
multipolaridades que transforman la estabilidad global. Por una parte, Europa se cuestiona si hoy es sujeto u objeto, mientras que Trump liga seguridad con comercio y China puja en obras internacionales y practica el dumping social bajo la mirada de una fría Rusia que pretende avanzar sin tener en cuenta la miseria de sus habitantes.
El paneuropeísmo recalcado por el profesor De Salvia en su conferencia sobre el Consejo de Europa rememora discursos históricos como los de Churchill por la consolidación de la paz, de medidas a favor de una buena política y por un avance de la cultura a través de una simbología propia y principios parlamentarios. La unidad se reivindica como columna base del Consejo de Europa y demás organizaciones que la rodean.
Europa ha sido raptada por populismos y nacionalismos.
La presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha prometido organizar la “Conferencia sobre el futuro de Europa” en 2020. Durará dos años y servirá para que la sociedad europea en su conjunto reflexione acerca de qué Unión Europea queremos. Ello da ejemplo de cómo antes de llegar a reformas hay que cavilar las diferentes situaciones, concentrarse en ideas resolutivas y visionar las distintas realidades que retratan la actualidad para finalmente alcanzar acuerdos unánimes.
Frente una situación donde los populismos no creen en la ciudadanía, sus resultados están a favor de una voluntad del pueblo y la legitimidad se sienta en un pensamiento cerrado. La profesora Freixes señala en su turno de palabra a los medios de comunicación como uno de los culpables del auge de los movimientos negativos para la propia libertad de expresión, pero no se puede hablar en términos generales, a pesar de saber a ciencia cierta el extendido mal uso de estos, de las redes sociales o de la propagación de las perniciosas fake news.
De esta misma manera, mencionar que la legitimidad no sólo ha de ser de origen, sino que
tiene que seguir siendo sustentada para poder mantenerla. La legitimidad ha de ser de
ejercicio, como señalaron pensadores como Platón o Weber y, al no ser la Unión Europea
una institución de origen clásico y a pesar de haber experimentado ciertos fracasos, los
conferenciantes subrayaron el papel de los gobiernos que acordaron reforzar esta
legitimidad para evitar su denigración y hacerla avanzar frente las adversidades.
Otra de las preocupaciones de hoy es el Brexit, con enormes y complejas facetas y
dimensiones que supondrán grandes impactos para Europa y el resto del mundo. En una
referencia a Antonio Bar Cendón, “si el Brexit se lleva adelante, muchas frutas y verduras se pudrirán por el camino”, lo que no sólo se traduce como una pérdida de materias primas, sino como un deterioro de las relaciones que unían la nación insular con el resto del continente.
No obstante, las delicadas relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea vienen marcadas por diferentes motivaciones de necesidades políticas como la superación del nacionalismo, pero también de tipo económico y comercial dentro de una reconstrucción de Europa sobre unas base cooperativa.
Teniendo en cuenta las dos grandes guerras, Gran Bretaña era la única nación europea que
“sobrevivió” con un verdadero parlamento democrático. La crisis de la democracia hace
recordar cómo en la Conferencia de París de 1919, el economista J.M. Keynes se salió de la Conferencia y redactó el conocido texto político y económico llamado “Las consecuencias económicas de la paz”.
Asimismo, también se puede observar cómo en la reunión de Maastricht de 1992 se dio un paso fundamental para una negociación del Parlamento Europeo para una moneda única, para hacer real la codecisión y la participación en la investidura del Presidente de la Comisión y es que la lucha política se traslada hasta el día de hoy. Hay que tener valor y generar debates en torno a las cuestiones más delicadas que incumben a la Unión.
La nación es un artefacto político inventado en el siglo XVIII. Difundir la creencia de
pertenecer a un Estado es una construcción artificial que requiere un proceso de
socialización política y ritos que trabajen un discurso entre otros puntos.
Sobre las cuestiones migratorias, marcar cómo cada partido político define una visión,
donde en cada una de ellas será ineludible la acción de contemplar y respetar los derechos
fundamentales, además de episodios históricos que ayudan a comprender y superar las
crisis que se plantean en el presente. Libertad de expresión, junto a libertad de reunión
queda limitadas, la democracia reivindica la libertad en contra del mensaje populista.
En la UE hay un problema de sistemas sociales, de aportación y contribución, como en
otras partes del globo, donde también se encuentran fórmulas políticas que unen
nacionalismos con el miedo hacia la inmigración, posturas que se resuelven acogiéndose a
la responsabilidad de recordar que Europa no queda anclada en la Alemania de Weimar,
sino que se sostiene en un sistema potentísimo aunque difuso, que es el judicial.
La Unión Europea cuenta con legitimidad y variantes en las formas de gobiernos
parlamentarios.
Son todos conocidos como Estados del Bienestar, más o menos eficientes,
donde se asume una cobertura de servicios para las necesidades de la población. La Unión
ha asegurado la ruptura de un ciclo de violencia, pero está infectada por el populismo, gusano que corroe y utiliza técnicas para persuadir y vender demagogia.
Nuestra comunidad es democrática, pero es probable que si se diera una mayor implicación
de la ciudadanía en este conjunto, la voz del pueblo lucharía con mayor ímpetu contra los
nacionalismos de hoy, descritos por Freixes como “el cáncer de Europa”, los cuales en el
pasado condujeron hacia caminos que enfrentaron vecinos y hermanos. En definitiva,
populismos y nacionalismos llevan a Europa a la deriva en un acoso y derribo a su unidad.
Texto redactado por la alumna Cristina Iglesias Sahuquillo del Doble Grado de Periodismo y Ciencias Políticas. Resumen de la jornada «El futuro de la UE y el coste de una no Europa» organizado por la Cátedra Jean Monnet el miércoles 18 de septiembre de 2019.
Muchas gracias Cristina.