«Cuando empiezas la universidad, en realidad no tienes ni idea de dónde vas a acabar. O puedes tenerla, y terminar donde no te imaginas que lo harías. Sin embargo, lo que tienes claro es que empiezas una nueva aventura y que hay que dejarse llevar.
En mi caso, empecé Comunicación Audiovisual y Periodismo en el CEU, y tengo claro que volvería a repetir la experiencia. Además, las oportunidades que me han dado desde la Universidad me han llevado a donde estoy hoy, y tengo la suerte de decir que no estaría en otro sitio ni aunque pudiera elegir.
Estudié Comunicación Audiovisual y Periodismo porque lo he “mamado” desde pequeña. Mi madre es periodista y productora de televisión, mi abuelo fue publicista y mi tío director de cine. Algo se tenía que pegar… Y cuando algo te gusta, ni te lo piensas. Eso es lo que me movió a mi, que me gustaba, que me apasionaba el mundo de la comunicación. Y disfruté la carrera como una enana. Tiene sus momentos, por supuesto… Salir a las 10 de la noche del CEU, rodar sábados y domingos, 5 horas en una cabina de producción, broncas por quién reserva o no el material, broncas por quién decide o no en los equipos, estudiar la teoría a última hora porque con tanta práctica no te ha dado tiempo, entrevistas eternas que transcribir, fuentes periodísticas que no encuentras, el primer TFG, el segundo TFG… y de pronto te das cuenta de que has terminado dos carreras. Y que tienes que elegir, y que tienes nuevas metas, porque las que tenías, ya las has conseguido.
Yo me fui a Madrid. Me fui por consejo de mi madre, (las madres son grandes sabias) porque desgraciadamente la situación en los medios de comunicación estaba más complicada que nunca, y sobre todo en Valencia… Todos sabemos el final. Y allá que me fui a la capital. Y ha sido otra de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Vivir fuera te abre la mente y te espabila. Te hace mucho más independiente, más fuerte y más autosuficiente porque te obliga a sacarte las castañas del fuego por ti mismo. Además aprendes todos los días y sobre todo, te conoces a ti mismo y conoces a muchísima gente nueva que sin darte cuenta se convierte en imprescindible, de los que aprendes y con los que vas evolucionando.
Por cosas de la vida y gracias a la comunicación terminé trabajando en South Summit, una de las mayores plataformas de innovación en Europa y Latinoamérica. Es además, una referencia dentro del ecosistema emprendedor tanto nacional como internacionalmente, porque conecta a los “key players” que son las startups, los inversores y las grandes compañías que apuestan por la innovación. Es un proyecto increíble que está haciendo muchísimo por los emprendedores y del que me siento súper orgullosa de formar parte, porque te das cuenta de que realmente estás aportando algo a la sociedad. Estás ayudando a que ésta evolucione y ves que lo que haces día a día tiene un resultado muy positivo.
Mi trabajo aquí consiste en definir el programa (es decir, el contenido del Summit) y atraer a los expertos que puedan hablar de todo ello: CEOs de startups innovadoras, directores de innovación de grandes compañías, inversores y fondos de todo el mundo.
Soy una afortunada porque vivo rodeada de emprendedores de todas partes y de todas las industrias y tenemos un equipo magnífico. He podido conocer a los fundadores y presidentes de grandes empresas como Google, Linkedin, Apple o Skype. Pero también de startups como Cabify, Hawkers, La Nevera Roja o Foodpanda. Y lo que he aprendido de ellos es que quien quiere algo, y lo quiere de verdad, lo consigue. Que además, no importa lo alto que se quiera llegar, que se puede. Que exige mucho trabajo, mucho no, muchísimo y también esfuerzo y sacrificio, pero que es posible. La clave es fijarse objetivos y trabajar hasta conseguirlos. Como decía Picasso: “Inspiration exists but it has to find your working”.
Para mi, lo mejor de trabajar en una startup es que desde el primer momento tienes muchísima responsabilidad y que aprendes a moverte con una agilidad increíble. Me encanta la cultura que hay entre las startups y los emprendedores; porque al final no es un trabajo, es formar parte de un proyecto. Me di cuenta cuando el año pasado le pregunté al CEO de una gran startup que si le gustaba su trabajo y su contestación fue: “es que no es un trabajo, es un proyecto, es mi proyecto”.
Desde aquí os animo a que si tenéis la oportunidad busquéis un proyecto en el que implicaros y que si es vuestro, no tengáis miedo de apostar por ello. Que además, desde la universidad se nos dan las herramientas y los recursos para poder hacerlo, sólo hay que aprovecharlos y saber cómo sacar lo mejor. Salid, ved cosas nuevas, inspiraos, aprended y dad lo mejor de vosotros, porque somos una generación que tiene la posibilidad de cambiar las cosas, somos una generación que tiene todo un mundo de oportunidades, sólo hace falta creer en ello».