Lo que aprendes de una nevada en Roma

Hola, soy Enara, estudiante del Doble Grado de Educación Infantil y Primaria. Mi Erasmus comenzó en el segundo cuatrimestre de tercer año, ya que el primero me coincidía con el PRACTICUM I y prefería hacerlo en España. Lo bonito de hacer un Erasmus en tercer año y hacerlo de un solo cuatrimestre, sea la carrera que sea (aunque en mi caso fue magisterio) es que, si te gusta, siempre tienes la posibilidad de intentar volverte a ir en cuarto. Con esa idea llegué a Roma… y no hay que decir que me enamoró inmediatamente.

Para llegar a la Universidad LUMSA desde mi casa tenía que coger un tranvía y después un autobús, pero lo cierto es que cerca del edificio, a menos de ocho minutos, había también una parada de metro. De todas formas, lo cierto es que la mayoría de las veces yo cogía solo el tranvía y luego iba andando (apenas unos veinte minutos) por la ribera del Tíber, hasta que llegaba a ella.

Camino de la LUMSA, Via della Conciliazzione.

El paseo, desde luego, merecía la pena. Sobre todo, cuando hacía buen día. Pero, si en vez de caminar decidías coger el autobús (número 23) te dejaba justo en la puerta del edificio principal, pero como pasaba por la calle principal del Vaticano, tenías una preciosa vista de éste. Porque esa es otra, de todas las universidades de Roma, la LUMSA es la que mejor localización tiene: los tres edificios, apenas separados entre ellos por 500 metros o menos, están a dos o tres minutos de la Ciudad del Vaticano.

La mayoría de mis clases estaban entre la sede de Traspontina y la sede de Vaschette, que tiene una preciosa plaza con árboles y bancos de piedra que se llenan de estudiantes cuando hace sol y una clase ha acabado un poco antes. Nada más entrar en Vaschette el conserje te recibía con un “Buongiorno” o un “Buon pomeriggio” y aunque no sabía demasiado inglés, podías aclararte bastante bien si le preguntabas dónde estaba una clase.

«Ha sido una experiencia realmente maravillosa y que recomiendo al 100%.»

También es cierto que el sistema de estudio ha sido totalmente diferente al que estoy acostumbrada en el CEU: aquí en España las clases de magisterio son prácticas y amenas y allí eran más teóricas (sólo decir que en lo que aquí sería Educación Plástica y Visual allí tuve que leerme dos libros sobre la historia del arte), más parecidas a la enseñanza de la escuela tradicional, y aunque las clases y las apuntes estaban en italiano, si no comprendías bien el idioma, los profesores te daban todas las facilidades que necesitases, como tener un examen diferente y poder hacerlo en inglés.

Fontana di la Piazza di San Pietro.

Aunque sí que es verdad que yo casi no me acercaba al edificio principal, si tenías que ir a visitar a tu coordinador Erasmus en la oficina de relaciones internacionales o a alguna charla o reunión, tenías que ir y resultaba ser totalmente moderno por dentro a pesar de que por fuera fuese un edificio italiano de ladrillo más, con una fuente (de agua potable, como todas en Roma) en la fachada.

En el día de la bienvenida a los estudiantes erasmus nos ofrecieron información variada sobre cómo movernos por la ciudad, pedir los papeles que necesitábamos (si no lo habíamos hecho ya) y nos dieron información sobre los hospitales a los que teníamos que acudir dependiendo del lugar en el que viviéramos. Además, nos presentaron a los organizadores de una asociación erasmus, que se encargaba de organizar viajes, tours y fiestas y, en general, toda la vida estudiantil entre las cuatro universidades de Roma (La propia LUMSA, Roma TRE, La Sapienza y Tor Vergata).

Entre las cosas que ofrecía dicha asociación me gustaría destacar un viaje a Venezia, Verona y Bologna y un tour nocturno por el Ghetto que empezó en los foros romanos y te dejaba empaparte de toda la cultura y la vida italiana.

Hay que decir que es increíble como en medio de una gran ciudad (con personas ocupadas, que apenas pueden pararse a mirar a su alrededor) puedes encontrarte joyas como las que nos enseñaron durante el tour o las que te encontrabas si cogías el autobús equivocado.

Es justo por este tipo de cosas que, a pesar de la diferencia entre el idioma y la forma de enseñanza, ha sido una experiencia realmente maravillosa y que recomiendo definitivamente, no solo porque los profesores han sido encantadores y las vistas no pueden ser mejores, sino porque la ciudad rebosa cultura por cada piedra, fuente y planta que te puedas encontrar en el camino y perderse por las calles de Roma mientras vas a la Universidad (a pesar de poder llegar tarde) es algo totalmente delicioso.

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