¿Podríamos vivir sin efectivo?

El alumno Adrian Lopez ha escrito el siguiente post:

«Recientemente, venimos oyendo con cada vez más frecuencia (tanto a las autoridades como a los medios de comunicación) la posibilidad de eliminar y prohibir el efectivo.

Hablar de una sociedad sin efectivo comienza a ser tan común que ya prácticamente todos nos hemos imaginado cómo sería una vida sin monedas en los bolsillos. El dinero en metálico forma parte de nuestro día a día, de nuestra manera de medir las cosas, de relacionarlas y de casi entenderlas. Ante un cambio de tal escala, es evidente pensar que surgirán muchos cambios, tanto ventajosos como perjudiciales.

Así, y con objeto de dar respuesta a la pregunta:  ¿Podrías vivir sin el efectivo?, nos disponemos a hacer un breve y conciso resumen de cuáles serían todas ésas consecuencias.

Tal cual esta planteada a fecha de hoy la sociedad, es fácil pensar que no podríamos vivir sin el efectivo que tanto conocemos y del que tan cerca vivimos por varias razones:

  • A pesar de que la mayoría de comercios tienen disponible esta opción, los pequeños comercios locales en áreas rurales como carnicerías, panaderías, peluquerías, etc. no disponen de pago electrónico, por lo que sería un gran inconveniente para ellos.
  • A las personas mayores, acostumbrados a pagar durante toda su vida con dinero en efectivo, les sería extremandamente difícil adaptarse de pronto a pagarlo todo lo que necesitasen electrónicamente, debido a lo extraño y lejano que les resultan las nuevas tecnologías.
  • Los niños menores de edad tienen sus gastos que, aun que éstos sean pequeños, lo mas correcto para ellos sería no usar los pagos electrónicos desde tan temprano, para evitar así males mayores derivados de su inocencia.
  • Otro punto de vista es que no todas las personas estarían dispuestas a dejar su dinero al 100% en manos de los bancos o entidades financieras, mucha gente está mucho mas segura sin utilizar este tipo de pagos, ya sea por desconfianza o cualquier otro motivo.
  • A pequeña escala, podríamos pensar también que la desaparición del efectivo afectaría los más pobres, aquellos sin hogar que no tienen nada y que viven de la solidaridad ciudadana. Estos pasarían a depender íntegramente de lo que las ONGs quisiesen o pudiesen darle.
  • Además, a nivel más general y atendiendo aún a aquellos efectos negativos que podrían darse podemos anticipar que muy posiblemente viviríamos con cierta incertidumbre puesto que si, el banco quebrase, veríamos desparecer todos nuestros ahorros. Teniendo también en cuenta que el BCE podría imponer, siempre que considerase necesario, tipos interés negativos que disminuirían nuestro capital ahorrado.
  • También seríamos del todo dependientes de la tecnología, haciendo que ante el menor fallo (ya sea en el suministro eléctrico, en las telecomunicaciones, en los sistemas informáticos o incluso un haker) todo nuestro sistema cayese y nos quedásemos incapaces de consumir, ni tan si quiera un botellín de agua.
  • Finalemente, el aspecto que más inquietante nos parece es aquel por el que todos nuestros movimientos quedarían resgistrados y se guardarían en una 24 especie de base de datos enorme.

No obstante, y puesto que venimos advirtiendo que toda medida tiene tanto aspectos negativos como positivos, cabe tener también en cuenta todo aquello provechoso que el vivir en una sociedad libre de efectivo podría conllevar. De hecho, y como asegura el estudioso Jesús Fernández Villaverde, en su blog Nada es Gratis, »el dinero e metálico es una institución anticuada que hasta podría tener consecuencias negativas para el bienestar de todos».

La principal ventaja, que como ya explicamos es de carácter macroecnómico, es el mayor poder que se le otorga al BCE para aplicar la política monetaria. Esto, aunque en un principio resulte fastidioso, haría que las épocas de crisis y de recesión, se acortasen en el tiempo. Esta medida terminaría con la conocida »cota cero».

La cota cero hace que mientras exista el dinero en metálico, el tipo de interés real no pueda ser inferior a cero. Este es sin duda un problema muy serio que tenemos en la actualidad. El tipo de interés nominal, que es al que parecemos sujetarnos siempre es irrelevante frente al real, que es aquel que nos conecta directamente con el futuro.

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