Después de acabado mi período de prácticas en el Colegio CEU San Pablo de Valencia, me resulta complicado elegir una experiencia, entre las muchas que he vivido, sobre la que escribir el último post para el blog de MAGISTERIO UCH-CEU.
Cada día me ha ofrecido la posibilidad de enseñar y a la vez aprender de muchas personas de edades muy diferentes, en el colegio, cada hora es una nueva aventura. Implicarse en una comunidad educativa tan amplia hace que la realidad sea caleidoscópica y maravillosa, no tiene fin, me apasiona.
He tenido el privilegio de trabajar con los tutores y profesores de los tres grupos de tercero de Primaria, A, B y C. Son personas llenas de autenticidad y me han enseñado que cada actividad, cada acción que se promueve en el aula se puede convertir en un servicio-aprendizaje en el sentido más amplio del término.
Aprender haciendo un servicio a otro forma parte de una metodología que desarrolla las destrezas psicosociales del alumno. Le ayuda a apreciar que nada existe sólo, de forma individual, sino que cada ser forma parte de un sistema más amplio en el que se establecen relaciones. Que esas relaciones pueden ser complejas y que cada acción individual tiene sus consecuencias, aunque no sean visibles de forma inmediata.
Esto me recuerda una actividad de Aprendizaje-Servicio que se realizó en la clase de tercero de Primaria B dentro del Proyecto ¿Dónde nos encontramos en el Espacio y en el Tiempo?
Los alumnos llevaban varias semanas indagando sobre el Universo, y el corcho de la pared del aula estaba repleto de materiales distintos, que se habían elaborado a raíz de sus preguntas y conclusiones.
Las tutoras de quinto y tercer curso de Primaria, observando los progresos de sus alumnos, pensaron en diseñar una actividad en la que pudieran encontrar sentido a lo que estaban haciendo, aplicando sus conocimientos y habilidades en una práctica de servicio mutuo.
Una práctica de servicio mutuo porque los alumnos de quinto visitarían a los de tercero en su aula y compartirían con ellos curiosidades sobre el Universo, a la vez que los de tercero prepararían una sorpresa para los de quinto, y todo ello, en un entorno de comunicación que generaría múltiples aprendizajes.
Con una semana de antelación se anunció a los alumnos de tercero la visita de sus compañeros de quinto y se les planteó el reto de ofrecerles una sorpresa, algo que no esperaran y que por supuesto debían guardar en secreto para que todos pudieran disfrutarla en su momento.
Por grupos se abrió una lluvia de ideas y mediante el diálogo se llegó a la conclusión de que sería divertido buscar adivinanzas sobre el Universo, tanto en español cómo en inglés, para leerlas en alto y que los alumnos de quinto tuvieran que resolverlas. Además, también se les explicarían las actividades del tríptico que cada alumno estaba elaborando a medida que avanzaba la unidad de indagación.
Para ello hubo que trabajar mucho y de forma eficaz, porque los días volaban y la visita se acercaba. Los alumnos terminaban sus actividades del tríptico intentando que la presentación fuera atractiva y que al abrirlo casi pareciera un trocito del Universo; el que terminaba bien una actividad, ofrecía su ayuda a quien le costaba más o se había atascado en algún detalle.
Se buscó información sobre adivinanzas que trataran el tema del Universo o cualquiera de sus componentes, se repartió una para cada alumno y se ensayó su lectura tanto de forma individual como en grupo. Además, el alumno que leía podía elegir entre todas las manos que se alzaban para contestar, el afortunado o afortunada que se arriesgaba a intentarlo, si no acertaba se pasaba a otro.
El día anterior se repasó todo con verdadera expectación y la tutora les explicó algunas actitudes que les ayudarían a desarrollar su capacidad de participar en la vida social de forma positiva: procurar que todos los invitados tuvieran un lugar en el que sentarse antes que ellos mismos, escucharles atentamente, respetar los turnos de palabra, no enfadarse si se producían cambios de planes o contrariedades, ponerse en el lugar de los demás y obedecer cuando hubiera que terminar…
Paralelamente se distribuyó el espacio de la clase para recibir a los alumnos de quinto, de forma que la palabra fuera la protagonista y se eliminara cualquier tipo de barrera física, así el entorno formaría parte de todo lo que sucediera.
Se consiguió un aula acogedora en la que cada alumno pudiera expresarse y fortalecer sus destrezas de comunicación. A ella llegaron por la mañana los alumnos de quinto y fueron recibidos con sorpresa e ilusión por los de tercero.
Todos recorrieron un Universo infinito de situaciones que probablemente les ayudó a crecer en lo personal y en lo social, su pensamiento creativo y crítico encontró un canal de expresión amplio en el que desarrollarse.
Una vez más comprobé que cuando te pones en situación de dar y lo haces de verdad, a la vez recibes mucho más, en este caso una experiencia que no podré olvidar.
Rosa March Marqués. Alumna de cuarto curso de grado en Educación Primaria de MAGISTERIO UCH-CEU.
Es encomiable la labor que realizan ahora los maestros. Están cambiando la forma de enseñar/aprender, aunque supone una mayor dedicación y esfuerzo por su parte. Valoro su preocupación y su trabajo.
Un saludo.
La docencia es uno de los trabajos más satisfactorios; participar de la formación y construcción de personas. Gracias por contarnos la experiencia Carlos
Muchas gracias por tu comentario, José Luis.
Ciertamente, urge cambiar el modo en cómo educamos a nuestros pequeños. Eso pasa por una mejor formación del profesorado; pero también por un necesario reconocimiento social de la tarea del maestro, como tú has hecho con tu comentario.
Gracias.
Sin duda, la formación en general necesita de un cambio en la forma en la que la entendemos para adaptarla a los nuevos tiempos. La llegada de las tecnologías de la información ha tenido un impacto que aún no podemos medir, tardaremos tiempo en entenderlo pero debemos tratar de buscar la forma de integrarla en los procesos formativos. Está claro que están aquí para quedarse.