Unas prácticas en el lado salvaje

Mi nombre es Ana y soy veterinaria. Terminé mis estudios el curso pasado en la facultad de Veterinaria de la universidad CEU Cardenal Herrera y durante mi carrera enfoqué mi formación hacia el campo de la conservación y la fauna salvaje. Durante los cinco años que dura el grado había realizado diferentes prácticas extracurriculares, becariados y voluntariados en distintos centros y asociaciones de este campo. Por eso, una vez terminada la carrera, decidí solicitar un Erasmus+ Prácticas para continuar con mi formación.

Mi destino fue el centro de la LPO (Ligue pour la Protection des Oiseaux) que se encuentra en Audenge, en la región de Aquitaine. Audenge es un pequeño pueblo costero en la Bassin d’Arcachon, la cual tiene un gran interés ornitológico, ya que es un punto tanto de migración como de invernada de miles de aves.

El centro es uno de los más grandes de Francia y se encarga de la atención y cuidados de la fauna autóctona, tanto mamíferos, aves o reptiles.

Pese a la importancia que este tiene, en Francia no es habitual tener veterinarios en los centros de recuperación, debido a las limitaciones económicas, ya que gran parte de su financiación proviene de donaciones privadas.

Pese a no tener ninguna noción de francés, no era mi primera vez allí; hace unos años estuve durante un verano como voluntaria en el centro y decidí repetir. El hecho de no tener veterinarios limita mucho sus actuaciones, por lo que era una gran oportunidad para seguir aprendiendo, pero también para ayudar al centro y a los animales ingresados.

Mi última estancia ha sido de dos meses, que han sido intensos pero muy gratificantes.

El equipo del centro, que ya me conocía, confió completamente en mí y fui una más desde el primer momento. Juntos mejoramos protocolos tanto de diagnóstico y tratamiento como de limpieza y alimentación para las distintas especies del centro, lo que también me sirvió para aprender y compartir experiencias.

Durante el tiempo que estuve allí pude diagnosticar y tratar un gran número de especies, algunas con las que ya había trabajado, como mochuelos comunes (Athene noctua), erizos europeos (Erinaceus europaeus), gavilanes (Accipiter nisus) o cormoranes comunes (Phalacrocorax carbo).

Pero también otras con las que no había trabajado antes como barnaclas carinegras (Branta bernicla), cisnes mudos (Cignus olor), corzos (Capreolus capreolus) o alcatraces atlánticos (Morus bassanus), lo cual supone un reto clínico, ya que, aunque hayas trabajado con mamíferos o aves similares antes, son especies diferentes y tienen cuidados, atenciones, enfermedades o tratamientos distintos. ¿Qué supone eso? Pues consultar continuamente bibliografía y, con ello, seguir aprendiendo.

Una vez terminado mi Erasmus+ Prácticas vuelvo a casa con viejos y nuevos amigos, contenta con la experiencia vivida y convencida de que no fue mi primera vez en el centro ni será la última.

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