De un antiguo Erasmus para un futuro Erasmus.

¿Qué le puede decir un Erasmus que regresa al Erasmus que se va?

Elena Gutierrez nos cuenta su experiencia durante el primer semestre en Porto. Ella ya ha vuelto. Allí ha quedado su compañera en este viaje, Celia Morales, para completar un año entero de movilidad.

¿Y tú? ¿Has decidido vivir esta aventura en primera persona?

Elena y Celia en Porto (ISCAP)

«Erasmus es como todo. Tiene defensores y detractores. Hay quienes dicen que es una experiencia única, en la que los chavales tienen que buscarse la vida por primera vez solos. Que les permite conocer otras culturas, y que se lo pasan estupendamente. Que hacen amigos para toda la vida, y que aprenden mucho el idioma del país.

También hay quienes dicen que son unas vacaciones de un año subvencionadas por los padres. Que se lo regalan todo, y no tienen que esforzarse ni ir a clase. Que se pasan el día bebidos y de juerga…

Si, el Erasmus es como todo. Y si es como todo, todas esas opiniones tienen parte de ilusión, y parte de verdad.

Porto, 2017

Durante mi semestre en Oporto he visto, o he vivido, todas y cada una de las afirmaciones anteriores. Para hacer más gráfica la realidad ante la que se encuentran los jóvenes que se van de Erasmus haré una generalización de mi experiencia, frente a la de una de mis compañeras de piso.

Cuando Sara, mi compañera de piso, llegó a Oporto, ya tenía apalabrada una habitación fantástica en pleno centro de la ciudad. Sin embargo, yo estuve más de 2 meses buscando piso desde España, y un mes adicional buscando piso en Portugal. Vi lo peor de la ciudad, a los precios más exagerados que uno se pueda imaginar, hasta que finalmente acabe viviendo con Sara.

A orillas del Douro

Cuando Sara fue el primer día a su universidad le dijeron que no tenía que ir a clase, que ya le dirían por correo si le enviaban algún trabajo. En mi universidad la asistencia no solo era obligatoria, sino que estaba fuertemente controlada. Gracias a eso, Sara tenía un horario abierto, en el que podía permitirse salir el día que quisiera, o hasta la hora que fuese. Incluso apuntarse a viajes, aunque éstos no tuvieran una fecha cierta. Yo tenía que despertarme todos los días a las 6:30 de la mañana, ya que mi universidad quedaba casi a una hora de mi casa. No podía hacer mucha vida social, ya que los horarios de mis clases exigían que estuviese en la universidad hasta la noche.

Porto nocturno

La familia de Sara no tenía mucho dinero, así que ella tenía que vivir con la beca y lo poco más que la podían dar. La beca que te dan para irte a Portugal es de 250€, y el alquiler de una de nuestras habitaciones ya era más que eso. Sin embargo, afortunadamente yo pude vivir sin estrecheces.
En la universidad de Sara, apuntaba a sus alumnos Erasmus a unas clases gratuitas de portugués donde la asistencia era obligatoria. A día de hoy Sara no sabe decir más que “No percibo” que viene a ser algo así como “No te entiendo”. Me gustaría decir que yo hablo portugués, pero sería una exageración. No tuve la suerte de que me apuntaran a ningún curso de portugués, y para ser justos… tampoco hubiera tenido tiempo. Así que me tuve que buscar la vida, y tras mucho esfuerzo conseguí hablar con fluidez lo que ellos denominan como “Portunhol” que es una mezcla entre el portugués y el español.
Debido a las circunstancias Sara solo pudo hacer amigos españoles, ya que los españoles somos una auténtica plaga en Portugal. Pero gracias a mi empeño en aprender a hablar portugués, y a que yo sí que debía de asistir a clase, yo conseguí hacer buenos amigos tripeños (originarios de Oporto), lo que me ayudó mucho a mejorar el idioma y a conocer el país.

Puente sobre el Douro

Cuando uno decide irse de Erasmus se le plantean una serie de incógnitas que no se resuelven hasta que esta en su destino elegido. A veces, tras varios meses viviendo allí. Creo que es un error garrafal decidir irse de Erasmus porque espera de él una cosa cierta. Ya sea porque crees que se vas a pasar el día de fiesta, o porque no te vas a tener que esforzar para sacar nota, o porque crees que aprenderá el idioma en una semana, o por el motivo que sea! La realidad es que las experiencias Erasmus no siguen una regla. Hay miles de factores, que empiezan en la misma actitud de la persona que va, que influyen en tus vivencias. Sara y yo somos dos chicas españolas, de más o menos la misma edad, que vivían juntas, y que tenían las mismas oportunidades. ¡Pero nuestra experiencia Erasmus es completamente diferente!

No digo que mi experiencia Erasmus haya sido mala, o peor que la de mi compañera, aunque aparentemente lo pueda aparecer. Honestamente creo que no lo ha sido. Puede que haya sido más dura, pero también he conseguido ver o hacer cosas a las que ella no ha podido acceder.

Por eso, desde la perspectiva de ese porcentaje de Erasmus a los que les hacen trabajar, te digo que te vayas de Erasmus. Que lo pruebes. Creo que es una forma excelente de conocerse a uno mismo. Cuales son sus inquietudes, sus límites, o cómo reacciona ante situaciones que no había vivido antes. Es una oportunidad única de la que solo disfrutamos los europeos, y que le es mucho más difícil de realizar a los estudiantes de otras partes del mundo. Es algo que las empresas valoran muchísimo. Es una toma de contacto con el mundo real. Aquel que está fuera de la casa de tus padres, aunque con el privilegio de jugar con red.

Pero eso sí. Sea de la forma que sea, si te vas de Erasmus, aprovéchalo. Haz todo lo que no puedas hacer en otro momento, y vive todas y cada una de las experiencias que se te aparezcan, porque… cuando este paréntesis de la vida cotidiana se cierra, no vuelve.»

Elena es alumna del Grado de Dirección de Empresas del Centro de Moncada-Alfara y Celia es alumna del Grado de Marketing del Centro de Elche de la Universidad CEU Cardenal Herrera.

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