Almudena Ortuño (Valencia Plaza): «No querrás que las cosas pasen sin estar presente»

Almudena Ortuño, redactora de Valenciaplaza.
Almudena Ortuño, redactora de Valencia Plaza.

La antigua alumna de la Universidad CEU Cardenal Herrera Almudena Ortuño nos cuenta por qué se decantó por el Periodismo.

Antes que periodista quise ser escritora. Desde bien pequeña me recuerdo leyendo todo lo que caía entre mis manos, inventando historietas, recogiendo el día a día en un diario. Nunca se me ocurrió que aquello pudiese convertirse en una profesión. Hasta que nos encargaron hacer un periódico escolar y me descubrí peleando con los compañeros por los temas, los enfoques y qué era mejor poner en portada. La sensación de adrenalina fue inmediata.

Soy animal de prensa escrita, de los periódicos que te manchan las manos, de los que ahora se leen en la pantalla. Formé parte de una de las promociones de periodistas más malogradas que se recuerdan. La crisis explotó a mitad de carrera y, llegada la hora de salir al mercado laboral, el panorama era desolador, especialmente en el sector editorial. Afortunadamente, había hecho prácticas, muchas, en ocasiones sacrificando asignaturas y horas de clase. Eso me salvó. Tras pasar por gabinetes de prensa y agencias de medios me quedé trabajando en Las Provincias, luego ayudé a impulsar las revistas de Ploi Media en Madrid y de Madrid volví a Valencia.

Coger ramas, nunca soltarlas, no bajarte del árbol. Apenas una docena de compañeros de carrera siguen en esto y yo soy afortunada de formar parte de Valencia Plaza, un periódico que ha demostrado que el buen periodismo, riguroso, hecho por profesionales, también tiene cabida en la era digital.

Mi padre quería que fuese abogada. Si le hubiese hecho caso, quizás ahora dispondría de mejores horarios. Quien se imagine que esta profesión va de viajar por el mundo y vivir muchas aventuras se equivoca. Al menos en la prensa diaria, lo que yo he conocido, no funciona así. Cobrarás poco durante mucho tiempo, pasarás horas encerrado en una redacción dándole a la tecla, trabajarás cuando nadie más esté trabajando, no estarás seguro de la estabilidad de tu puesto y tendrás que salir a demostrar tu valía todas las mañanas. Tu vida personal, por supuesto, se verá resentida. Habrá algunos viajes, algunas palmaditas en la espalda, algunas llamadas de agradecimiento; no será el día a día.

¿Por qué se hace esto entonces? Te lo vas a preguntar muy a menudo, así que conviene que, en tus momentos de crisis, tengas a mano la respuesta. Se hace porque, si eres periodista, no te queda otra. Lo llevas dentro, no sabes vivir de otro modo, estás enganchado a una profesión que te dará momentos de plenitud e instantes de miseria, de la que te alejarás y acercarás de manera cíclica. Vivirás cosas que no habrías podido vivir de otro modo, conocerás personas que jamás habrías conocido y te contarán historias increíbles que te morirás por contar.

No querrás que las cosas pasen sin estar presente. Y no, no esperes que nadie te entienda (solo lo harán tus iguales, con un poco de ojo los reconocerás enseguida). Esto es lo que te ha tocado.

Si eres periodista, no tienes alternativa.

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