Economía sostenible, ¿utopía o realidad?

Corría el año 1992 cuando la ciudad de Río de Janeiro se convirtió en testigo de la aprobación por parte de la ONU de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que suponen una llamada a la acción a todas las naciones para erradicar la pobreza, luchar contra el cambio climático, garantizar la paz, el acceso a la educación… Algunos de estos objetivos como el 8 (Trabajo decente y crecimiento económico) o el 12 (Producción y consumo responsables) hacen referencia a un crecimiento de la economía inclusivo y sostenible que pueda impulsar el progreso para todos. Pero, ¿es esto realmente posible? ¿Puede la economía mejorar el mundo?

Enrique Luch Frechina es Profesor de Economía en la Universidad CEU Cardenal Herrera. En su último libro “Una economía para la esperanza” cuestiona el paradigma economicista en el que vivimos. Con él hemos hablado sobre el cambio de modelo –ya no sólo económico, sino también social–, que implicaría el viraje hacia un sistema de economía sostenible.

«Apostar por un modelo de economía sostenible no es fácil, hay que recorrer un largo camino. Pero no hay nada en esta vida que valga la pena, que sea fácil»

En ocasiones se confunde la economía sostenible con la economía circular, ¿cuál es la principal diferencia entre ambas?

Hoy en día el objetivo prioritario de muchas economías es el crecimiento. Y para crecer, para tener cada vez más, necesitamos producir y que crezca el PIB. Lo que ocurre es que no es posible lograrlo sin recursos (trabajo, máquinas, recursos naturales…). Lo que planteamos algunos economistas es que el objetivo de la economía no necesariamente tiene que ser siempre producir más, tener más. En ese sentido, la economía sostenible va más allá del crecimiento y se centra en el mantenimiento de un nivel de producción que nos permita tener lo suficiente para vivir. Esto implica articular sistemas que garanticen que, hasta los que menos tienen, dispongan de lo suficiente.

Además, la economía sostenible no se centra sólo en las personas de hoy, sino en las generaciones futuras, las que vivan dentro de 100, 200 o incluso 500 años. Se trata, en definitiva, de no agotar los recursos existentes para que las posibilidades de vida de la población del futuro sean las mismas que tenemos nosotros hoy.

La economía circular no es en sí misma un objetivo, sino un instrumento para conseguir esto. De hecho, recupera algo que ha pasado durante mucho tiempo, que no es más que, todo gasto que hacemos en recursos para la economía, luego pueda ser reutilizado. Es un círculo que se cierra. Lo que se ha hablado siempre de reducir, reutilizar y reciclar para conseguir que no haya “basura”, es decir, recursos que se hayan utilizado una vez y a los que no se les vuelva a dar uso.

«Lo que planteamos algunos economistas es que el objetivo de la economía no necesariamente tiene que ser siempre producir más, tener más»

Sin embargo, la economía circular puede darse en un entorno de economía sostenible, o en un entorno de crecimiento. Y es que se puede buscar el crecimiento con la economía circular para que cada vez produzcamos más cosas y tratemos de reciclarlo todo. Yo creo que la economía circular es un buen instrumento y es positivo, pero en un marco de economía sostenible, no al servicio de una economía de crecimiento. Es imposible producir más de forma infinita sin agotar los recursos.

¿Qué tiene que ocurrir para que se produzca la transición de una economía de crecimiento a una economía sostenible?

Hace falta concienciación; que la gente apueste por cambiar su modelo económico y, por tanto, su modelo de vida. El principal inconveniente para que este cambio se produzca es que mucha gente cree que, teniendo más, va a estar mejor. Lo que anhelan es tener más. La economía de crecimiento ha impregnado a las empresas, pero también a las personas.

Los apocalípticos económicos y medioambientales mantienen que, si todo continúa así, el planeta se va a venir abajo. Algunas de estas previsiones catastrofistas tienen ciertamente una base científica, así que podrían cumplirse sus previsiones. Lo que ocurre es que, en mi opinión, no se puede recurrir diariamente al pensamiento apocalíptico para tratar de que la gente cambie de opinión.

«Es imposible producir más de forma infinita sin agotar los recursos»

En definitiva, para que se produzca un cambio de modelo, es preciso cambiar algunas de estas mentalidades y eso no ocurre de un día para otro, se necesita tiempo. Pero alguien tiene que empezar…

Reflexionamos sobre el concepto de Economía Sostenible con el profesor Enrique Lluch Frechina

Hablas de la necesidad de un cambio social, ¿cómo se puede llevar a cabo?

En primer lugar, convenciendo. Tenemos que saber argumentar porqué cambiar y reorientar la sociedad hacia otros objetivos distintos, es mejor para nosotros.

Y, en segundo lugar, seduciendo. Esto es casi más importante porque la mayoría de nosotros nos movemos por lo que nos dice el corazón. Cuanta más gente haya convencida y seducida ante la idea de ser más sostenible en su opción de vida o en su empresa, será más fácil. Y cuando digo “seducida” me refiero a que lo vivan en primera persona y crean de corazón que el cambio va a ser bueno.

«La economía de crecimiento ha impregnado a las empresas, pero también a las personas»

¿Qué tres grandes argumentos positivos darías para convencer a los más escépticos sobre el valor de la economía sostenible?

El primero sería que vivir la clave económica desde la suficiencia y no desde el “tener más”, nos hace tener unas vidas mucho más plenas, ser más felices, menos exigentes, más agradecidos… En clave personal, cuando cambiamos nuestro modelo económico y no buscamos tanto el hecho de tener más, sino lo suficiente, aquello que nos permite vivir y centrarnos en lo importante, nos acercamos a la vida plena. Además, nos quita agobios, exigencias, preocupaciones…

El segundo gran argumento es que con una economía sostenible habría más gente que tiene lo suficiente. Construiríamos una sociedad en la que, hasta el que menos tuviese, tendría lo suficiente para vivir. Que no es lo mismo que decir que todos tendríamos lo mismo.

Y el tercero sería la armonía con la creación. Nos hemos convertido en explotadores de la creación. Un jardinero cuida de su jardín, intenta que sea sostenible y dé sus frutos pero, al mismo tiempo, también que esté bello y que perdure. Nosotros nos estamos comportando como explotadores en lugar de como jardineros. Explotamos los recursos para que den el máximo rendimiento en el mínimo plazo. Quizá podríamos plantear una manera de sacar los recursos de la naturaleza que se pareciera más a la forma del jardinero. Así tendríamos un jardín que nos daría lo suficiente, sería bello y sostenible.

«Cuando cambiamos nuestro modelo económico y no buscamos el hecho de tener más, sino lo suficiente, nos acercamos a la vida plena»

En general, ¿crees que las empresas lo están haciendo bien? ¿Quizá hay algunas que han incorporado la sostenibilidad más como estrategia de Marketing que como convicción?

Nuestro sistema es economicista, antepone la economía a casi todo. Y hay empresas –no todas–cuya única y exclusiva prioridad es el crecimiento económico. Su objetivo son los beneficios para los accionistas. Un ejemplo de ello es la fusión que se ha hecho ahora de Bankia y CaixaBank. El motivo principal de la operación es que juntos van a obtener más beneficios.

Muchas empresas adoptarán medidas sostenibles únicamente si con ello consiguen incrementar sus beneficios. No lo harán por convencimiento. A veces los temas ecológicos, sociales, medioambientales… son sólo instrumentos para cumplir la prioridad del beneficio.

La filosofía empresarial opuesta consiste en buscar la rentabilidad de la empresa, pero incluyendo otras prioridades como puedan ser, por ejemplo, generar empleo en la localidad, producir ecológicamente… Existen casos de empresas de economía de comunión, economía del bien común… que son un ejemplo de que el cambio es posible.

«La economía la podemos diseñar como queramos nosotros»

Hay quien dice que la economía está por encima de nosotros y que nosotros nos tenemos que adaptar a sus leyes, pero eso no es cierto, en mi opinión. La economía la podemos diseñar nosotros como queramos. Y puede cambiar. Según como la estructuremos, será bueno para unas cosas y malo para otras. No hay nada que sea bueno para todo. La economía del crecimiento es muy buena para obtener beneficios; nunca en la historia habíamos crecido tanto. Pero también es mala para otras cosas: para la distribución, para la sostenibilidad… Lo importante es saber hacia dónde queremos ir.

¿Crees que los Gobiernos y las Administraciones están haciendo lo que tienen que hacer para favorecer la economía sostenible?

No. Los Gobiernos están alineados con el paradigma economicista. Hasta tal punto hemos enfocado la economía al crecimiento, que el sistema se ha vuelto adicto a él. Producimos y crecemos como más que nunca, hasta tal punto, que tenemos una adicción. Por una parte, sabemos que no está bien continuar con ella, pero, por otra, si paramos, tendríamos problemas graves a corto plazo.

«Hasta tal punto hemos enfocado la economía al crecimiento, que el sistema se ha vuelto adicto a él»

Si no hay crecimiento, esta sociedad se desmorona. Está pensada para crecer y sólo funciona así. Los políticos saben que, si paran el crecimiento, todo se les viene abajo. Para que se produzca el cambio de una sociedad adicta al crecimiento a una que no lo sea, tendríamos que pasar por un periodo de abstinencia y, ¿qué político está dispuesto a protagonizar ese momento duro?

Economía sostenible, ¿utopía o realidad?

¿Acaso son incompatibles? La utopía nos sirve para cambiar la realidad, así que la necesitamos. Mi respuesta es que ambas son necesarias para lograr una economía sostenible: la utopía y la realidad.

Apostar por un modelo de economía sostenible no es fácil, hay que recorrer un largo camino. Pero no hay nada en esta vida que valga la pena, que sea fácil.

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