La imagen del otrora todopoderoso Rodrigo Rato Figaredo, principal artífice del llamado milagro español, entrando detenido en la parte trasera del coche policial con el concurso de la mano del policía de aduanas ha supuesto la constatación de que la corrupción no conoce de cuna, cargos, formación o de relevancia político-social. La crónica de los hechos ya ha sido contada en la última semana infinidad de veces, no obstante vamos a glosar los aspectos más relevantes aportando la visión personal de algunos hechos y por último hacer una reflexión a la luz de la filosofía clásica (fundamentalmente la estoica), de los modernos estudios psicológicos y de la economía de la felicidad de las acciones que hay llevado a Rato a estar donde esta.
En 2012 Rodrigo Rato se acogió a la amnistía fiscal que aprobó el gobierno, que permitía regularizar rentas y bienes no declarados pagando un 10% de los mismos. Finalmente se acogieron 31.000 personas, se afloraron 40.000 millones y se ingresaron 1200 millones (frente a los 2500 esperados) por lo que el tipo real que se les cobro a los defraudadores en este primer año fue del 3%. Posteriormente en el año 2013 el gobierno obligo a que las personas acogidas a la amnistía rellenaran el famoso documento 720, por el cual se les conminaba a declarar el conjunto de sus bienes en el extranjero. De las 31.000 personas acogidas Hacienda esta, hasta la fecha en que escribo esto, investigando a 715 personas. El único nombre que se ha filtrado ha sido el de Rodrigo Rato, el cual es acusado de alzamiento de bienes, blanqueo y fraude fiscal. El caso de Rodrigo Rato nos sirve para reflexionar sobre la bondad de los objetivos que nos planteamos en la vida y que explicitaremos en posteriores entregas.