¿Un selfie en Petra o un chapuzón en Varadero? ¿Y por qué no las dos cosas? Si tú y tus amigos del grado vais a hacer un plan de esos que te llevan de una punta a otra del planeta, búscate un lugar amplio donde quepa todo para hablarlo entre clase y clase. Los pasillos de la Facultad de Ciencias de la Salud, por ejemplo. Luminosos, muy largos (mucho) y sobre todo, anchos.
Allí mismo, hace nada, Kristine (Noruega) se ha organizado sus próximas vacaciones, como quien dice: «Ayer comentaba con una compañera de clase de Jordania que me encantaría visitar con ella su país cuando acabe el curso, aunque también he hecho una amiga de Cuba y tal vez…».
¡Vas a tener un verano muy ajetreado! Hasta que eso llegue, puedes seguir descubriendo España.
Antes de estudiar aquí ya conocía España. Durante muchos veranos he venido de vacaciones con mis padres. Me encanta la cultura española, el sol, la vida en la calle. En cierto modo, estoy cumpliendo un sueño al poder estudiar aquí.
Llegaste en julio para mejorar tu español en el curso que se ofrece en verano para estudiantes internacionales.
La oportunidad de poder cursar un grado bilingüe como el de Medicine fue una de las razones que me hizo decidir por la CEU UCH. No es la única, pero sí una de las principales. En su momento, valoré el hecho de que el programa de estudios incluya tantas horas de práctica porque creo que académicamente se puede avanzar mucho más rápido de este modo. También me atrajo la posibilidad de hacer trabajos humanitarios de la mano de la Facultad y, por supuesto, el ambiente internacional.
el ambiente internacional enriquece como persona y, al final, como profesional
¿Por qué Medicina?
Me gusta pensar que puedo ayudar a gente que lo necesita. No hay tradición en mi familia, pero creo que es un grado que te abre muchas oportunidades, con muchas ramas de conocimiento que puedes explorar. Acabo de empezar y me resulta complicado decir ahora por cuál de todas me decantaré. Sé que es un ámbito perfecto para volcar la faceta humanitaria de cualquier persona con inquietudes en ese sentido.
Hablabas del ambiente internacional, ¿sabes que estás en uno de los grados que más nacionalidades distintas reúne de toda nuestra Universidad?
¡Es fantástico! Entender al otro es parte de ser médico. Ese ejercicio de comprensión lo hacemos aquí, todos con todos. Hay diferencias culturales, idiomáticas, es evidente, pero al final coincidimos en una misma vocación. Ese aprendizaje con quien tienes delante, establecer una relación de afecto, es enriquecedor. Todo contribuye a mejorarte como persona y, por tanto, a convertirte en mejor profesional.
¿Qué es lo que más ha llamado tu atención estos primeros meses de vida en el campus?
Todos los estudiantes que venimos de otros países hemos dejado atrás nuestro hogar. Tenemos nuestra independencia aquí, es cierto; puedes disfrutar de lo que supone organizarte por ti mismo, pero es un salto muy grande para cualquiera. En ese sentido, es reconfortante contar con el respaldo de la universidad. Desde el pack hospitality hasta el trato de los profesores, siempre cercanos y dispuestos a echarte una mano, todo hace que la llegada y la adaptación sea mejor.
¿Y de la vida en Valencia?
Aunque ya lo conocía, no deja de sorprenderme la calidez en el trato de las personas. En mi país el espacio personal se gestiona de otra manera, por decirlo de alguna manera. Aquí hay mucha vida en la calle, muchas celebraciones…
Cuando le preguntamos a Kristine cómo ha encajado su espacio personal nuestro ruido de micros y cámaras, o las peticiones para que se coloque para la foto aquí o allí, sonríe. Sonríe como ha hecho a cada petición. Como durante toda la entrevista. Nos despedimos. Y en la última sonrisa que nos dedica algo nos dice que lo que haga tendrá siempre un tacto humano. Que, en su caso, hay más persona que espacio.
Tusen takk, Kristine… mándanos una postal desde Jordania, o Cuba, o….