El pasado miércoles 12 de Abril nos visitaba ASIEM, una asociación sin ánimo de lucro
residente en Valencia, cuyo fin es la defensa de los derechos y la calidad de vida de las personas que sufren algún tipo de enfermedad mental.
El ámbito de la salud mental es muy complejo y extenso, pero se han centrado principalmente en abarcar los trastornos psicóticos y el trastorno bipolar.
Durante la charla pudimos contar con puntos de vista muy diferentes. Entre ellos, Luis nos mostró su experiencia como padre que sufre la enfermedad de su hijo desde hace 16 años, afirmando que a día de hoy todavía no la tiene asumida. Nos hizo llegar sus peticiones como familiar y los puntos en los cree que el sistema sanitario falla con estos enfermos.
“HAY QUE REIVINDICAR UNA ATENCION SUFICIENTE, CON LOS RECURSOS Y MEDIOS
ADECUADOS LOS ENFERMOS MEJORAN MUCHO. SON ENFERMEDADES CRONICAS”
Además tuvimos el testimonio de dos pacientes, contándonos sus experiencias personales y la adaptación psicológica que conlleva el ser consciente de que sufres una patología mental.
“NO QUIERES ASUMIR LA IDEA DE QUE TIENES UNA ENFERMEDAD”
Como alumna de Farmacia, me parecen muy enriquecedoras estas charlas a nivel personal, ya que como futura profesional sanitaria, es una manera muy didáctica para comprender todas las piezas del rompecabezas que conlleva el padecer una enfermedad mental.
“EN ESTO HAY MUCHA SOLEDAD”
Hay que arrancar el estigma de la sociedad de que tener una enfermedad mental supone tener sentimientos de miedo y sobre todo, compasión; traduciéndose esto en comportamientos de rechazo o sobreprotección. Todo ello se fundamenta en una base de desconocimiento e ignorancia ante la enfermedad, ya que son personas totalmente competentes para realizar cualquier tipo de trabajo.
Aunque no se puede obviar que hay diferentes grados dentro de las enfermedades mentales y desgraciadamente no todos los pacientes pueden llevar una vida normal. Sin embargo la mayor parte de las personas con enfermedades mentales están insertadas en la sociedad, desarrollándose en el ámbito laboral. El estar activos es algo muy importante para ellos, ya sea en empleos formalizados o con cualquier ocupación o actividad, como las que se desarrollan en este tipo de asociaciones.
Debería de haber una atención sanitaria más involucrada con estos enfermos ya que en la
mayoría de los casos, los incidentes violentos se dan en pacientes que no están en tratamiento o cuando este no es correcto. Y aunque son un porcentaje mínimo, el efecto adverso de estos hechos aviva el estigma hacia las enfermedades mentales.
El peso social que cae sobre estas personas, dificulta que tengan las mismas oportunidades
que todos, además de una marca negativa que les hace sentir inferiores. En numerosas
ocasiones se les asocia con agresividad debido al desconocimiento, el cual muchas veces viene marcado por los medios de comunicación, que en muchos casos asocian enfermedad mental con violencia en sus titulares. Este desconocimiento afecta gravemente a los enfermos, a los cuales se les está atacando indirectamente como si de personas violentas se trataran, y es que no se puede generalizar. Es algo en lo que nos incidieron mucho los ponentes en la pasada charla. Como futuros farmacéuticos, seremos el eslabón de la cadena sanitaria más accesible para el paciente y por ello, es importante tener un concepto claro y una empatía natural como profesionales ante este tipo de patologías.
Para nosotros es muy fácil detectar a estos pacientes debido a que somos los dispensadores de su medicación, es por ello que debemos dar apoyo y consejo, englobados estos en una privacidad farmacéutico-paciente. El apoyo a los familiares es fundamental ya que también están implicados en el proceso. Es lógico que nos encontremos con sentimientos de incomprensión hacia la enfermedad, rechazo, vergüenza, incertidumbre hacia el futuro de sus familiares…
No obstante hay que tener claro que con un buen seguimiento farmacoterapéutico y una
asistencia sanitaria regular, son personas totalmente integradas en nuestra sociedad, padres, madres, hijos, amigos, compañeros… Las enfermedades mentales no distinguen clase social, cualquiera las puede sufrir, y el paciente en ningún caso es culpable de padecerla. Tenemos que abrir la mente ante este tipo de desafortunadas enfermedades crónicas, desde la experiencia personal me gustaría no tener que vivir tan de cerca una de ellas, pero la verdad es que nadie tiene la culpa de ello.»
Pilar Guijarro, alumna de Farmacia.