Tan solo llevo un mes de prácticas en el colegio Pureza de María, con niños de 5 años, y, aunque pueda parecer pronto, ratifico mi vocación: maestra de Educación Infantil.
Quiero ser maestra porque, además de enseñar a los niños, aprendo cada día cosas de ellos; por ejemplo, valores como la generosidad, el compañerismo, la exteriorización del cariño… La experiencia de llegar por las mañanas y que los niños me reciban con un abrazo o un beso, así como que a lo largo de la jornada con frecuencia recurran a mí porque necesitan mi ayuda (con las tareas de clase o, simplemente, para que les abra el bocadillo), resulta altamente gratificante.
Otro aspecto que me encanta de esta profesión es el de contribuir al desarrollo y futuro de los niños, lo que, por cierto, sé que supone una enorme responsabilidad.
Soy consciente de que me queda mucho por aprender, pero estoy llena de fuerza y de ganas.
Alba Marco Melero
Alumna del Grado en Educación Infantil
#MagisterioUCH