«Siempre he pensado que cuando a una la envuelven las sombras, el propio yo te invita a escribir lo más profundo que te sale».

Lucía Ballester.

Un domingo como otro cualquiera. Casa de mis abuelos. El mismo olor a comida en el horno. El mismo calor de la cocina. Un efusivo beso de la abuela. Me acerqué a coger la revista que leo cada domingo desde que tengo memoria. XL Semanal. Y allí estaba: me habían publicado en la “Carta de la Semana”.

Lucía estudia doble grado (C. Audiovisual y Periodismo)
Lucía estudia Comunicación Audiovisual y Periodismo

Mi sorpresa fue mayúscula y comencé a dar botes de alegría. Además, con el estrés de la universidad, estaba un poco triste, alicaída y ver eso fue como un chute de adrenalina.

Si te gusta escribir, creo que lo mejor que te puede pasar es que te publiquen algo, por pequeño que sea.

Desde que tenía once años, descubrí que me encanta escribir. A los trece terminé mi primera novela. Y suma y sigue. No se lo enseñaba a nadie, condenaba todo lo que escribía al más puro ostracismo. Siempre escribiendo. Y jamás enviaba nada. Supongo que el rechazo era demasiado para mí.

¡Y mira! Que a la gente le llegara mi escrito fue algo increíble. Además, el texto (“La arruga es bella”) llevaba siglos escrita en mi blog, “El síndrome de Kafka” y sinceramente, lo escribí en un momento de tinieblas personales.

Siempre he pensado que cuando a una la envuelven las sombras, cuando está sumido en la tristeza… el propio yo te invita a escribir lo más profundo que te sale. No la considero una reflexión excepcional, pero me ha alegrado que la gente lo lea y opine. Lo rescaté y ahí ha quedado. Publicado. Es algo que nunca se me va a olvidar.

La arruga es bella
«La arruga es bella», en XL Semanal
Lucia Ballestes, alumna de Periodismo
Lucía Ballester es alumna de la UCH-CEU

Mi hermano tardó menos de cinco minutos en subirlo a las redes sociales y ahí mis amigos se enteraron. Muchos me animaron, me alentaron a seguir. Y un profesor, de esta misma Universidad, me dijo que me pusiera a escribir. Ese tipo de ánimos dirigidos a una persona insegura (como yo) es equivalente a encontrar una isla desierta cuando pensabas que la barca se hundía.

Recibir felicitaciones de muchísimas personas, amigos y amigas, familiares, incluso gente de León que no conoces, te llena de estupor y de algo de corte. Nunca sé qué decir y me sale balbucear un tímido “gracias”. ¿Qué más puedo decir? Nada. Bueno, me gustaría decir que seguramente seguiré escribiendo, ya no por publicar o no, sino porque ha sido una experiencia que me ha demostrado de lo que soy capaz. Y esa sensación perdura hasta el día de hoy, en el cual me doy cuenta de que, verdaderamente, adoro escribir.

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