¿Qué puede aportar el Derecho a la Inteligencia Artificial y viceversa?

Un perfil interesante y singular como el de la alumni Patricia Mendilibar no se podía dejar escapar. Sobre todo, en estos tiempos en los que la realidad cambiante ha dejado de ser cosa del futuro para irrumpir con fuerza en el presente. Y es que, sobre cambios, avances y una profesión que tiene por delante retos que asumir, ella tiene mucho que decir. Patricia es graduada en Periodismo y en Derecho. Actualmente ejerce como Abogada Asociada en Andersen y prepara su doctorado en materia de Derecho e Inteligencia Artificial.

Patricia, ¿crees que las nuevas tecnologías pueden cambiar el día a día de un jurista?

Yo creo que estamos en un momento muy parecido al de la Revolución Industrial en el que se necesitaba capacidad física para poder producir más. Hoy en día necesitamos un software que gestione mucho mejor todos los datos que manejamos los juristas y que nuestra mente no es capaz de procesar. Así que la Inteligencia Artificial nos puede ayudar en muchos aspectos.

Es cierto que existen todavía algunos “inconvenientes” como el procesamiento de la imagen natural. Las máquinas pueden ser capaces de hablar como los humanos, pero nosotros utilizamos la ironía, el sarcasmo… Así que los algoritmos van a tener que entender toda esta forma de comunicarnos y también a nivel jurídico. En este campo, tenemos mucho que hacer.

Patricia Mendilibar es Graduada en Periodismo y en Derecho por la CEU UCH. Ahora prepara su doctorado en Derecho e Inteligencia Artificial.

Sin embargo, ya hay partes de nuestro trabajo que empiezan a ser asumidas por la Inteligencia Artificial. En las búsquedas legales, por ejemplo, los abogados invertimos mucho tiempo. Los buscadores legales basados en Inteligencia Artificial nos van a ayudar mucho. El papel del abogado va a seguir siendo importante porque tendrá que guiar al robot en función de para qué se necesiten esos datos. Así que vamos a tener que estar muy presentes en la implementación de la IA.

Otra de nuestras tareas “losa” son las auditorías legales; la revisión de documentos. Las máquinas son más rápidas, no se cansan, pueden revisar una cantidad ingente de documentación en poco tiempo y eso nos va a permitir ganar mucha agilidad.

«La Inteligencia Artificial va a mejorar el mundo del Derecho»

Esto son sólo algunos ejemplos para que quien no crea mucho en esto de la Inteligencia Artificial aplicada al Derecho, vea que es real. En definitiva, más que cambiar nuestro trabajo, creo que las nuevas tecnologías nos pueden ayudar en ciertos sentidos: nos van a dar más calidad de vida, más celeridad, menos burocracia, mejor servicio…

¿Puede llegar a peligrar el trabajo del abogado tal y como lo conocemos?

La inteligencia artificial es la capacidad que tienen las máquinas de emular el comportamiento humano. Para entenderla bien, hay que partir del concepto de inteligencia humana, que es muy amplio. Incluye la inteligencia espacial, interpersonal, emocional… Así que para que la IA llegue a ser “humana” tendrá que cubrir un gran espectro de inteligencias. Hoy en día estamos bastante lejos de eso. Estamos todavía en una fase de Inteligencia Artificial débil, que es la que nos permite hacer tareas concretas. Y esta IA débil tiene que estar supervisada por los humanos porque todavía es imperfecta y tiene riesgos sociales.

«Los abogados tenemos que definir qué necesitamos de las máquinas y guiar sus objetivos. Así que, actualmente, no podemos ser sustituidos por ellas»

Por ejemplo, cuando a Amazon utilizó la IA para hacer procesos de selección, no seleccionaba a mujeres. La explicación está en que el algoritmo se basaba en las contrataciones de los últimos años y estas habían sido sólo de hombres. Otro caso es el de Google Photos, que confundía personas de raza negra con chimpancés. Por tanto, la Inteligencia Artificial tiene que estar controlada por una persona que perciba estas desviaciones y establezca las modificaciones oportunas para conseguir resultados óptimos y, por supuesto, éticos.

¿Qué puede aportar la aplicación de la Inteligencia Artificial al mundo jurídico?

La IA va a mejorar el mundo jurídico. Vamos a poder dejar atrás lastres como: la Justicia es lenta, la gente que se dedica al Derecho no tiene tiempo para nada… Si la IA nos quita el 50% de las tareas, que, además, son las de menos valor añadido, significa que podremos dedicar el 100% del tiempo a las tareas valiosas que permiten ofrecer un mejor servicio.

La inteligencia artificial es la capacidad que tienen las máquinas de emular el comportamiento humano

Por otra parte, también hay que pensar en nuevos puestos de trabajo. Quizá en un despacho de abogados vamos a tener que empezar a trabajar con otros perfiles como: ingenieros, matemáticos, programadores…

También hemos de trabajar para que la Inteligencia Artificial sea accesible para todos y se consiga así un efecto democratizador. Si sólo está al alcance de los despachos grandes, no habrá igualdad de resultados. La idea es que todos podamos recibir una mejor Justicia con independencia de nuestros medios.

En realidad, podríamos hablar largo y tendido sobre cómo la IA puede cambiar el mundo del Derecho. De momento, hay que entenderla como un complemento.

¿Y qué puede aportar el Derecho a la Inteligencia Artificial?

En un escenario en el que nos vamos a tener que relacionar con agentes artificiales, el Derecho se tendrá que adaptar. Habrá que re-configurar categorías clásicas. Pensemos que el Código Civil es de 1889. En ese momento era impensable contar con una personalidad jurídica para la Inteligencia Artificial. Este es un debate que tendremos que adoptar, el de qué personalidad jurídica otorgamos a la Inteligencia Artificial. ¿La de los animales, la de los humanos…? ¿Tienen libertad de expresión?

«El Derecho tiene mucho que decir en materia de Inteligencia Artificial, así que tenemos por delante mucho trabajo»

Y ya por último, ¿son los datos el petróleo del siglo XXI?

Sí, pero no debemos perder de vista que para que el petróleo resulte útil primero hay que extraerlo, refinarlo y distribuirlo. Con los datos ocurre lo mismo; podemos tener muchos, pero hay que organizarlos.

En los últimos años la Unión Europea ha avanzado más en materia de datos que de Inteligencia Artificial. De hecho, ha aprobado un reglamento. La postura de la UE a grandes rasgos es que se permite la libre circulación de datos, pero, al mismo tiempo, hay que limitar su uso injustificado.

Esto plantea algunas cuestiones como el consentimiento de los datos que damos –algo que hacemos en nuestro día a día constantemente y, a veces, sin ser conscientes de ello–, el uso que se les va a dar, quién recibe esos datos…

Tenemos por delante una época de cambios apasionantes, que habrá que seguir de cerca.


El Legal Tech Lab de la Universidad CEU Cardenal Herrera es el espacio creado para estudiar la relación entre las nuevas tecnologías y el Derecho.

Conocer las sinergias que los avances tecnológicos pueden establecer en el día a día de los juristas es clave para el profesional de hoy.

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