Adrià Soria (Valencia CF): «No todo el mundo puede ser periodista»

Os dejamos el testimonio de Adrià Soria Silla, antiguo alumno de Periodismo de la Universidad CEU Cardenal Herrera y periodista del departamento de Comunicación del Valencia CF. Adrià entró a formar parte del «club de su vida» gracias a las prácticas que hizo durante la carrera.

Adrià Soria cubre un partido desde una de las cabinas de prensa del estadio del Valencia.
Adrià Soria cubre un partido desde una de las cabinas de prensa del estadio del Valencia.

A la velocidad de la luz. Así pasan los años de Universidad y, no lo neguemos, la vida en general. En mi caso, sin darme cuenta pasé de presentarme en septiembre de 2008 en la Universidad CEU Cardenal Herrera cargado de ilusión ante la etapa universitaria, y sin darme cuenta estoy escribiendo estas líneas animando, o al menos intentándolo, a las futuras generaciones que estáis en estos momentos leyendo esto y queréis ser periodistas como soy yo.

Sí. Quiero animaros, aunque todo el mundo se empeñe en hacer justo lo contrario. Vivimos una época de maltrato a la juventud. Se nos considera vagos, acomodados, sin ganas de cambiar el mundo. Atontados por ser esa generación que ha crecido en los 90 y los 00, inmersa en el boom tecnológico y, por ende, lejanos a la realidad. Pero somos nosotros los que podemos cambiar el mundo. Para la juventud en general, es una opción. Pero si encima somos periodistas, es una obligación.

Vais a oír una y otra vez a gente echar pestes de nuestra profesión periodística. Os pondrán de ejemplo a aquella gente que devalúa nuestra profesión y el Periodismo. Pero ante esto os debéis crecer, porque si algo tengo claro desde que mi padre me inculcaba la pasión periodística, es que ésta es una profesión maravillosa.

Mi llegada al mundo laboral se produjo en 2012. Antes había dado mis primeros pasos en colaboraciones esporádicas en la radio de mi localidad, Picassent, y en un Festival de cine que se hacía en la misma. En febrero de ese año, justo un mes después de la pérdida de un ser querido, entré a realizar las prácticas en el Valencia CF. El club de mi vida me permitía ejercer mi pasión, y no estaba dispuesto a desaprovechar la oportunidad. Tras mucho trabajo, el contrato de prácticas venció y consideraron que merecía un hueco en la plantilla de trabajadores de la entidad.

Nunca sabréis la razón que tienen los periodistas que os dicen que es una profesión que requiere dedicación plena hasta que no os toque trabajar 14 horas seguidas, o pasar un domingo pegados al ordenador. Pero me cuesta encontrar gratificación mayor que cuando llegas a casa tras esas jornadas y miras atrás.

El periodismo es vocación pura. Ganas de aprender, de crecer, de enseñar, de educar, de transmitir, evolucionar, sentir y hacer sentir. La exigencia, eso sí, es máxima. Y más hoy en día, en la que los recortes en redacciones y la inmediatez obligan a que una misma persona tenga que hacer varias partes del proceso por sí misma. Por supuesto que no todo es de color de rosa. Por el camino hay muchas caídas, muchos impedimentos que te hacen plantearte si escogiste la carrera correcta. Porque el periodismo es exposición continua, porque en pocas profesiones se devalúa tanto el trabajo como en la nuestra.

A los que os digan que el periodismo en España es malo, preguntadles dónde han seguido el último plebiscito en Colombia o el declive del PSOE en Ferraz. A quién os diga que hoy en día en Twitter uno está informado de todo sin necesidad de periodistas, les contestáis con vuestros conocimientos adquiridos tras leer, escuchar y ver. Las noticias van a seguir sucediéndose a un ritmo vertiginoso, pero una noticia no es nada sin una voz que lo cuente, sin una persona que transforme y haga entendible esa realidad.

Yo me considero afortunado. De poder seguir trabajando en el club de mi vida, que me ha permitido visitar otros países trabajando a destajo, que me ofrece la oportunidad de crecer y seguir formándome cada día. Que me enseña la cara amable y también la amarga de mi profesión. De la vida.

Quién me pidió que escribiera estas líneas animando a las nuevas huestes, me animó (me conoce bien) a que también hablara del teatro, sin duda otro de mis motores. Y, ciertamente, en algo se parece al periodismo. En ambos casos, lo que queda plasmado y se muestra al público no es otra cosa que la realidad. Las grandezas y las miserias del ser humano. Y no, no cualquiera puede ser actor. Y no, no cualquiera puede ser periodista. Así que, desde hoy, vivid y morid por el periodismo. Os aseguro que vale la pena.

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