Quiero agradecer a nuestra querida María Daniela -3º de grado en Educación Primaria- su generosidad por compartir esta experiencia de prácticas con todos nosotros.
Y, por supuesto, a todos los «profes» de prácticas y a todos los centros que año tras año nos ayudan con su trabajo, con su tiempo y, sobre todo, con sus ganas y su buen hacer.
«A lo largo de mi vida viví y fui testigo de muchas despedidas y, como todas, siempre son dolorosas. Contrariamente a lo que me hubiera gustado, y hace tan solo una semana, añadí otra despedida a mi lista. No fue como siempre, pese a seguir siendo algo triste. Tuve que despedirme de unas pequeñas, pero a la vez gigantes personitas que llenaron estos últimos tres meses de risas y millones de anécdotas.
Desde pequeña jugaba a ser maestra, siempre con una tiza en la mano “dando clases” a mis familiares y a todo aquel que me encontrara por el camino. Sin embargo, siempre fue eso, un simple juego, un sueño, pero nunca era algo real, es más, en más de una ocasión sentí que ese sueño se alejaba de mis manos a toda velocidad. Pero aquí estoy, disfrutando como una pequeña más de esta maravillosa experiencia, por fin puedo asegurar que dicho sueño se convirtió en realidad. Pude disfrutar de cada segundo con ellos, de ayudarles en todo momento. Fui principal testigo de su crecimiento personal, emocional y académico, pero ¿saben qué es lo mejor de todo? Que yo formé parte de ese proceso, que yo colaboré y, sobre todo, que ellos dejaron que lo haga, ellos quisieron compartir todos y cada uno de esos momentos conmigo.
Son tantos los momentos que contaría y compartiría con ustedes… pero, sin duda alguna, tengo claro dos momentos que me gustaría resaltar y compartir con todos.
Uno de ellos sucedió el día 22 de Mayo en las pistas azules del cauce del Río Turia, donde se celebraron las famosas Olimpiadas Vedruna: pruebas de velocidad, relevos, salto de longitud, resistencia, lanzamiento de jabalina… fue un día extraordinariamente maravilloso. Nunca olvidaré la alegría e ilusión que transmitían cada una de sus sonrisas, todas las medallas que me dedicaban desde lo alto del pódium y todos los abrazos que recibí de aquellos pequeños campeones olímpicos.
Otro de los recuerdos que guardaré como el más preciado tesoro fue el día 27 de Mayo, cuando me recibieron en la puerta del colegio con los brazos abiertos felicitándome por mi cumpleaños. Sin embargo, mi mayor sorpresa fue cuando subí a la clase, donde me encontré un cuaderno hecho por ellos con dedicatorias y dibujos donde continuaban felicitándome.
Estos tres cortos e intensos meses con mis pequeños gigantes, han hecho que la ilusión de esa pequeña y risueña niña que jugaba a ser maestra se convierta en realidad, haciendo que cada vez vea más cerca ese futuro que siempre soñé.»
Gracias, María Daniela.