La Organización de las Naciones Unidas lo dice claro. A la pregunta «¿Pueden las personas, mediante la educación, conseguir mejores empleos y disfrutar de una vida mejor?», la respuesta es contundente: «Sí, la educación reduce la desigualdad«. Y también fomenta la tolerancia, posibilita la paz, promueve el desarrollo. Por eso, la mejora de la educación en África es tan importante: porque puede hacer que millones de personas escapen del ciclo de la pobreza.
Tantos millones como 444, que son los niños y jóvenes de 3 a 15 años que en 2030 necesitarán ser escolarizados en el África Subsahariana.
Daniel Garijo es profesor de nuestro Servicio de Idiomas y, desde hace años, participa en la misión solidaria Vets for Africa que promueven nuestros compañeros de la Facultad de Veterinaria. Una iniciativa global que tiene como reto mejorar la calidad de vida de algunas poblaciones rurales en Malawi y Kenia, y hacerlo desde una perspectiva holística: actuando desde la alimentación, actuando desde la ganadería… y actuando también desde la educación.
Gracias, Daniel, por compartir con nosotros esta iniciativa tan bella como necesaria. Por aportarnos tu experiencia in situ desde lugares donde el absentismo, la falta de medios y los estigmas sociales limitan la escolarización de los niños. Y, sobre todo, por poner el valor el papel fundamental de esos maestros, colegas nuestros, que luchan día a día por mejorar la educación en África.
Aunque Vets for Africa tiene como objetivo poner en práctica programas relacionados con la veterinaria, también hay una parte que da soporte a las escuelas de la zona. ¿Qué situación te encontraste tú cuando llegaste por primera vez a Malawi?
Me sorprendió tanto el alto número de alumnos, unos dos mil, como las pocas aulas disponibles, apenas diez. Se enfrentan a todo tipo de retos, cada día. El absentismo, la falta de oportunidades; pero también la sensación de que, a veces, por mucho que los chicos se esfuercen, no les va a servir para cambiar su destino. Para los mismos profesores es una situación muy dura, y los admiro porque, a pesar de todo, cada mañana encuentran la motivación para ponerse delante de la clase con una sonrisa en la cara, porque saben que esto es una carrera de larga distancia.
¿Qué tipo de actividades has desarrollado con esos profesores y estudiantes?
Teniendo en cuenta que vamos relativamente poco tiempo, intentamos incorporar actividades nuevas y centrarnos en destrezas que, por falta de medios (entre otros motivos), tienen un poco desatendidas. Por ejemplo, ponemos canciones en inglés para trabajar la comprensión auditiva mediante ejercicios, una práctica que combina la novedad con la música, que les encanta. Así, conseguimos que se esfuercen y lo conviertan en una experiencia que, junto con el contenido teórico, probablemente recordarán más fácilmente.
Buscamos ese mismo impacto emocional a través de otros materiales, como cartulinas con juegos recortables, cuerdas y objetos decorativos para hacer talleres de manualidades, etc. Por supuesto, dejamos allí todos los recursos para que, cuando nos vayamos, los profesores puedan seguir creando tareas dinámicas e interactivas que permitan, en la medida de lo posible, implicar a todos los alumnos y mantener ese nivel de motivación.
Cada año es diferente y se nota el progreso, esos pequeños cambios, gracias sobre todo a la comunidad que lleva años trabajando allí. Personalmente, recuerdo muchas sensaciones entremezcladas: el primer año sientes algo de impotencia y muchas prisas por cambiar todo lo posible en poco tiempo; luego te das cuenta de que hay que adaptarse a su ritmo y de que más vale ir paso a paso.
Y, en próximas ediciones, ¿qué proyectos te gustaría implementar?
Creo que una de las iniciativas más bonitas que hemos puesto en marcha es la de becar a una alumna (la situación de las chicas es especialmente complicada) para que pueda continuar la educación secundaria. El primer año fue Teleza, y ojalá podamos ofrecerlo a muchas más. Aunque únicamente estás ayudando a una persona, el impacto en su vida puede ser enorme. También sería genial poder llevar a alumnos de los grados de Educación de la universidad, ¡es algo en lo que llevamos tiempo pensando!
Según la ONU, 617 millones de jóvenes en el mundo carecen de un nivel mínimo de alfabetización
La educación es la base sobre la que se deben asentar el resto de los pilares de una sociedad. Esto me lo dijo un día alguien (para mí, un referente) que ha pasado más de 20 años en África, dedicando su vida a esto. Llevarles materiales y ayudarles en la consecución de sus proyectos está genial y es muy gratificante, pero no deja de ser algo efímero. Pienso que la clave, a largo plazo, es que ellos mismos sean capaces de desarrollar las ideas que les permitan llegar hasta ese punto de desarrollo social y económico, y ahí es donde la educación se vuelve indispensable.
Por eso, los profesores de Veterinaria que forman parte del proyecto dedican gran parte de su tiempo y esfuerzo a la formación de la población local.
¿Qué experiencias personales has sacado de tu participación en esta misión solidaria?, ¿animarías a otros compañeros y estudiantes a acercarse al proyecto?
Siempre que pueda ir y me dejen, iré. Para mí se ha convertido en una especie de terapia anual que me ayuda a relativizar y a valorar más mi vida y mis relaciones personales. Intento no quejarme tanto. Además, tengo ganas de ver a los niños del cole. Sin duda lo recomiendo, todos los que vienen, tanto profesores como alumnos, hablan de lo mucho que les aporta este viaje.
Incluso si alguien está interesado en colaborar con el proyecto, pero no puede viajar, hay varias formas en las que puede colaborar. Por ejemplo, con la iniciativa “Adopta una cabra”, con la que queremos mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria de estas poblaciones.
La universidad organiza gran cantidad de actividades y misiones de carácter solidario en distintas poblaciones, tanto en nuestro entorno cercano como en otros países. Desde aquí, os invitamos a descubrirlas y explorar en qué medida podemos contribuir, entre todos, a que este mundo sea un lugar más sostenible y justo.