Este año, estoy haciendo las prácticas en el gabinete psicopedagógico del Colegio San Roque de Valencia. En lugar de trabajar con un grupo de la misma edad, cada día trato con alumnos de distintas edades que, además, presentan alguna dificultad en su aprendizaje. Uno de ellos, es una niña china que se acaba de incorporar a 1º de Primaria y no conoce el idioma. Nuestra labor es enseñarle a hablar español para que pueda relacionarse, aprender los contenidos de su curso, disfrutar del colegio y, en definitiva, poder interactuar en el contexto que le está tocando vivir.
Esta niña es traviesa, inteligente, alegre y destaca por su afán de superación. Disfruta de las clases ya que intentamos que sean dinámicas y divertidas. Hace poco, para motivar más su aprendizaje, creamos una ficha para jugar con el vocabulario, como si se tratase de un concurso. La ficha consta de cuatro estrellas que puede colorear cuando acierta y si completa todas, consigue una estrella mayor. El reto es obtener el mayor número de estrellas y para ello debe recordar las palabras.
Este juego le gusta pero resulta insuficiente el hecho de alcanzar estrellas. Para completar este método de enseñanza del castellano, en clase jugamos con ella, nos subimos a las sillas, nos escondemos debajo de las mesas, saltamos, subimos y bajamos escaleras, abrimos y cerramos puertas, cogemos libros grandes y pequeños… Así, su aprendizaje del idioma resulta más significativo y podemos utilizar las fichas como evaluación.
La alumna avanza poco a poco pero muy satisfactoriamente y nos brinda momentos únicos. ¡Estoy deseando que hable español porque estoy segura de que tiene millones de ideas en la cabeza que quiere compartir con el mundo!, y cuando lo consiga me sentiré orgullosa de haber podido participar enseñándole a alcanzar las estrellas.
Maravillas Ramírez de Arellano Falcón. Universidad CEU Cardenal Herrera