¿Hay que comprar sólo productos españoles?

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Aquellos que luchan por la libre empresa y por la competición libre no defienden los intereses de aquellos que son ricos hoy. Ellos quieren que se deje libertad a hombres desconocidos que serán los emprendedores del mañana. -La acción humana, Ludwing Von Mises

Con la crisis económica que ha azotado a nuestro país y el mundo en general, muchos sectores políticos han defendido la idea de que es por culpa de la globalización. Donald Trump, LePen, Sanders…ganan votos de forma populista diciendo que «los chinos, los mexicanos nos quitan el trabajo». La compra de productos extranjeros, más baratos y hechos de otra calidad han empobrecido al comercio local, lo que ha hecho que nuestra población se vea altamente perjudicada por el exterior, desencadenando en paro y alargando la crisis. Esta visión de la economía es defendida por el mercantilismo (a menudo confundido con liberalismo económico) y por los fascismo autárquico nacionalista. Sin embargo esta idea anti-globalización de las mercancías es errónea y si solo compráramos productos españoles nuestra economía se vería empobrecida.

Para empezar habría que preguntarse qué es hoy en día «un producto español». ¿Un coche de acero alemán, ensamblaje chino, con metales o plásticos sacados de algún país del Sur de Asia y finalmente pintado en España, es un producto español? Hoy en día es claramente imposible saber definir lo que es un producto español, y de cómo según qué producto, qué tanto por cien se queda en los beneficios de dicho producto en el país. Tomando el caso extremo pensaremos que los productos pasan de media por casi tres o cuatro países en nuestro mundo abierto y globalizado de las mercancías, por lo tanto distinguir qué es un producto chino, estadounidense o español es muy complicado.

Pero dejando a un lado esto pongámonos en el caso de que un producto sólo se produce en España y Francia por ejemplo. España en un alarde mercantilista-nacionalista decide boicotear a los productos franceses, que se venden también en España pero más baratos y de mejor calidad. Por una parte, habrían grandes efectos negativos y ninguno positivo para el consumo a largo plazo y por consiguiente al ahorro. Por una parte sufrirían todos aquellos importadores de productos franceses a nuestro país, debido al boicot vía impuestos o vía legislativa, se haría imposible vender productos franceses que resultaran rentables, tendríamos una clara disminución de ahorro en estos sectores. Por consiguiente se dejarían de vender y la oferta de dichos productos caería en consecuencia. Una disminución de la oferta conllevaría un descenso de los productos franceses en el mercado por lo tanto nos encontraríamos en el mercado con mercancías más caras y de peor calidad. Algunos podrían decir que al disminuir la oferta del producto los precios podrían caer debido al desplazamiento de ésta. Sin embargo esta política mercantilista se ha producido porque los productos franceses son más baratos por tanto al eliminar estos es muy cuestionable pensar que los improductivos productos españoles bajarán de precio. Este nuevo cártel de mercancías no disminuirá el precio debido al privilegio estatal concedido.

Las consecuencias a corto plazo parecen ser beneficiosas para todos los españoles. Sin embargo no lo son, ni a largo ni a corto plazo. A corto plazo sería dar rienda suelta a este nuevo cártel privilegiado por el Estado para vender sus mercancías y condenar a los consumidores a mayores precios por un producto que antes podían obtener a más bajo precio, habría una disminución del ahorro total en la economía, y irremediablemente un empobrecimiento general de la economía nacional. A largo plazo es convertirnos en un país menos competitivo en el mercado abierto, nuestros productos son más caros y seguramente su calidad no aumenten debido a que no están sometidos a la competencia exterior, nuestro ahorro es menor a la par que lo es nuestra inversión.

No debemos echar la culpa de nuestros problemas al sector exterior de la competencia del mercado. Tenemos que abrir a nuestra economía a la competencia para mejorar nuestra productividad, tanto interna como externa. Es el aumento del ahorro lo que enriquece a la economía, no el consumo interno desenfrenado, un mayor ahorro incentivaría la inversión y mejoraría nuestros productos. A nadie se le pasaría por la cabeza lo que podría ocurrir si nuestra comunidad local se cerrara a cal y canto al exterior nacional. Es el mismo efecto aumentado.

Concluyendo, la compra de producto exclusivamente nacional es muy complicado debido a que es muy difícil distinguir qué es o no es un producto nacional y aunque nos pusiéramos en la tesitura de que pudiéramos distinguir este fenómeno sería hacer el «harakiri» a nuestra economía tanto interna como externa y al ahorro nacional. Debemos ver que abrir a nuestra economía a un mercado de 6000 millones de clientes potenciales es mejor que dejarla a un mercado de 50 millones de personas. No debemos conceder concesiones estatales a nuestras empresas, eso solo conllevará un empobrecimiento local y a una distorsión de la libre competencia de mercado. En el liberalismo no se defiende el privilegio empresarial, esa es la visión mercantilista y autárquica de la economía. Tenemos que dejar que nuestras empresas compitan con las otras extranjeras en nuestro mercado, abrir las fronteras de mercancías y capitales para que la globalización que está sacando al mundo de la pobreza se haga aún más patente y las empresas locales dejen de extorsionar a los ciudadanos pidiendo privilegios estatales para enriquecerse ellos. A largo plazo no lo harán, la economía se empobrecerá, así como sus negocios. No nos dejemos engañar por los movimientos pseudo-racistas de hoy día que distorsionan la realidad, no les quitan ni el trabajo ni les quitan nada nada, nos hacen más ricos a todos mejorando los métodos de producción. Una economía abierta, libre y globalizada es el mejor método para el enriquecimiento y la paz mundial.

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