Designable: el futuro de la arquitectura ya está aquí

«Somos inadaptados diseñando para inadaptados«. Esta lapidaria frase es una de las primeras cosas que uno lee cuando accede a la web de Designable. Una genial declaración de intenciones, pero también un lema que les viene al pelo a Pablo y a Andrés, los creadores de este proyecto. Porque ellos hacen una arquitectura diferente, inconformista y a contracorriente. Ellos, simplemente, no la entienden de otra forma.

Pero no nos dejemos engañar. Detrás de Designable hay un concepto de negocio visionario, tecnológico y adelantado a la realidad del mercado actual. Un proyecto emprendedor cuyo germen nació en la Escuela Superior de Enseñanzas Técnicas.

Andrés y Pablo. Pablo y Andrés. Dos personajes con una idea genial que dará mucho que hablar: Designable.

Una amistad made in CEU

Designable nace paralela a la amistad que une a Andrés Perales y a Pablo Bertolín, arquitectos de formación pero con una pulsión que siempre les empujó fuera del camino establecido.

Andrés, espíritu libre y locuaz, llegó a Ibiza en búsqueda de una arquitectura que nunca fue la suya. Tras dos años dedicados a proyectos internacionales de lujo en la isla, acabó cansado de presupuestos imposibles y clientes caprichosos.

Por su parte, el sueño de Pablo se vio afectado por una crisis en el sector que paralizó la obra en nuestro país. Algo que, lejos de ser un impedimento, supuso un revulsivo necesario para hacer crecer una idea: vender, por trozos, edificios abandonados o aparentemente poco atractivos.

El destino quiso que estos dos amigos volvieran a reunirse en Valencia. Tenían la idea y tenían la experiencia. Sólo les quedaba encontrar a clientes como ellos: inquietos, creativos y con todas las rarezas del mundo.

Los creadores de Designable
Andrés y Pablo, emprendedores antes que arquitectos… ¿o al revés?

Pablo: Yo había hecho una prueba piloto en Ruzafa que funcionó muy bien, así que el germen del negocio ya estaba ahí. Pero mi curiosidad y mi inquietud me llevaron a estudiar un MBA al acabar la carrera, algo fundamental porque, en la mayoría de escuelas, se echa en falta algo de formación empresarial.

Así que yo me quedé en el modelo más tradicional de empresa y Andrés se enfocó más en el modelo startup. De la confluencia de ambos surgió la fórmula de Designable, que despegó finalmente en noviembre de 2017.

Andrés: Pero ambos nos conocimos aquí en la ESET, en un taller de cerámica allá por 2008. Éramos de esa gente rara que se apuntaba a todo lo que nadie quería: talleres de creatividad, de urbanismo… Al final todo eso nos enseñó mucho sobre diseño de interiores, sobre materiales, sobre enfoques innovadores.

Siempre decimos que somos una «pareja» CEU pero, sobre todo, somos unos apasionados del urbanismo. Y creo que eso se nota en nuestro proyecto porque, al final, lo que hacemos es urbanismo dentro de un edificio.

Nos queda claro que, en algún momento, entre cerveza y cerveza, la idea de Designable se posó sobre vosotros. Ahora bien, decidnos cómo plasmasteis el concepto en papel. Con números, cálculos de costes y esas cosas…

Andrés: Cuando yo empecé mi MBA especializado en startups me di cuenta de que había una forma diferente de trabajar la arquitectura, mucho más lean, que te permite iterar conforme avanzas con los proyectos. De forma paralela, Pablo ya estaba a punto de terminar su primer edificio.

Cuando nos juntamos y empezamos a trabajar el concepto, nos dimos cuenta de que había tres elementos que la gente ponía mucho en valor a la hora de adquirir una vivienda: la localización, la personalización y la sostenibilidad. Ahora bien, es muy difícil encontrar esos tres elementos en la arquitectura actual porque ésta está excesivamente enfocada a objetivos económicos. Nosotros no queríamos eso para Designable. Evidentemente, nos hemos asegurado de que el proyecto sea viable; hemos hecho cientos de estudios, DAFOs, canvas, modelos de proyección… pero teníamos claro que nuestro principal valor era el usuario y su bienestar: que sintiera que su vivienda es su hogar, que no fuera un esclavo del coche, y que llevara un estilo de vida sostenible.

«Trabajar las redes sociales es muy importante. Hay que explorar nuevas fórmulas de diálogo con el cliente y potenciar la orientación de tu empresa al mismo.»

La sostenibilidad quizás sea el único elemento que imponemos a nuestro proyecto: que exista en él un alto nivel de sostenibilidad, tanto técnica como de estilo de vida, medioambiental y social. De hecho, la comunidad es fundamental en nuestro proyecto. Nosotros cedemos un espacio de calidad en todos nuestros edificios para alimentar el sentido de la comunidad: la azotea. Las concebimos como espacios cedidos a los propios vecinos.

Así que, cuando teníamos ya nuestra idea más o menos desarrollada llegó Pablo, el Señor Numeritos, y le dio una nueva vuelta al concepto…

Pablo: Nos dimos cuenta de que, en una promoción tradicional de viviendas, la parte técnica nunca interactúa con los clientes. Y también que el beneficio se basa exclusivamente en la venta. Ahora bien, si cambiamos ese paradigma aplicando una estructura de costes, es posible ofrecer viviendas competitivas a cambio de la prestación de ciertos servicios a la comunidad. Esto es lo que llamamos lifestyle.

Nuestro modelo se basa en una idea muy sencilla, y es que la empresa te va acompañar durante toda tu vida. En primer lugar, porque te presentamos la vivienda que necesitas. Posteriormente, te la adaptamos según tus gustos y particularidades, siguiendo un proceso constructivo transparente y green. Y, por último, respondemos a tus necesidades de servicios durante toda tu vida.

Esta es la base de la economía de escala: si muchos vecinos se juntan y demandan un servicio, éste resultará más interesante que si se demanda de forma individual. La diferencia es que es la propia empresa la que va a prestarte esos servicios.

Los creadores de Designable
El usuario, en el centro del modelo de negocio de Designable

Andrés: Pero para eso el arquitecto debe tener un plus de formación empresarial, un mínimo de inquietud legal y conocimientos sobre comunicación y marketing. Y, lamentablemente, no sales de la carrera con esas aptitudes, aunque es cierto que la arquitectura te permite tener una visión bastante global de los proyectos. Y, quizás por ello, se nos asume un nivel de responsabilidad mucho mayor que en otras profesiones. También tenemos esa capacidad de que nos digan que no y no cabrearnos, de buscar soluciones paralelas, mucha flexibilidad y una cierta habilidad para pivotar. Esto es lo que nos permite evolucionar junto a nuestro proyecto en función de las circunstancias. Los profesionales que vienen del mundo empresarial puro y duro no lo tienen.

En mi opinión, los arquitectos sí tenemos la base para poder emprender, bien en un proyecto como el nuestro o en algo más concreto dentro de un estudio de arquitectura. Sobre todo hay que ser muy proactivo, escuchar a los clientes y entender que la arquitectura son los clientes. Todas estas experiencias se ponen en valor en Designable.

Con la crisis de 2008 el sistema ha cambiado, y creo que muchos arquitectos no se han dado cuenta del nuevo paradigma. Quiénes sí se han dado cuenta son los clientes, que ya no buscan lo de antes. Esa disrupción entre la oferta y la demanda cada vez va a ser más clara.

Nos queréis decir que tenéis un enfoque totalmente B2C y nada B2B. Esto, por utilizar algunos palabros empresariales…

Andrés: Totalmente, nos interesa cero el B2B. No queremos trabajar con ningún tipo de intermediario. Nosotros no comisionamos nada y además lo decimos muy claramente a nuestros clientes.

Los creadores de Designable
Andrés, alumni CEU y creador de Designable

Hay algo que nos parece muy interesante en Designable, y es ese valor que le dais a la comunidad. De hecho, en el formulario que hay en vuestra web, dais la opción a vuestros clientes de construir en la azotea… ¿un aeropuerto para drones? Really?

Pablo: Y no es una broma. hablando en términos arquitectónicos, nosotros trabajamos en tres dimensiones diferentes: la parte privada, que es donde vives y que tú mismo defines. La parte semiprivada, que incluiría aquellos espacios comunes que compartes con tus vecinos. Y, por último, la pública: el entorno externo, el barrio.

Nosotros, cuando planteamos un edificio, tenemos en cuenta todas las esferas. Y, por supuesto, también la estructura legal y económica que nos permitirá hacer, por ejemplo, ese aeropuerto de drones en la azotea. Lo que queremos decir es que el mundo se mueve y dentro de poco veremos aeropuertos para drones: ¡Amazon ya lo está explorando y será una realidad en pocos años! En ese caso, una comunidad de vecinos se puede reunir para analizar si les conviene o no el aeropuerto de drones, y construirlo. La zona ya está reservada, que es la azotea. Cierto es que a esas zonas comunes no les damos valor porque no les vemos ninguna ventaja. Es entonces cuando pierden interés y nos olvidamos de ellas.

Nuestro planteamiento es: ¿y si les damos un uso? ¿Algo que complemente al edificio y de lo que todos nos podamos beneficiar? Para nosotros, ese mix de espacios es lo que refuerza el atractivo de la oferta.

«Creemos en una arquitectura de autor. La diferencia es que, para nosotros, el autor no es quien firma el edificio, sino quien vive en él.»

Los edificios en la actualidad se piensan muy hacia adentro, y hay muy pocos arquitectos que trabajen el espacio público. Nosotros planteamos estrategias con las plantas bajas o con las azoteas, espacios que se podrán ceder al barrio si mejoran una necesidad existente. Así, si nuestros clientes son familias con niños pequeños, es posible que exista la necesidad de una ludoteca infantil. La empresa cedería esa planta baja para dar un servicio a los vecinos, y todo el barrio acudiría a esa planta baja. Automáticamente, el edificio empieza a articular la vida del barrio. Ese es el objetivo.

Y una pregunta personal: vosotros, ¿dónde vivís? ¡No nos digáis ahora que en un chalet adosado de una urbanización a las afueras de la ciudad!

Pablo: Para nada, los dos vivimos en el centro de Valencia. Yo hace poco rehabilité mi casa, que es el típico edificio de los años 50: techos altos, molduras…

Andrés: De hecho, yo huyo de ese concepto de suburbio. Precisamente, me fui de Ibiza aburrido de poder hacer lo que quisiera; ahí no tenía ninguna limitación de presupuesto, de localización, de creatividad… ¡pero me aburre mucho que me digan «Toma, puedes hacer lo que quieras«!

Nosotros creemos en la ciudad y, como enamorados del urbanismo, creemos en la capacidad transformadora que tiene la arquitectura. Algo que, lamentablemente, se está perdiendo. Parece que la arquitectura se está dirigiendo cada vez más hacia el mundo del diseño, y va perdiendo esa capacidad de transformar la vida de las personas. Y, por supuesto, su relación con el medio ambiente.

Pablo: De hecho, en los años 60 había muchas líneas de investigación desarrolladas sobre diferentes tipologías de vivienda, y se hacían experimentos sobre esos tipos de vivienda. Ahora, con toda la información que tenemos sobre el producto que se demanda, seguimos encasillando a las personas en un mismo modelo de casa. Y, si te sales de ahí, no es posible avanzar. Si hay personas que no quieren dos cuartos de baño minúsculos, sino uno único pero más grande y con una bañera enorme… ¿por qué no dárselo?

«Hay que recuperar ese espíritu pasado de la arquitectura. El de la arquitectura que uno quiere para sí mismo.»

Además, trabajar a las afueras es lo fácil. El centro urbano es más complejo y mucho menos atractivo económicamente. Básicamente, porque las empresas promotoras no pueden aplicar ahí sus modelos de costes. Por eso, lo fácil es irse a las afueras, a grandes espacios, y construir enormes complejos de viviendas, todas iguales y con procesos industrializados. Pero ese es un producto que no va a hacer feliz al usuario. Y ahí es donde está el conflicto: por un lado, la arquitectura que busca hacer feliz al usuario y, por otro, las aspiraciones puramente económicas. Si las promotoras las lideran economistas que sólo buscan el beneficio, la felicidad que puede aportarte tu hogar pasa a un segundo plano.

Los creadores de Designable
Pablo, «Don Numeritos» y alter ego de Andrés en Designable

Pero si nosotros, que somos arquitectos con vocación urbanista, tomamos los mandos de una promoción inmobiliaria, el resultado final no tiene absolutamente nada que ver. Así que, sin dudarlo, preferimos mil veces el centro de la ciudad a las afueras.

Un futuro que ya es presente: la sostenibilidad

Andrés: Nosotros entendemos la sostenibilidad a tres niveles: la sostenibilidad técnica, que es quizás la más evidente; la sostenibilidad dentro del edificio, que permite optimizar recursos compartiendo ciertos elementos como la lavadora, el agua a través de un sistema de recogida de aguas pluviales, etc. Y el más radical sería el que afecta a la movilidad: no usar el coche, directamente.

De nuevo, mirando al futuro está claro que Europa cada vez va a ser más restrictiva con los coches de combustión. Todavía es algo incipiente, pero en seis o siete años va a convertirse en una norma. Por esta razón, queremos que nuestros edificios no tengan aparcamiento. Además, las personas que vivimos en el centro no necesitamos el coche privado y, en el caso de que lo necesitemos, nosotros planteamos soluciones para esos momentos puntuales.

Dentro de poco, hacer la compra no va a ser una excusa: la vas a hacer en línea y te la van a traer a casa. Para moverte por la ciudad, hay transporte o bicicletas públicas. ¿Qué planteamos nosotros en los edificios? El carsharing, una solución para momentos puntuales. Y, además, 100% eléctrico.

«controlamos en todo momento nuestro customer journey: en designable todo está perfectamente diseñado gracias al big data.»

Parece complicado, pero es cuestión de integrar este tipo de soluciones en nuestro estilo de vida. Y nosotros construimos el ecosistema que va a permitir hacerlo: en nuestros edificios, no necesitarás una lavadora o un coche propios. Es el principio de la economía colaborativa: compartir gastos y recursos para una vida más sostenible.

Pablo: Y todo esto se puede hacer desde la arquitectura, pero hay que tener personas que impongan este tipo de comportamientos. Lamentablemente, a los empresarios sólo les importan los beneficios y, para nosotros, hacer viviendas es un trabajo demasiado responsable como para que la felicidad del usuario no sea el principal objetivo. Si sólo buscas el beneficio, no te dediques a hacer casas. Designable va de otra cosa.

Vuestro proyecto bebe mucho de disciplinas muy dispares y aparentemente ajenas a la arquitectura. ¿Qué consejos podríais dar a los estudiantes que están ahora mismo formándose como arquitectos?

Pablo: Creo que tendrían que empezar a explorar nuevos lugares, nuevos sectores. Es lo que más enriquece. La arquitectura siempre ha tenido un perfil técnico y humanista, pero nunca ha entrado en el terreno empresarial. Sin embargo, esto puede multiplicar las posibilidades de los arquitectos. Nosotros sabemos trabajar en diferentes escalas, podemos diseñar picaportes o entornos urbanos. Y esa capacidad, enriquecida con otras habilidades, puede abrir muchas puertas. Los arquitectos no sólo sabemos dibujar líneas.

Andrés: Nosotros creemos firmemente en un concepto de arquitectura global, de reflexión, de cambio. Nos encantaría poder transmitir todo lo que hemos aprendido, lo que hemos recorrido hasta llegar aquí, a los chavales que están ahora estudiando. La tecnología, los proyectos propios… hay mucho mundo ahí fuera. Y, desgraciadamente, el horizonte del arquitecto tradicional es cada vez más oscuro y limitado.

El Big Data, al servicio de Designable

Pablo: Me flipa, Andrés, que hasta ahora no hayamos mencionado la tecnología, cuando nuestro proyecto se basa en gran medida en ella…

Andrés: ¡Cierto! El uso de la tecnología es fundamental en Designable. En primer lugar, porque el Big Data nos permite analizar tendencias y localizaciones. Pero, por otro lado, también nos posibilita determinar de viabilidad de los proyectos en apenas unos segundos: introducimos una serie de parámetros en nuestro programa y enseguida sabemos si un proyecto es viable o no.

Toda la parte de captación y búsqueda de clientes también tiene una base muy tecnológica. Trabajamos muchísimo en redes sociales, es algo básico. Gracias al Big Data podemos recabar información sobre los usuarios y buscar segmentos de clientes afines. Por eso, invertimos mucho esfuerzo en nuestra la web y situamos nuestro formulario en línea como un primer filtro. Todo está absolutamente parametrizado y diseñado para recabar aquellos datos que nos ayuden a crear el proyecto que realmente quiere el cliente.

Los creadores de Designable
Los creadores de Designable, de vuelta en la ESET

Esa parte de personalización la trabajamos con una aplicación en la que, a través preguntas aspiracionales, empáticas y de estilo de vida, se presentan una serie de viviendas al usuario y éste elige. Y, dentro de la vivienda elegida, el cliente puede introducir cambios y finalizar el proyecto con acabados personalizados.

Lo interesante es que todo está conectado con un programa que automáticamente presenta el precio de la vivienda en tiempo real y nos permite a nosotros liberarnos de ciertas funciones. Básicamente, lo que conseguimos con esta automatización es que el arquitecto se dedique a funciones de alto valor añadido: invertimos más tiempo en pensar y no en dibujar líneas.

“Las personas tienen que soñar. Si no, las cosas simplemente no suceden», oscar niemeyer

Estamos haciendo evolucionar nuestra herramienta para que el cliente pueda decirnos qué producto está buscando y nosotros, como arquitectos, podamos dárselo. Traducir los sentimientos de los clientes en proyectos: ese es el core de nuestra empresa.

Para ello, evidentemente es necesario controlar la experiencia del usuario y conocer en todo momento cómo se proyecta la imagen de Designable en los clientes, cómo es el customer journey. El Big Data es lo que nos permite tenerlo todo perfectamente diseñado.

Ambos nos hemos formado también en temas relacionados con innovación y neurociencia. La tecnología es básica, pero también es importante ver cómo el ser humano toma decisiones de forma inconsciente, cómo podemos actuar y cómo podemos trasladar ese universo al mundo de la arquitectura.


Finalizamos nuestro encuentro con estos dos arquiemprendedores con una nueva idea lapidaria, en sus propias palabras: «Nosotros pensamos que cada uno es raro y diferente a su manera… ¡y que tenemos derecho a serlo!».

Pablo y Andrés, dos enamorados de la arquitectura. Emprendedores y arquitectos, con una idea revolucionaria que ya es una realidad: Designable.

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