Como se ha comentado en blogs anteriores, la prevención juega un papel muy importante en la demencia. La nutrición podría ser un factor neuroprotector o un factor de riesgo, según el enfoque que le demos a nuestra dieta.
La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales (no refinados), frutos secos y aceite de oliva. Además de una ingesta moderada de vino y pescado y un bajo consumo de lácteos, carne y grasas saturadas.
¿Cómo convertir la dieta en un factor neuroprotector?
Por una parte, la presencia de alimentos antioxidantes, como aquellos ricos en vitaminas D, C, E y flavonoides, para frenar o prevenir el estrés oxidativo es muy importante. El estrés oxidativo es provocado por un desequilibrio entre la producción de especies reactivas de oxígeno y la capacidad del cuerpo humano para reparar este daño. En la enfermedad de Alzheimer se han encontrado niveles anormales de oxidantes provocados por un exceso de estrés oxidativo. Además, con la edad este proceso se ve aumentado.
Es posible que os estéis preguntando, ¿qué alimentos son ricos en vitaminas C y E y flavonoides? En la tabla siguiente podréis comprobarlo.
Otro punto importante que debemos seguir es evitar alimentos tóxicos como el alcohol o los productos ultraprocesados ricos en grasas saturadas, por ejemplo.
Finalmente, debemos evitar también la ingesta de alimentos inflamatorios y, por tanto, aumentar la ingesta de alimentos antiinflamatorios como la cúrcuma. Los primeros pueden ocasionar problemas a nivel metabólico.
En conclusión, llevar una dieta variada y equilibrada que aporte los niveles diarios necesarios de vitaminas y minerales podría hacer de la nutrición un factor neuroprotector y, por tanto, una ayuda prevención de la demencia. Por el contrario, una dieta rica en grasas saturadas, alimentos ultraprocesados etc podría ser un factor de riesgo para la demencia.