Damos la bienvenida al 2016 con el trabajo presentando por Isabel, Rosa, Paloma y Laura sobre Atención Farmacéutica al paciente con hipertensión
La tensión arterial elevada llamada también hipertensión, es un transtorno que cursa con una tensión alta persistente sobre los vasos sanguíneos, pudiendo producir un daño grave.
La tensión arterial normal en adultos es de 120 mm Hg1 cuando el corazón late (tensión sistólica) y de 80 mm Hg cuando el corazón se relaja (tensión diastólica). Cuando la tensión sistólica es igual o superior a 140 mm Hg y/o la tensión diastólica es igual o superior a 90 mm Hg, la tensión arterial se considera alta o elevada.
La hipertensión arterial es conocida también como el “ asesino silencioso” ya que no suele presentar síntomas, por ello, se vuelve una enfermedad peligrosa. Si no se controla, puede haber un aumento del riesgo de daño al corazón y los vasos sanguíneos de órganos principales como los riñones y el cerebro. La hipertensión es la causa prevenible más importante de enfermedades cardiovasculares y ACV del mundo.
Las consecuencias de la hipertensión para la salud se pueden agravar por otros factores que aumentan las probabilidades de sufrir un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular o insuficiencia renal. Entre ellos cabe citar el consumo de tabaco, una dieta poco saludable, el uso nocivo del alcohol, la inactividad física y la exposición a un estrés permanente, así como la obesidad, el colesterol alto y la diabetes mellitus.
A nivel mundial, más de uno de cada cinco adultos tiene la tensión arterial elevada, enfermedad que causa aproximadamente la mitad de todas las defunciones por accidente cerebrovascular o cardiopatía.
Todos los adultos deberían medirse su tensión arterial periódicamente, ya que es importante conocer los valores, y si esta es elevada, deberían consultar al un profesional sanitario más cercano.