“El periodismo precisa de una democracia real que le permita el ejercicio pleno de sus potencialidades. Mientras que la democracia necesita una prensa independiente, vital y dinámica que vele por su continuidad.” Esta afirmación de Alicia Cytrynblum (2004: 48) (*) pone de manifiesto la importancia que ejerce el ejercicio de la profesión periodística en la sociedad y en el buen (o mal) funcionamiento de ésta. En este sentido, Cytrynblum expone que «existe una forma de practicar la profesión que tiende al fortalecimiento democrático y otra que, por el contrario, fomenta el autoritarismo» (2004: 48).
¿Y quiénes son los actores protagonistas en este fortalecimiento democrático atribuido a la profesión? Los periodistas. Pero, ¿cualquier periodista? No, el periodista social, «un ciudadano comprometido con la realidad de su país y como tal un actor social de peso» (Cytrynblum, 2004: 64). Es el periodista que abandona su posición neutra para adoptar una actitud proactiva frente a los asuntos sociales que debe abordar.
Sin embargo, es aquí cuando surge uno de los mayores peligros o desafíos: la (in)dependencia del periodista. En el caso español, y según el estudio «Percepciones políticas, económicas y organizacionales de los periodistas. Una amenaza para la libertad de prensa» -dirigido por Cristóbal Crespo en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Amsterdam-, la gran mayoría de profesionales de la información ha visto mermada su libertad e independencia a la hora de publicar determinados contenidos. El estudio destaca algunas cifras interesantes para analiza: «el 76,5% de los periodistas -500 encuestados- ha afirmado haber recibido alguna vez presiones políticas. Un 92,2% afirman haber recibido influencias directas de sus dueños a la hora de publicar cierto contenido, y un 88,5% afirma percibir las influencias de las expectativas económicas del medio como una influencia económica que limita su libertad de prensa. También, un 52,9% de los periodistas considera que su congruencia ideológica está alejada 2 puntos o más en el espectro ideológico, respecto al medio para el que trabajan.»
Otro caso, también español: Un redactor del área de Nacional de los Informativos de TVE es trasladado a la fuerza a Los Desayunos por, según Periodistas en español.com, defender su trabajo ante las amenazas de la Dirección y por negarse a vulnerar los principio deontológicos a los que obliga la Ley 17/2006 de la RTVE.
Son obvias, pues, las reprimendas y represalias que tiene actuar de manera responsable, ética y comprometida en el ámbito de la comunicación; pero como dice Javier Darío Restrepo -citado por Cytryblum-, «la naturaleza de la independencia es tal que uno sólo comienza a ser independiente cuando a uno le da la gana serlo». Aunque a esta decisión personal, añadiríamos la necesidad que propone Cytrynblum, «sistematizar las herramientas que permitan a los periodistas y a los medios servir a la democracia» (2004: 49).
(*) Cytryblum, A. (2004): Periodismo social. Una nueva disciplina. – 1ª. ed.- Buenos Aires: La Crujía. 172 pp.
ISBN 987-1004-57-5
El mundo digital se tomó el periodismo desde hace muchos años. Pero cada día la tecnología avanza y estamos a las puertas de una revolución periodística nunca antes vista.