En el colegio Escolapias de Valencia, todos los días nada más llegar a clase nos quitamos las chaquetas y los niños y niñas se ponen sus baberos. A continuación, se sientan en la asamblea formando un semicírculo y empezamos a pasar lista. Una vez hemos contado a los niños que han venido o no a clase, rezamos dos oraciones; una destinada a la Virgen María y otra a Jesús.
El lunes, la maestra de la clase se tuvo que ir un momento y me dejó al cargo de la misma. Así es que, comenzamos a pasar lista y, una vez terminamos, nos preparamos para rezar. La postura adecuada para el rezo consiste en: pies de indio, cuerpo relajado, manos apoyadas en las rodillas y ojos cerrados.
Como es lógico, fui yo la primera en adoptar esta posición y los niños me imitaron. Dio la casualidad que ese día entraban algunos rayos de sol por la ventana y me iluminaron parte del rostro. Uno de ellos, se fijó en este pequeño detalle y, con voz de absoluta admiración me dijo:
– ¡Carla, pareces un ángel…!
Abrí los ojos y, viendo la cara que ponía al decírmelo, no pude evitar esbozar una sonrisa como muestra de agrado. Los demás se dieron cuenta de lo mucho que me había gustado el comentario y empezaron a repetir “¡Eres un ángel!” “¡Eres un ángel!” riendo y corriendo a abrazarme.
Es una bendición poder trabajar con niños. No concibo esta profesión sin que hayas reído, al menos, una vez con ellos al día. Vosotros sí que sois verdaderos angelitos.
Carla Coloma.