Una (breve) historia de la Bauhaus

En 1919, el arquitecto alemán Walter Gropius fundaba la Staatliche Bauhaus en la ciudad de Weimar. Este año se conmemora el centenario de esta institución, responsable de una de las corrientes artísticas más revolucionarias e innovadoras en la historia del diseño y de la arquitectura, y la primera escuela de arte verdaderamente moderna: la estética, el legado y la influencia de la Bauhaus siguen hoy, cien años después, de plena actualidad.

Libros sobre el movimiento Bauhaus
Crédito | Dezeen

¿Quién fue ese Walter Gropius?

Nacido en Berlín y proveniente de una estirpe de arquitectos, Walter Gropius es posiblemente, junto a Le Corbusier y Mies van der Rohe, uno de los arquitectos más influyentes de la primera mitad del siglo XX. Su interés por el diseño funcional siempre le llevó a proyectar complejos industriales y de viviendas que pudieran construirse de manera rápida y económica.

Walter Gropius
Walter Gropius (1883-1969), arquitecto alemán y fundador de la escuela de la Bauhaus

Desde 1907, Walter Gropius había colaborado con un grupo de artistas, arquitectos y diseñadores del Deutscher Werkbund, predecesor de la Bauhaus. Este grupo, radicado en Munich, gustaba de crear objetos simples, sobrios y funcionales que aunaran el diseño con lo mejor de los procesos industriales que se estaban desarrollando en esa época.

Cuando Gropius fue elegido director de dos escuelas de arte recién creadas en Weimar, recogió todas las influencias del Werkbund y las impulsó en lo que a partir de 1919 denominó Bauhaus («casa de construcción»): una escuela decidida a acercar la artesanía y el arte a la industria. En poco tiempo, el centro se desligó de otras instituciones similares y consiguió desarrollar una personalidad propia, en gran medida por lo revolucionario de su método de enseñanza.

En la Bauhaus se creaban objetos prácticos, simples y útiles, adecuados a los nuevos tiempos que corrían en los años 20

Los estudiantes de la escuela debían seguir un programa de estudios que incluía materias relacionadas con las bellas artes, pero también las últimas técnicas en diseño para conseguir objetos que fuesen comercialmente viables. Al comenzar su formación, se veían inmersos en cursos relacionados con el estudio de materiales, teorías del color y de la forma, o diferentes aspectos teóricos y prácticos de las artesanías. Tras este primer ciclo, cursaban itinerarios y talleres de especialización en áreas como la cestería, la cerámica, la tipografía o la pintura mural. Y siempre, bajo la supervisión de un artesano y de un artista.

Algo así como un hub para las artes de vanguardia de la época, la Bauhaus pronto llamó la atención de artistas, arquitectos y creativos experimentales como Paul Klee, Mies van der Rohe o Josef Albers, que pasaron a formar parte del equipo docente.

Weimar, Dessau y Berlín

El concepto con el que nació esta escuela fue tremendamente radical para la época, ya que buscaba reinterpretar y unificar todas las artes bajo un mismo techo. Walter Gropius dejó clara su intención en el Manifiesto de la Bauhaus (1919), en el que describía esa idea unionista entre arte y diseño que buscaba juntar arquitectura, escultura y pintura en una única expresión creativa.

Lámpara de la Bauhaus
Crédito | Tecnolumen

La escuela contó con diferentes sedes desde su fundación hasta su clausura en 1933 por parte de los nazis, que consideraron su ideario estético poco adecuado y lo devaluaron a la categoría de degenerado.

La primera sede se situó en la pequeña localidad de Weimar, donde recientemente se ha inaugurado un museo dedicado a su legado. Tras la desaparición de la República de Weimar, Dessau acogió a la Bauhaus durante su época de mayor esplendor, y fue en esta ciudad donde Walter Gropius proyectó un edificio que pronto se convirtió en un icono que ejemplificaba los principios de la escuela.

«La mente es como un paraguas: funciona mejor cuando está abierta», Walter Gropius

El edificio de la Bauhaus contiene elementos innovadores que posteriormente se han incorporado a la arquitectura más contemporánea, tanto en materiales como en distribución y lógica espacial. Utiliza los principios del funcionalismo y los combina con materiales pioneros como el vidrio, el acero y el hormigón armado para formar un complejo donde convivían la escuela, los talleres y las viviendas de los integrantes.

Además de por su alto valor arquitectónico, el edificio de la Bauhaus es una referencia histórica de innegable importancia en la renovación de las artes del siglo XX, y por eso está actualmente inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Edificio de la Bauhaus en Dessau
Crédito | Oskar Da Riz

Ya en 1930, con Mies van der Rohe como director, la Bauhaus se vio obligada a trasladarse a Berlín. Sin embargo, la difícil situación política de Alemania, unida a las presiones del nazismo, forzaron su clausura. Poco después, Walter Gropius y muchos de los integrantes de la escuela se vieron obligados a emigrar, sobre todo a Estados Unidos, por el acoso nazi. Ya en el exilio, su visión y su trabajo se extendieron y acabaron por influir en todas las generaciones posteriores de arquitectos y diseñadores.

Diseño e industria: el estilo Bauhaus

A finales del siglo XIX, Alemania buscaba desbancar a Reino Unido como primera potencia económica de Europa. Los nuevos métodos de producción industrial permitían a los artesanos y diseñadores alemanes producir en serie y colaborar al crecimiento económico. Los productos industriales eran, por tanto, un factor importante para el desarrollo y la imagen exterior del país: en poco tiempo, los productos alemanes empezaron a ganar renombre por su excelente diseño, funcionalidad y calidad en los materiales.

«El arte en la industria» fue el lema de la Bauhaus: había que diseñar objetos funcionales que se pudieran fabricar en serie

El diseño de edificios y espacios se vio influido muy pronto por el estilo Bauhaus, que defendía las líneas simples y los espacios muy abiertos, decorados siempre con piezas de mobiliario sobrias. Simplicidad, diseños limpios y un concepto de producción bastante industrial son las características fundamentales de este estilo. Y piezas como la silla Wassily, bautizada por Marcel Breuer en honor del artista abstracto Wassily Kandinsky, son una muestra de ello.

Silla Wassily
Crédito | Knoll

Y es que, aunque el estilo Bauhaus inundó disciplinas tan dispares como el diseño de tapices o la tipografía, fue en el mobiliario y en el diseño de producto donde quizás haya dejado algunos de sus mejores muestras.

Nombres como Josef Hartwig, Peter Keler o Mies van der Rohe dejaron su impronta en todo tipo de sillas, lámparas, cunas e incluso juegos de ajedrez. Piezas versátiles, algunas con apariencia muy geométrica, otras con una presencia física mínima o reducida a las formas más primarias, pero casi todas convertidas en iconos de la modernidad.

Silla Barcelona
Crédito | Deezen

Y es que, si algo tienen en común los objetos salidos de la escuela de la Bauhaus, es la de sobreponer el pragmatismo y la utilidad a la belleza. O, por lo menos, a la belleza sin sentido. Por esta razón, muchas de las piezas resultan en formas geométricas simples que permiten su uso combinado o que facilitan su almacenaje, como ocurre con el famoso juego de mesas decrecientes de Josef Albers.

Las chicas de la Bauhaus

Aunque sus nombres quedasen en su momento injustamente relegados a un segundo plano, en la Bauhaus también se formaron mujeres que contribuyeron de forma muy sobresaliente al legado de la escuela. Nombres como Otti Berger, Anni Albers, Gunta Stölzl o Marianne Brandt, entre muchas otras, participaron al mismo nivel que sus compañeros aunque desgraciadamente pocas llegaron a ser tan reconocidas.

Y es precisamene en el centenario de su fundación cuando exposiciones y películas como la alemana Lotte am Bauhaus, inspirada en la vida de Alma Siedhoff-Buscher, visibilizan y reivindican la labor de estas pioneras del diseño de producto, mobiliario y textil.

Cien años después, el movimiento de la Bauhaus sigue siendo reconocido como unos de los más influyentes en la arquitectura y diseño contemporáneos, así como en las artes plásticas y aplicadas. Y la agenda cultural viene cargada de eventos y actividades para conmemorar este aniversario… ¡una ocasión fantástica para descubrir su legado!

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