Conejos para Mozambique


Dos Antiguos Alumnos de Veterinaria CEU, Marta Lozano y Valentin Sánchez reciben el Premio Angel Herrera a la SOLIDARIDAD. Así nos cuentan ellos su experiencia:
El 27 de julio del 2010 llegamos a Mozambique. En principio vinimos para 3 meses, pero los tres meses pasaron y nos propusieron quedarnos para completar un año. El año de contrato inicial acabó y firmamos para otro más.

Desde el principio, nos hicimos a la idea de que no iba a ser fácil: seguramente tendríamos que afrontar muchísimas complicaciones, situaciones inexplicables para nosotros, pero aquí absolutamente normales, el salto cultural es gigantesco… La familia siempre ha estado a nuestro lado en la distancia, apoyando y ayudándonos en todo, dándonos los mejores ánimos y consejos.

Vivimos en Nacuxa (Nacala, al norte del país). Se trata de un poblado muy pobre que vive de la pesca y del comercio de los pocos productos agrícolas que dan los campos familiares, principalmente por la falta de agua durante 6 meses, la mala calidad de la tierra y la multitud de plagas que las afectan por no tener medios para combatirlas.

Nuestro trabajo aquí comenzó gracias a una ayuda económica de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo); el proyecto se centraba en expandir el sector de la pecuaria por las comunidades, haciendo del instituto agropecuario donde nos encontramos el centro piloto.

Comenzamos por el estudio las plantas de la región y el tipo de material del que dispone la población, para que no viesen ningún impedimento económico para rechazar la iniciativa a la hora de distribuir los animales. Una vez finalizamos esta tarea, diseñamos el plan de trabajo junto con 5 técnicos formados en el Instituto: consistía en el asesoramiento en la fabricación de jaulas con material local, donde poder alojar los conejos cuando fueran entregados. El proyecto comenzó con esta especie animal, siguiendo el consejo de nuestro decano, Santiago Vega, quien siempre ha estado a nuestro lado en este viaje con su apoyo y sus consejos. Los conejos suponen una fuente proteica de producción rápida y la población de estas comunidades necesita ver resultados rápidos; de no ser así, desisten. Otra de las ventajas que ofrecíamos era que la hembra que entregábamos estaba, en la mayoría de los casos, en estado gestante y los gazapos nacían a las pocas semanas. Estas familias recibían una pareja de conejos (un casal, como aquí los llaman) y nosotros pasábamos cada semana por sus casas para asesorarles sobre la producción, así como dar una cobertura sanitaria a los animales. Tuvimos que darles pequeños cursos de formación, centrándonos sobre todo en el manejo de la especie. Les enseñábamos qué plantas eran adecuadas para la alimentación y cómo realizar el manejo una vez la hembra pariera.

El proyecto fue muy bien: ellos tenían derecho a quedarse con la pareja durante dos meses, que abarcaban más o menos dos partos, y, a la finalización del contrato, debían devolver la pareja, que era entregada a otra familia, pero las crías eran para ellos. Hubo familias que obtuvieron una alta producción, aprendieron que se podían comer los machos y dejar las hembras para producir, que debían intercambiar hembras entre los vecinos para evitar problemas de consanguinidad… pero también hubo familias que no consiguieron grandes resultados, porque el hambre ganó la partida y no pudieron esperar dos meses.

Aquí todos los días llevamos la misma rutina, pero ningún día es igual al anterior: amanece a las 4:30 y anochece a las 17:30, por lo que las horas de luz hay que aprovecharlas al máximo. Nos levantamos a las 6 e iniciamos la tarea a las 7, y la hora de finalizar… nunca se sabe. Además, impartimos clases en el instituto, formando a los alumnos con módulos pecuarios y a los profesores con seminarios de corta duración (fines de semana). Al finalizar en las aulas tenemos que dar la “vuelta de reconocimiento” por los animales pecuarios, comprobar que todo está en orden y planificar la faena del día a los trabajadores.

Los alumnos están encantados, porque todas las clases teóricas están acompañadas de sus prácticas, algo que aquí nunca había ocurrido (el personal formado tiene muchos conocimientos teóricos, pero ninguno práctico). Les enseñamos el manejo de todas las especies, les hablamos del bienestar de los animales (algo nuevo para todos ellos), de cómo deben ser tratados para causarles el menor estrés posible, a castrar lechones, cómo realizar el corte de dientes y las caudectomías, a desparasitar, vacunar… en fin, todo lo que damos en la teoría.

Fuera de nuestro horario de trabajo, nos dedicamos a vacunar contra la rabia a los perros de los poblados. Aquí no existe un sentimiento positivo hacia los animales, los perros son constantemente maltratados, no se les alimenta… todo esto conduce a un círculo vicioso: la población odia a los perros, los maltrata, los perros muerden y los odian aun más, por lo que los maltratan más… Es un reto para nosotros intentar inculcar algún tipo de respeto hacia los animales y, más aun, hacia los perros. Nos tachan de locos cuando nos ven jugar con unas perras que hemos acogido y mucho más cuando nos ven con nuestro macaco (dicen que es una carne rica, muy apreciada por ellos). También damos asistencia veterinaria a los pocos animales de compañía que existen. Están llegando muchos extranjeros (europeos y brasileños principalmente) para cubrir las necesidades del avance que en que se encuentra Mozambique y ellos ya tienen otra clase de sensibilidad hacia los animales de compañía.

Y seguimos ayudando a todas las personas que podemos, directa o indirectamente. Durante nuestra estancia en Valencia en nuestras vacaciones, hubo gente allegada que se involucró con nosotros y nos dio algún dinero para que lo empleáramos de la mejor forma posible.

Hemos comprado los productos de los campesinos a precios bastante más elevados que los de los mercados y luego, con esos productos, hemos dado de comer a gente que estaba hospitalizada en el centro de salud de Nacuxa. Es una forma doble de ayudar con el mismo dinero. Además, compramos semillas para entregarlas en las comunidades, para que, antes de las lluvias, puedan sembrar cacahuete, maíz y un tipo de alubias (feijão).

En el norte de Mozambique, a menos de 2h de coche desde donde nos encontramos, existe una bananera muy importante llamada “Matanuska” y hemos conseguido que entrara un grupo de 8 alumnos en prácticas, que estaban por finalizar sus estudios, de los que tres han obtenido un empleo fijo, con un sueldo que está por encima de la media del país. Ahora estamos preparando un grupo de 9 chicas, para conseguir que, como mínimo, entren la mitad… Es nuestra pequeña aportación para que la gente empiece a valorar más a las mujeres.

A día de hoy, cuando paseamos por las comunidades, la gente de los poblados nos saluda con mucho cariño, nos reconoce e, incluso, hay familias que nos dan ofrendas (palomas, patos, bananas…). En esta sociedad donde las mujeres no son nada valoradas, muchos alumnos dicen que Marta es la única mujer inteligente que conocen, lo que es bastante triste.

Nuestra experiencia aquí está siendo muy gratificante y positiva y está ofreciéndonos la oportunidad de poder ver las cosas con otra perspectiva, de relativizar nuestros problemas. Esta experiencia hace que las personas que venimos de fuera maduremos mentalmente: ahora valoramos lo más insignificante, lo que antes ni nos dábamos cuenta que existía.

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