Las dos caras de la desigualdad

Desigualdad

Tras tantas crisis vividas a nivel mundial (unas todavía se están viviendo), es normal el interés de las personas por el tema de la desigualdad. Cada vez sale a la luz una mayor cantidad de estudios de varias ONG tal como Oxfam sobre este asunto que tanto ha logrado calar en las consciencias de las poblaciones. En el mes de Enero dicha ONG aseguraba que «el 1% más rico del planeta ya tiene tanto como el 99% del planeta». Datos como este pueden resultar chocantes; incluso desde hace un tiempo estos han ayudado a que se promulgue la idea de que cada vez los ricos son más ricos y los pobres más pobres.

Sin embargo, esto no es verdad. Por supuesto hay casos específicos; si una desigualdad de riqueza aumenta, teniendo como consecuencia la disminución del poder adquisitivo de los sectores menos pudientes, es algo totalmente rechazable; pero en general es una falacia que cada vez los ricos se enriquezcan y los pobres se empobrezcan.

Tenemos que entender que es un error tocar el tema de la desigualdad si a su vez no se mencionan en profundidad datos tan relevantes como:

  • Según el Banco Mundial, en 1990 el 40% de la población mundial era considerada pobre; en el año 2015 esa cifra fue del 9,6%. Una reducción más que considerable si se tiene en cuenta que en ese período la población en el planeta casi se ha duplicado. El Banco Mundial también predice la erradicación total de la pobreza para el año 2030.
  • La desigualdad puede aumentar, sin embargo los pobres no tienen por qué ser más pobres. China e India son uno de tantos ejemplos de esta realidad. En el primero, la pobreza extrema pasó del 60% en 1990 al 13% en el 2012 aun teniendo una creciente desigualdad.
  • Hoy en día, es más fácil que nunca en la historia de la humanidad aumentar la riqueza propia. Un ejemplo es Estados Unidos: tres cuartos de los estadounidenses con ingresos más bajos en 1970 estuvieron en el 40% más ricos veinte años después; patrones similares se encontraron en varios países europeos. También se puede observar que en la lista de las cuatrocientas personas más ricas del mundo de la revista Forbes en el 2006, tan solo el 2% era riqueza heredada.
  • El ingreso y la riqueza son cosas distintas. Puede tener una baja remuneración pero lograr un gran ahorro o, en cambio, ganar una inmensa cantidad de dinero y gastarlo todo al día siguiente. En otras palabras, la riqueza depende de cuánto acumula con los años. Hay que tener cuidado a la hora de «clasificar» a las personas como ricos o pobres.

Datos como estos abundan y hay que tenerlos en cuenta a la hora de hablar sobre este tema. La desigualdad no puede ser utilizada como una forma de medir el bienestar de una población y no es verdad que no se pueda superar la pobreza sin mejorar la desigualdad.

Por ejemplo, Singapur es un país extremadamente desigualitario, sin embargo, como afirma el economista español Ramón Rallo: «la renta media mensual del 20% de españoles más pobres fue de 420 dólares internacionales, mientras que en Singapur fue de 560 dólares internacionales (un 33% superior), mientras que el 10% más rico de los singapurenses disfrutaban de una renta mensual de unos 9.100 dólares internacionales frente a los 5.500 de los españoles (un 66% más).» Esto es más sorprendente si se tiene en cuenta dos cosas: primero, que España es uno de los países con menor desigualdad real de Europa según un estudio del Instituto Juan de Mariana y el informe «Global Wealth in 2015» publicado por el banco Credit Suisse y, en segundo lugar, que en 1980 la renta per cápita de ambos países era la misma.

Incluso el mismo economista comenta que: «Afganistán exhibe una mayor igualdad en la distribución de la renta que España, pese a lo cual los más desiguales pobres españoles probablemente prefieran seguir viviendo en nuestro país.»

En conclusión, considero que para nada es preocupante un aumento de la desigualdad donde los pobres están logrando salir de la pobreza a la vez que los ricos se vuelven más ricos. Lo importante es que los sectores menos pudientes puedan aumentar su riqueza y sus rentas, y si además de esto, al rico le va bien, pues bien por él. No hay que olvidar que el rico también genera riqueza, y bastante; incluso el líder comunista chino Deng Xiaoping dijo en su momento: «Dejemos que ciertas personas se hagan ricas primero», a lo que el economista Thomas Sowell escribe que el líder asiático «reconoce una solución de compromiso entre reducción de pobreza y la de las desigualdades». Y por último, resaltar una vez más que un país no está ni mejor ni peor por tener una alta o baja desigualdad.

 

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