Papel de la microbiota intestinal en la aterosclerosis

La aterosclerosis es una enfermedad inflamatoria crónica y multifactorial. Su mecanismo patológico se caracteriza principalmente por la formación inicial de estrías de grasa en la túnica íntima de las arterias. Posteriormente, estas lesiones progresan hasta la formación de placas ateroscleróticas de contenido lipídico, células inflamatorias, colágeno y detritos celulares. Esto desencadena una reacción inflamatoria que conduce a una lesión endotelial, cicatrización, engrosamiento y endurecimiento de las paredes vasculares. Dependiendo del tamaño y la estabilidad de las placas ateroscleróticas, estas pueden bloquear total o parcialmente las arterias o pueden desprenderse y causar eventos coronarios y/o cerebrales isquémicos. Estas son las complicaciones más comunes y letales de la aterosclerosis, y se ha estimado que estos eventos podrían ser la causa de aproximadamente 12 millones de muertes para el año 2030.
La aterosclerosis se considera actualmente el principal precursor de la enfermedad cardiovascular, incluidas la cardiopatía coronaria, la enfermedad cerebrovascular, la enfermedad renal crónica y la enfermedad arterial periférica. Estos constituyen una carga económica significativa para los sistemas de salud representando un problema de salud pública a nivel mundial. Debido a su importancia epidemiológica, los esfuerzos de investigación se han centrado en detallar los mecanismos moleculares subyacentes en busca de nuevas dianas terapéuticas. Entre estos, la microbiota intestinal se considera un nuevo factor a considerar en la fisiopatología de la aterosclerosis.

Por tanto, el tema fue objeto de una profunda revisión realizada por investigadores de universidades de Latinoamérica y España, específicamente profesores de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia. Se describieron los principales mecanismos moleculares vinculados a la disbiosis intestinal con la fisiopatología y progresión de la aterosclerosis, proponiendo su potencial papel terapéutico en los fenómenos inflamatorios subyacentes (artículo disponible https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36733248/).

Metabolismo de los ácidos biliares y su papel en la aterosclerosis

Actualmente, existe interés científico en evaluar la interacción entre la microbiota intestinal y la progresión de la aterosclerosis. Múltiples estudios han señalado que los cambios en la microbiota intestinal pueden afectar el sistema cardiovascular. Asimismo, se ha identificado la presencia de ADN bacteriano correspondiente a la microbiota intestinal en placas ateroscleróticas. Se ha demostrado que la microbiota intestinal puede, directa o indirectamente, afectar la formación de estas placas a través de mecanismos fisiopatológicos que actualmente se encuentran en estudio. Estos hallazgos han llevado a considerar a la microbiota intestinal como una nueva diana terapéutica para el manejo de la aterosclerosis, específicamente en cuanto a su papel proinflamatorio, que es clave en este proceso.

Metabolismo del N-óxido de trimetilamina y su papel en la aterosclerosis

Actualmente, la relación entre los múltiples mecanismos moleculares desencadenados por la disbiosis intestinal y determinados tipos de dieta es una evidencia de las diferentes vías a través de las cuales pueden influir directa o indirectamente en el desarrollo de la aterosclerosis. Esto tiene lugar principalmente a través de la mediación de procesos inflamatorios que dan como resultado las alteraciones metabólicas que se observan en esta enfermedad. La relación entre la microbiota intestinal y aterosclerosis ha dado lugar a estudios centrados en estos procesos fisiopatológicos en busca de nuevas dianas terapéuticas. Esto ha permitido identificar alternativas novedosas en la prevención y manejo de la aterosclerosis, con estudios preclínicos que muestran resultados prometedores. Esto se ha observado especialmente en estudios centrados en la modulación de la microbiota intestinal y sus metabolitos, así como el impacto que tiene la microbiota en tratamientos cardiovasculares preexistentes, como por ejemplo, el uso de las estatinas. Sin embargo, los estudios clínicos aún son escasos, por lo que se necesita investigación adicional para evaluar el potencial clínico y la eficacia de estas estrategias terapéuticas en la aterosclerosis y sus complicaciones.

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