Beatriz Cervera es una joven paciente que nos cuenta cómo ha mejorado su salud gracias a una gran herramienta: Las manos del fisio. Una experiencia en rehabilitación que le ha ayudado enormemente a superar su fractura de tobillo.
Dolor, eso es lo que siente cualquier persona ante una torcedura, fisura, rotura… Si ésta va seguida de una operación y de un tiempo de inmovilización como es mi caso, la cosa se complica, se alarga y te desespera. Por fin, en una de las consultas médicas, te informan de que el siguiente paso ha llegado, y te remiten al fisioterapeuta de tu centro de salud, tu «fisio», con el objetivo de volver a la movilidad que un día perdiste y tú, desconoces el camino.
Llegados a este punto deseas que la cosa vaya bien y muy rápida (tu mundo sigue moviéndose sin ti y descubrir que no eres imprescindible no te gusta en absoluto). Entras a la sala de rehabilitación, contactas con el fisio e intentas captar al máximo la información necesaria para llevar a cabo tu rehabilitación. Día tras día, vas creando una rutina, día tras día te vas animando al descubrir los lentos progresos. El dolor se va intensificando en ocasiones y con él, los ánimos decaen pero sigues esforzándote con el objetivo de mejorar, de normalizar la situación, de encontrar un camino a seguir… Es en ese preciso momento en el que una sonrisa, unas palabras de aliento o simplemente un comentario gracioso se hacen imprescindibles.
Daniel Goleman nos hablaba de la importancia de la educación de las emociones en su libro Emotional Intelligence publicado en 1995 y es que, hay momentos en la vida en los que las emociones y el control de las mismas van a ser decisiva para conseguir de nuevo tanto el bienestar, como el equilibrio emocional.
Por otro lado, se hace imprescindible valorar la importancia que tiene el trabajo realizado por tu fisioterapeuta, especialmente el realizado con sus manos. Las manos del fisio. Podemos y debemos esforzarnos en casa para mejorar lo más rápidamente posible pero, sin esa actuación (tan valorada por todo paciente que se precie), la sensación de mejora se va difuminando. El tiempo que se dedica a cada paciente va a suponer una gran inversión de cara a la recuperación final.
Llega el día en que te dan el alta en el servicio de rehabilitación pero tu cuerpo no es el que era, el dolor sigue escondido presentándose cuando le conviene, tu cuerpo no se mueve como debería y el tiempo trascurrido te va angustiando. De nuevo vuelve la inseguridad, el miedo a lo desconocido. De nuevo desconoces el camino a seguir y ahora, ya no tienes ese acompañamiento que te ha dado ánimo, que te ha hecho sentirte más segura dentro del mar de inseguridades que te rodea y es entonces cuando más valoras el trabajo realizado por esas manos que te han ayudado a sentirte mejor.
Este escrito pretende ser un regalo en forma de reflexión, en agradecimiento al esfuerzo diario. Espero que la ilusión por mejorar día a día no os abandone nunca, así como la cercanía y trato tan humano que muchos «fisios», y en especial las manos del fisio, sabéis regalarnos.
Atentamente, Bea.
Escrito por: Beatriz Cervera Mora
Publicado por: José Ángel González
Interesante reflexión
Fantástico testimonio Beatriz. Gracias por hacer llegar tu gratitud y reconocimiento a esta, nuestra querida profesión.
Un abrazo.
Gracias a tí también, Javier, por tu continuo seguimiento del Blog. ¡Eres uno de nuestros mejores fans!
Lo mismo digo, Javier: como fisioterapeuta agradezco mucho la reflexión que nos aporta Beatriz Cervera.
Lo mismo digo, María José!!!!