Sobre las causas de la pobreza y la emigración

La alumna Yaiza ha escrito el siguiente post:

«Para poder analizar de manera adecuada la emigración en los países subdesarrollados debemos remitirnos a una serie de factores internos y externos, es decir, que deben ser proporcionados por el gobierno o que se ven influenciados por la política internacional. Ambos suponen una gran parte del conocido como IDH (índice de desarrollo humano) que junto con la riqueza económica del país, indicada por la renta per cápita, mostrarán cómo de desarrollado se encuentra ese país. Para poder diferenciar las categorías, estas están separadas en tres: del 0 al 0,5 los países subdesarrollados, del 0,5 al 0,8 los países en vías de desarrollo y del 0,8 al 1 los países desarrollados. En cuanto a los menos desarrollados encontramos a la República Democrática del Congo con un 0,276 y a Níger con un 0,295 de IDH.

Sin embargo, es necesario recalcar aquello que hace a un país subdesarrollado, o a uno desarrollado como tal, son esa serie de factores que hemos mencionado anteriormente. No obstante, existen una serie de causas por las que lo son.

En primer lugar, centrándonos en las causas, encontramos cuatro: la causa geográfica y climática (la localización y las condiciones climáticas contribuirán o no a la creación de estructuras socioeconómicas que mejoren las condiciones del país); la causa política (la existencia de democracia en ese país, así como el respeto a los derechos humanos favorecerán la estabilidad social del país); la causa demográfica (la población de un país así como su preparación ayudarán al desarrollo de un país); y los condicionantes externos en los que englobamos el comercio internacional (del cuál los países subdesarrollados sólo son partícipes del 0,3 %) y la catalogada por muchos economistas como “sumisión a los países del hemisferio norte).

A continuación, hacemos incidencia en las características de los países subdesarrollados, es decir, en los factores internos y externos que hacen que su IDH sea menor al 0,5. Entre los factores internos más relevantes se encuentra la falta de democracia, elevadas tasas de desempleo, escaso acceso al agua potable, desigualdades económicas elevadas, bajas rentas per cápita, alta tasa de mortalidad infantil, baja tasa de alfabetización, corrupción y escased de recursos naturales. En cuanto a los externos, existen entre otros: la elevada deuda externa y la dependencia de recursos tecnológicos y naturales de países externos.

Ahora bien, habiendo visto esto, volvemos con el tema que estábamos tratando: la emigración de los países subdesarrollados. Casi el 70% de los inmigrantes que llegan a las costas de Europa son jóvenes de entre 15 y 31 años, cualificados, y el restante 30% corresponde a mujeres y niños. Todos ellos buscan una mejora de sus condiciones de vida, abandonando sus hogares y familias y sin tener la certeza de que van a volver. Por ello, sus principales destinos son el primer lugar países europeos como Alemania (con 10,8 millones de inmigrantes recibidos en 2015), Francia (con 6,7 millones), Inglaterra (con 6,5) o España (con 6,4 millones).

Debido a estas olas migratorias que se han estado produciendo a lo largo de diez años, existen una serie de consecuencias para los países emisores, no sólo para los receptores. A corto plazo, se ha producido un vacío demográfico que no puede sustentar ni garantizar el mantenimiento del sistema económico. Y  medio plazo, vemos que esta falta de jóvenes repercutirá en la inexistencia de mano de obra cualificada y la falta de personal para cubrir los servicios públicos como la sanidad, la educación, la política, etc.

Por todo ello, los países desarrollados deben cambiar su mentalidad y darse cuenta que ayudar a los países subdesarrollados no les quitará riqueza sino que aumentará sus beneficios, no sólo económicos.»

 

 

 

 

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