Prácticas internacionales: ¡nunca dejas de aprender!

Mi nombre es Saray y soy alumna de 3º del doble grado en Educación Infantil+Primaria en la universidad Cardenal Herrera CEU de Elche. El año pasado tuve la oportunidad de vivir la experiencia de realizar mi primer periodo de prácticas de la carrera en Reino Unido, más concretamente en el colegio Martin Primary School de East Finchley, Londres. Esta experiencia tuvo lugar entre el 9 de septiembre y el 12 de diciembre de 2019.

En un principio mi compañera de prácticas, Alba, y yo, quisimos realizar un Erasmus pero, a pesar de que superamos la prueba de inglés que se requiere, ninguno de los programas de los que disponían las universidades de recepción contaba con todas las asignaturas que cursaríamos dentro de ese periodo.

En la casa de Bounds Green con las chaquetas de la Martin Primary School.

Por este motivo, nuestra coordinadora Erasmus, Linda Palfreeman, nos propuso realizar las prácticas internacionales. Mi compañera y yo aceptamos encantadas. Sabíamos que esto suponía una gran experiencia a nivel personal y laboral, una gran oportunidad de mejorar nuestras habilidades en el idioma. La estancia también nos iba a permitir apreciar el funcionamiento de un sistema educativo diferente al nuestro, de manera que supondría aprender y aplicar otras metodologías, y adquirir conocimientos que nos enriquecerían como futuras docentes.

«Esta experiencia ha supuesto para nosotrasun antes y un después en nuestras vidas.»

En un principio éramos cuatro las alumnas que llevaríamos a cabo esta movilidad, pero fuimos separadas en dos grupos que fueron a distintos colegios. Tras conocer nuestro destino investigamos un poco sobre él, se trataba de un colegio público comunitario ubicado al norte de Londres, a poco más de media hora del centro en transporte público, una zona con economía media-alta en la que predominaban las familias mononucleares.

El colegio tenía una gran reputación dada tanto por las familias que allí acudían como por la gran cantidad de certificados honorables que les habían brindado organizaciones como Unicef. Además, hacían donativos mensuales a diferentes asociaciones.

Antes de viajar, también debíamos encontrar alojamiento allí, esta fue posiblemente la parte más complicada del proceso, ya que mi compañera y yo acabamos pasando por cuatro pisos diferentes en tres meses. En principio buscábamos un piso cercano, pero esto fue imposible debido a la economía de la zona, que hacía que el mínimo a pagar por alquilar una habitación fuera de aproximadamente unas 1100 libras mensuales (550 cada una). Debido a diferentes percances tuvimos que cambiar de casa varias veces hasta encontrar la definitiva, se trataba de un estudio en la zona de Wood Green, más concretamente en Bounds Green, a unos 45 minutos en transporte público, del colegio al que acudíamos.

Una vez ubicadas en este colegio, recibimos la sorpresa de que habíamos encontrado un centro con un ambiente de trabajo y cooperación poco vistos, que en cualquier caso daba la importancia necesaria al alumnado.

Dentro del aula, este colegio cuenta con un tutor y mínimo un auxiliar por aula, además, por cada alumno con alguna discapacidad, se incorpora un auxiliar al aula, por este motivo se intenta en la medida de lo posible no reunir a dos alumnos con dificultades en la misma aula.

El colegio cuenta con tres patios y un amplio terreno con campos de fútbol y bosque donde, una vez a la semana, los alumnos salen a realizar actividades al aire libre, además cuentan con dos gimnasios que utilizan de manera muy diversa, tanto para hacer educación física, como para actuaciones del alumnado… Además, las instalaciones incluían una sala de padres, una de artes…También cuentan con un huerto propio, una biblioteca, un aula de música y una sala de profesores.

Una panorámica del huerto de la Martin Primary School.

En el centro existían tres grupos por edad y todos los alumnos tenían acceso a un gran número de actividades extraescolares dentro del propio centro, desde club de origami hasta francés pasando por algunos otros como fútbol, tenis, piano, ajedrez… Además, dentro del horario lectivo se impartía una clase de español a la semana.

En Reino Unido el sistema educativo tiene un funcionamiento distinto al español, la etapa de infantil allí va desde los 3 hasta los 5 años, por lo que, a diferencia de nuestros tres, allí cuentan solo con dos cursos en esta etapa. En la primaria cuentan con la misma cantidad de cursos con los que contamos en España, y este año de diferencia se compensa en la educación secundaria, en la que cuentan con un curso más.

Durante nuestra estancia, estuvimos la mayor parte del tiempo en un mismo grupo, estábamos presentes en las clases, los patios y las actividades y nos íbamos cuando los alumnos iban a sus casas. Impartimos clases de español para los niños de familias hispanohablantes que superaban en esta lengua el nivel habitual impartido en el aula, de manera que, en cierto modo, no conseguían avanzar.

«Me he dado cuenta de que en esta profesión nunca dejas de aprender.»

Ayudábamos también, en la medida de nuestras posibilidades, en la organización de las actividades de nuestra aula, proponiendo ideas y organizando el material necesario. Procurábamos también estar presentes en el comedor para pasar el mayor tiempo posible con los alumnos y poder conocer sus circunstancias individuales para actuar en consecuencia dentro del aula.

Esta experiencia ha supuesto para nosotras, sin duda, un antes y un después en nuestras vidas. Empezando por la experiencia que nos ha brindado el colegio; lo afortunadas que nos hemos sentido de tener a cada uno de los alumnos que teníamos en nuestra aula y, sin duda, de las increíbles maestras que tuvimos la suerte de que fueran nuestras tutoras y acabando por la madurez que nos ha brindado el hecho de vernos solas, tan jóvenes, en otro país y tener que apañarnos como hemos podido.

Como he mencionado anteriormente, he tenido la suerte de conocer a nivel personal y profesional a una verdadera maestra, de las que he visto pocas, con una profunda vocación y un amor incondicional hacia sus alumnos y su trabajo, a la que no le importaba la hora a la que se tuviese que ir con tal de dejar las actividades planificadas y preparadas para el siguiente día, imaginativa hasta más no poder, organizando una gran cantidad de diferentes actividades para que sus alumnos pudiesen adquirir diversas experiencias y habilidades; en definitiva una docente que me ha hecho aprender mucho, pero también me ha demostrado que, en esta profesión, nunca se deja de aprender.

Por otra parte, he contado con la suerte de tener una compañera tan competente y comprensiva; que me ha ayudado a soltarme y ha hecho que me sienta verdaderamente en casa, estando fuera de esta. Y, por último, pero no menos importante, con una tutora de prácticas que ha estado siempre atenta en la distancia y nos ha hecho ver el valor de lo que estábamos haciendo, nos ha dado fuerza y nos ha mostrado nuestra valentía cuando ni siquiera la veíamos.

Si algún día me preguntaran si existe una experiencia que considere que todo el mundo debe vivir, sin duda sería esta. Te brinda la seguridad en ti mismo que necesitas.

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