Esperamos que no sea la última vez que Marielle Falourd visite nuestro campus. Nos encontramos con ella en Secretaría General, justo en el momento en que va a recoger su título oficial, y no podemos dejar de preguntarle por su actual trabajo como fisioterapeuta y por su experiencia con nosotros. En definitiva, ¡de todo lo que se va a llevar del CEU a Francia, su país natal!
Marielle, parece que fue ayer cuando viniste a nuestros Welcome Days, lista para iniciar tu carrera en Fisioterapia. ¿Cómo surgió la idea de venir a nuestra universidad?
En ese momento, hace cinco años, estaba buscando información sobre universidades españolas y los diplomas que ofrecían, si eran oficiales o no. Me informé sobre las diferentes posibilidades que había en Madrid y Barcelona pero, como a mí las ciudades muy grandes siempre me han impuesto mucho, encontré que Valencia era una opción más familiar. Junto a mi amiga Nadia, visité la web de la universidad y ambas decidimos inscribirnos, al mismo tiempo que en una universidad de Barcelona. Pero, como aquí nos respondieron enseguida, el proceso fue bastante rápido y bueno, ¡la decisión estaba tomada!
Y, ¿no quisisteis probar suerte en Francia?
Sinceramente, en Francia es muy complicado obtener plaza. Allí, después del bachillerato, tenemos que entrar en una escuela de preparación para los concursos franceses con materias comunes para Medicina, Odontología, Fisioterapia… esto es lo que llamamos la Prépa. Y, si no superas el concurso final, no consigues una plaza para estudiar la carrera que deseas.
«encontrar trabajo en francia es fácil, sólo hay que ser cuidadoso con el procedimiento de equivalencia del título»
La verdad es que es un proceso muy difícil porque el número de plazas es muy bajo. Moralmente también es agotador porque el ambiente es muy competitivo y los estudiantes estamos bajo una gran presión. Yo recuerdo mi primer mes y medio de Prépa con angustia… ¡y ni siquiera tienes garantía de tener plaza al final! Las clases son enormes, en formato anfiteatro, con cientos de estudiantes y no puedes seguir bien las explicaciones… Definitivamente, para mí no es una buena forma de aprender, simplemente un filtro para seleccionar candidatos.
Así que un día, mi amiga Nadia y yo nos dijimos: «¿y si vamos a estudiar al extranjero?«. Barajamos varios países, y finalmente nos decidimos por España porque así tendríamos además la oportunidad de aprender un nuevo idioma.
Estudiar Fisioterapia: una nueva vida en Valencia
Y así llegamos a septiembre de 2014, que es cuando aterrizasteis en CEU Valencia, ¿cómo recuerdas esas primeras semanas de curso?
Con los típicos trámites administrativos que no puedes evitar. También recuerdo que tuvimos problemas con el primer piso que encontramos, así que un día nos dijimos «pero, ¿¡¿qué hemos hecho?!?».
Y es que, aunque al principio te ves lejos de tu familia y de tus amigos, enseguida empiezas a conocer gente nueva. Y también te encuentras con grandes profesionales que te ayudan mucho. Una cosa que me gusta mucho del CEU es que aquí los profesores son muy cercanos y el acompañamiento es continuo: si tienes dudas o problemas, incluso a nivel idiomático, te ayudan y te ofrecen tutorías para que puedas seguir la materia sin problemas. En Francia, por ejemplo, la relación es un poco más impersonal y, desde luego, en la preparación al concurso los profesores no te ayudan. La cosa cambia luego en la Escuela de Fisioterapia pero claro, el proceso que tienes que seguir para entrar es demasiado complicado.
¿En qué momento tu amiga Nadia y tú superasteis esa primera etapa y empezasteis a sentir que esta era vuestra casa?
Como te digo, las primeras semanas, los primeros exámenes… todo eso genera un poco de estrés, pero ya en el segundo semestre todo fue más fluido. Incluso con el idioma ya nos sentíamos mucho más cómodas. A esto colaboró sin duda el cambio de vivienda, porque compartimos casa con unas españolas. A partir de ese momento, todo mejoró muchísimo: para mí, una de las claves está en relacionarse y hacer amigos españoles.
«hay que sentir mucho amor por las personas si quieres ser un buen fisioterapeuta.»
Al principio, recuerdo que compañeros como Ronan, Nadia y yo misma hacíamos lo que era más fácil: hacer piña con los franceses y hablar francés, que es lo normal. Sin embargo, yo recomendaría que los estudiantes internacionales hicieran el esfuerzo y se acercaran a los españoles, porque al final van a mejorar el idioma e incluso les va a resultar más fácil seguir las clases.
Y a Ronan, Nadia y al resto de tus compañeros franceses, ¿cómo les va, están contentos de su experiencia CEU?
Todos los compañeros con los que mantengo relación estamos muy contentos de nuestro paso por la universidad y, de hecho, todos hemos encontrado trabajo en Francia. Yo volví a finales de julio a casa, había preparado ya todos los papeles para la DRJSCS, que es el organismo que hace las equivalencias, y a finales de septiembre ya tenía la resolución. No he tenido ningún problema para el reconocimiento de mi título, pero sí que hay que prestar atención a la documentación que hay que presentar. Y también al número mínimo de horas de prácticas exigidas en cada uno de los dominios.
Yo hice la mitad de mis prácticas en España y la otra mitad en Francia sin ningún tipo de problema, pero antes me había informado y me había asegurado de que era posible. Si haces las horas que piden y en todos los dominios que exigen, todo suele ser muy sencillo. A mí me pedían 1200 horas de prácticas, pero recomendaría incluso hacer más porque, cuantas más horas de prácticas, mejor para la equivalencia de estudios. En la secretaría de la facultad, por ejemplo, hay personas que pueden ayudar.
Vuelta a casa y búsqueda de trabajo como fisioterapeuta
Cuéntanos cómo te enfrentaste a tu primer paciente «real», una vez terminaste la carrera y volviste a Francia…
Puedes hacer tantas prácticas como quieras, pero la profesión impone mucho. Cuando volví a Nantes, me puse a buscar opciones de trabajo en otras regiones y a finales de octubre me fui a los Pirineos a trabajar en una clínica privada. La verdad es que en Francia hay mucho empleo en este sector, ¡sólo hay que pasarse por la web Physiorama!
En la clínica ofrecemos fisioterapia general, aunque uno de mis compañeros es fisioterapeuta y también osteópata. Sin embargo, por cuestiones legales no podemos mezclar ambas disciplinas. Por mi parte, dedico la mitad de mi tiempo a la clínica y la otra mitad a hacer visitas a domicilio por los pueblos colindantes. Es esa relación con el paciente lo que marca la diferencia; el entrar en su intimidad, en su hogar… te hace desarrollar una gran capacidad de empatía. Desde luego, hay que sentir mucho amor por las personas si quieres ser un buen fisioterapeuta: donde otros ven un paciente o una patología, yo veo una persona.
¿Te planteas realizar algún tipo de especialización en el futuro?
En su momento me gustaron mucho mis prácticas en neurología, y también la parte músculo-esquelética; la pediatría también me gusta, pero creo que a nivel emocional es demasiado exigente. Ten en cuenta que, como profesionales de la salud, nosotros trabajamos el dolor, y muchas veces hay mucho dolor. Y para hacer frente a eso tienes que aprender a protegerte.
No creo que haga una especialización a corto plazo, aunque hay muchísimos cursos que te permiten ampliar tus conocimientos en temas más específicos como ligamentos cruzados, patologías del hombro, de la espalda, terapia manual, osteopatía, fisioterapia deportiva…
«Una de las cosas que más valoro del CEU es que los profesores son muy cercanos y el acompañamiento al alumno es continuo.»
Y ahora que eres fisioterapeuta y que has cumplido tu sueño, ¿qué recuerdos te vas a llevar de nosotros, de tu universidad?
Me llevo a mis compañeros, a mis profesores, a tantas personas que nos han visto evolucionar estos años. A veces no nos damos cuenta, ¡pero evolucionamos y crecemos tanto! Y la relación con los profesores es muy cercana, incluso mis padres lo percibieron en la graduación. Sí, también el orgullo de mis profesores y de mis padres.