Vender a toda costa

 

La película Amor por contrato cuenta la historia de la familia Jones, una familia que se instala en un barrio de clase media alta. Ellos aparentan ser perfectos y tener lo último que hay en el mercado, pero en realidad todo eso es ficticio, ya que forman parte de una célula de vendedores, cuyo único objetivo es que se vendan y consuman los productos que ellos poseen.

Desde el principio se puede observar como se hace una alusión constante al consumismo, ya que los protagonistas presumen y muestran diferentes bienes o cosas entre los que podemos destacar los siguientes: coches, móvil, cerveza, bolso, un palo de golf, monopatín, chándal, pintalabios, videoconsola, simulador de golf, champú, cascos, polo, pendientes, comida… Todo esto no tiene otro fin que hacer que sus vecinos crean y deseen que necesitan esos productos, para que puedan ser felices y sentirse bien como lo parecen los Jones.

El único objetivo de esta familia ficticia es incrementar sus ventas de forma individual y conjunta, para así poder ascender en las diferentes escalas de la empresa en la que trabajan. Durante toda la película también se hace referencia al marketing, ya que el método que se emplea es lo que se denomina como marketing furtivo o de guerrilla. Este se caracteriza por el empleo de medios creativos, con poca inversión y en el que desempeña un papel fundamental la psicología humana, buscando que las experiencias que otorgan los productos se queden en la mente del consumidor.

De esta forma, como se dice en un momento de la película, se intenta unir productos con la gente que los quiere y donde lo que importan son los resultados. Para que estos sean aún mayores lo que se busca es la recomendación, es decir, alguien que adquiera el producto y vea los beneficios que proporciona se lo recomiende a otro y así sucesivamente, logrando que vendan por ti y haciendo que se genere un efecto dominó.

Por otro lado nos encontramos con los vecinos, que intentan tener todo lo que esta familia tiene para sentirse bien con ellos mismos, poder presumir ante el resto para no ser menos que los demás y buscar el reconocimiento tanto individual como social, ya que en este caso parece que no importan las personas, sino lo que ellas tienen.

Con este objetivo se puede ver como alguno de ellos quiere verse mejor y hacer feliz a su mujer a través de la compra continúa de nuevos productos. Todo esto podría considerarse en cierto modo bien o mal, pero el problema llega cuando esto se produce de forma compulsiva, como ocurre en este ejemplo, hasta llegar a arruinarse o incluso terminando de forma trágica con la muerte de este vecino.

A partir de todo lo anterior podemos observar como la película hace una crítica hacia el marketing y a si todo vale con el objetivo de vender, además de al consumismo, tanto a la responsabilidad que tienen las empresas como a la que puedan tener los consumidores.

Desde el punto de vista de las empresas, estas deberían alcanzar su fin y generar beneficios satisfaciendo las necesidades de sus clientes, sin sobrepasar ciertos límites éticos que puedan resultar intrusivos.

Finalmente, los consumidores también tienen su parte de culpa, debido a que en muchos casos tienen una falta de valores y de identidad como personas, que hace que participen activamente del consumismo, ya que en la actualidad se considera de forma materialista que el que más bienes posee y si se puede que sean los más novedosos, mayor reconocimiento social tendrá.

Artículo de Jorge Pumares, alumno de 2º curso de marketing y dirección de empresas

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