De Erasmus en Roma: non vedo l’ora!

Soy Elena, estudio 5º de Doble grado de Educación Primaria + Infantil y el año pasado, realicé durante el 2º semestre de mi 4º curso, el Erasmus en Roma. Escogí esta ciudad porque nunca había estado en Italia y me llamaba bastante la atención conocer esta gran ciudad y sus alrededores por varias razones:

  • Descubrir” la capital de Italia, en otro tiempo capital del Imperio y en la actualidad la Ciudad Eterna.
  • Descubrir” sus gentes, mezclarme con los compañeros nativos del lugar y con los nuevos observadores que, al igual que yo, pueblan sus calles de forma temporal.
  • Descubrir” sus pequeños encantos, que digo, sus grandes y numerosos encantos.

Recomiendo esta experiencia a todo aquel que tenga la oportunidad de realizarla. La Beca Erasmus nos da la posibilidad de estudiar en el extranjero, en otro idioma, hacer nuevas amistades, conocer otras culturas además de viajar a otros países, ya que gracias a formar parte del programa te ofrecen descuentos en distintas compañías de autobuses, aviones…

Aunque todo el mundo me decía que no me preocupara, al principio estaba un poco asustada. La visita a la ciudad de las siete colinas impone. Lo primero que hice fue tomar conciencia del idioma, pues, aunque no se requería nivel mínimo de italiano, éste era el idioma en el que iba a estudiar, bueno, y el que tendría que aprender si por ejemplo en el supermercado quería preguntar por algún producto. La ventaja es que es una lengua romance y entre el español y el valenciano ya tenía el 60 por ciento del vocabulario.

«qué distantes estamos unos estudiantes de otros y qué iguales somos: mismos sueños, ganas de aprender, vivir…»

Llegó febrero, y el día en que tuve que coger el vuelo hacía lo que iba a ser mi nuevo hogar durante cinco meses. Qué nervios, qué emoción, empezar a volar (nunca mejor dicho), cumplir mi sueño y tener mi propia vida en solitario fuera del abrigo de mis seres queridos. Durante los primeros días, mis padres viajaron conmigo, pues están enamorados de esta ciudad y con el pretexto de ayudarme con las maletas ya tenían la excusa perfecta para volver a visitarla.

Llegamos, dejamos todas las maletas en mi nueva casa y nos fuimos a conocer Roma. Me sorprendió bastante lo grande que es y, a la vez, lo rápido que se llega a los sitios.

Sin apenas deshacer las maletas, me lance a la calle con la misión de explorar la zona y mezclarme con sus gentes. Es sorprendente como una ciudad fundada en el 700 antes de Cristo, casi 3000 años, y que fue el centro del mundo, sigue hoy día encantando al viajero mostrando su historia por todas sus esquinas… estábamos dando un paseo cuando de repente…¡Nos encontramos con el Coliseo!

Qué subidón, lo había visto en fotos y películas, pero nada que ver con la realidad, con el hecho de poder tocar sus arcos. ¡Qué maravilla! No me lo esperaba tan inmenso. Seguimos con nuestro paseo y nos fuimos encontrando los distintos monumentos (La fontana di Trevi, Columnas de Trajano…). No sé si era por los nervios, la emoción o qué, pero cada cosa que veía me fascinaba más.

Tras pasar tres días con mi familia, regresaron a España y mi verdadera aventura empezaba. Lo próximo era mezclarme con sus gentes. El siguiente paso fue descubrir la Universidad de LUMSA. Está situada muy cerca del Vaticano y ahí es donde hice mis primeras amistades, ¡las primeras y las mejores! Con las que compartiría todas mis experiencias durante mi Erasmus y de las que me llevo su cariño y amistad para toda la vida.

Aunque al principio estuve sola en el piso, unas semanas más tarde, empezaron a llegar mis compañeros de piso, con los que también forjé una gran amistad.

En la universidad existe una asociación llamada ESN, que se encarga de organizar eventos, excursiones y viajes para los erasmus. Así que fuimos a informarnos y nos apuntamos al primer viaje, cuatro días en Verona, Padua y Venecia. ¡Tuvimos la suerte de conocer Venecia en plenos carnavales!

Las amistades fueron creciendo y seguimos viajando y conociendo Italia (Napoles, Palermo, Tívoli…). También viajamos a Grecia, Croacia… Aprovechábamos toda oportunidad que teníamos para seguir conociendo mundo y distintas culturas.

Cuánto he aprendido, que distantes estamos unos estudiantes de otros y qué iguales somos en la realidad, mismos sueños, ganas de aprender, de vivir y conocer, que gratificante resulta mezclarte con tus iguales, con la distancia de la familia y con la cercanía de tus compañeros.

Pero no todo era viajar, conocer gente y nuevos lugares. ¡Aquí hemos venido a estudiar! Y que mejor forma de hacerlo que en equipo. Desde la universidad nos pusieron muchas facilidades para adaptarnos al idioma, ofreciéndonos cursos, impartiendo las clases adaptadas para que los erasmus pudiéramos entenderlo y proporcionándonos la atención necesaria. Además, los exámenes eran orales y en caso de no saber explicar bien alguna cosa, los examinadores nos echaban una mano.

La ventaja que tuve de hacer el Erasmus en Roma es que estaba muy cerca de Castellón (mi ciudad natal y de residencia) y recibí muchas visitas de amigos y familiares. Qué maravilla poder atender a tus amigos de la infancia, “son mis amigos y con ellos me paso las horas…” reza una bonita canción. Enseñarles La Ciudad Eterna, ver sus caras de asombro ante tanta belleza.

Hacer de guía para los tuyos, echarnos unas risas y sentir nostalgia de nuestra casa, de nuestra familia y de nuestros maestros y de nuestra universidad, todo tan distante ahora, pero que, con la llegada de los amigos, se hace tan entrañable y cercano.

Me llevo Roma en el corazón, a toda su gente y todos sus lugares maravillosos. Es una experiencia que repetiría un millón de veces más y recomiendo a todo aquel que tenga la oportunidad de vivirlo, que no se pierda esta experiencia.

Finalmente termino como empecé, recordando que en vuestra mochila viajera no olvidéis meter lo que siempre dicen mis padres: conocer la historia, mezclarse con sus gentes y sorprenderse con sus encantos. Y añadir las oportunidades que nos brinda la Universidad para que se cumplan nuestros sueños, acerquemos nuestros corazones a otras culturas y vivamos con plenitud.

¡Roma, en esta vida y en las venideras, nos volveremos a encontrar!

 

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