Dicen que toda revolución empieza por uno mismo. Una actitud personal inconformista o un pequeño gesto a contracorriente pueden parecer insignificantes a nivel individual. Y, sin embargo, cobran una fuerza inesperada cuando se trasladan al escenario colectivo.
La crisis provocada por la COVID-19, el movimiento Black Lives Matter o la lucha por la igualdad de oportunidades nos recuerdan que nuestro sistema de producción y consumo sigue siendo injusto. Y esa injusticia crónica no sólo nos debilita como sociedad, sino que también hace que el propio sistema resulte, al final, más vulnerable. Por eso, cada vez cobran mayor sentido las llamadas iniciativas de impacto. Iniciativas que buscan reconstruir el sistema económico desde una óptica social y medioambiental, sin otro fin que el de garantizar su propia supervivencia.
Que los Objetivos de Desarrollo Sostenible no son sólo una declaración de intenciones, sino una receta para un crecimiento real y rentable, es algo que hemos aprendido de Margarita Albors. Ella participó en nuestro ciclo sobre desarrollo sostenible World Watchers y de ella aprendimos, sobre todo, la importancia de contar con emprendedores sociales e inversores de impacto. De actitudes de cambio, de un lado y de otro, que ella ha sabido conectar con un objetivo único: que el deseo de cambio pase al escenario colectivo.
La inversión de impacto, oportunidad para el crecimiento sostenible
Según la organización Global Impact Investing Network, la inversión de impacto atrajo en 2017 más de 228.000 millones de dólares, el doble que el año anterior. Una corriente creciente a la que España se ha unido algo tarde, pero que cada vez está cobrando mayor protagonismo en nuestra agenda económica gracias en gran medida al empuje de las entidades de capital riesgo.
Pero, ¿qué es la inversión de impacto exactamente? Se trata de aquellas inversiones que buscan generar un impacto positivo, tanto a nivel medioambiental como social, garantizando su retorno financiero. O, dicho de otra forma, un movimiento que busca impulsar proyectos empresariales que den solución a los retos a los que nos enfrentamos como sociedad, y que favorezcan en paralelo un desarrollo socioeconómico sostenible y rentable.
Desde hace años, son varios los países que están invirtiendo cada vez más recursos dirigidos a crear economías más resilientes. Ya en 2015 se fundó el Global Steering Group for Impact Investment (GSG), un grupo independiente al que España se unió en 2019 y que aglutina a líderes de 33 países en diferentes ámbitos: economía, finanzas, instituciones públicas, empresas e incluso la filantropía.
Según la ONU, serían necesarios 2,5 billones de dólares adicionales de inversión en todo el mundo para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Y es que la colaboración público-privada es fundamental para fomentar el emprendimiento social. Porque, por un lado, las ideas innovadoras siempre van a requerir de financiación y fondos para hacerse realidad. Pero, por otro, también existen inversores dispuestos a generar un impacto en la sociedad, más allá de que se genere un (necesario) retorno financiero. Facilitar el encuentro entre ambos agentes y generar una cultura de la innovación en torno al desarrollo sostenible es algo muy importante. Sin embargo, todavía no abundan estos organismos facilitadores en nuestro tejido económico.
En España, Social Nest Foundation es una de esas organizaciones que están haciendo de los proyectos de impacto una realidad.
Social Nest Foundation: una red de emprendimiento social pionera
Hace diez años, Margarita Albors impulsó la iniciativa Social Nest, fundación pionera en España en emprendimiento social. Fue en un contexto complejo, derivado de la crisis de 2008, de grandes dificultades económicas que pusieron de manifiesto la necesidad de un cambio en el modelo productivo. En ese momento, su visión la impulsó a generar un hub de emprendimiento en el que unir proyectos y startups de impacto con el capital y recursos necesarios para su desarrollo. Con ello, logró crear una plataforma global para inspirar, conectar y también educar a distintos agentes sociales en el desarrollo sostenible.
Es con ese espíritu como, desde 2010, Social Nest Foundation lleva apoyando a personas y organizaciones para, a través de la tecnología, impulsar proyectos innovadores de impacto medioambiental y social. Desde su sede social en Valencia, la fundación ha tejido una privilegiada red que conecta iniciativas emprendedoras con inversores y fondos de impacto españoles e internacionales.
Hoy, Social Nest Foundation lidera programas innovadores, eventos y actividades formativas con las que divulga e impulsa el espíritu emprendedor. Una labor catalizadora que se fundamenta en un esquema colaborativo entre empresas, universidades y administraciones públicas para hacer del emprendimiento, la tecnología, la innovación y la inversión los elementos clave del cambio social.
Ejemplos de proyectos empresariales con inversión de impacto
Son estas redes colaborativas las que les han permitido lanzar y acompañar proyectos que ofrecen productos y servicios desde un enfoque de impacto en diferentes sectores. Los ejemplos son innumerables, como la marca de moda responsable Uttopy, volcada en la sostenibilidad medioambiental y social a través de sus productos y complementos con mensaje.
Bounsel es otro proyecto de emprendimiento de impacto dentro del sector del legal tech, en el que se aplica la tecnología al ámbito legal. Una iniciativa multiobjetivo que persigue no sólo mejorar los trámites administrativos en el ámbito jurídico a través de la tecnología; también busca favorecer las políticas de igualdad en el puesto de trabajo y mejorar la cultura de la población general en conceptos legales.
O la iniciativa Onerz, una app que calcula la huella de carbono ligada a nuestra actividad diaria, y nos aporta soluciones sencillas para reducirla.
Pero quizás uno de los modelos de mayor éxito sea Zubi Labs, una venture builder para la generación de empresas sociales creada por Iker Marcaide. En la actualidad, cuenta con doce startups que están generando un impacto positivo a través de distintos modelos empresariales sostenibles. El proyecto nació de la necesidad de construir una escuela que siguiera el método Montessori. A ésta le siguió la creación de un barrio sostenible co-diseñado por sus propios habitantes, que ahora está evolucionando hacia un modelo de gestión circular de residuos. Un proyecto apasionante en su conceptualización y que evoluciona día a día con nuevos modelos que lo enriquecen.
El intraemprendimiento, una actitud de impacto
Y, sin embargo, la solución no siempre pasa por emprender. O quizás sí, pero de otra forma. El impulso por el cambio es posible en cada uno de nosotros, independientemente de nuestra actividad profesional.
De hecho, las empresas buscan cada vez más personas que aporten ideas de cambio y que propongan horizontes dentro de la misma organización. Cada vez es más importante generar equipos de trabajo formados por personas de diferente perfil y experiencias que sean capaces de aportar soluciones innovadoras. Es ese intraemprendimiento, esa actitud de querer transformar las cosas desde dentro, lo que las empresas demandan cada vez más. Que fomenten las políticas de igualdad, que empujen a las organizaciones hacia objetivos no financieros, que diseñen nuevas formas de consumo responsable.
Es la importancia del entorno, del talento y de la colaboración mutua. De confiar en los proyectos de aquellas personas que deciden tomar la iniciativa, pero también de aprovechar las oportunidades que el sistema brinda. Necesitamos a las personas, a instituciones como Social Nest Foundation, y necesitamos el capital de los inversores privados.
Sí, el cambio es posible y está en cada uno de nosotros. Tan sólo tenemos que dar un paso adelante.
