En busca de una tradición liberal española

Los pasados días 11, 12 y 13 de marzo tuvo lugar en la Universidad de Murcia las XII Jornadas de Hispanismo Filosófico, organizadas por la Asociación de Hispanismo Filosófico y la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia, que llevaban por título “Laberintos del Liberalismo”.

Se trataba de unas Jornadas abiertas sin otra unidad que el lema propuesto y se abordaron múltiples temas y autores relacionados con este marco genérico del liberalismo español y también latinoamericano. Pero de algún modo sobre muchas de las ponencias gravitó la cuestión acerca de si cabe hablar de una tradición liberal española: si España ha aportado algo más a la historia del liberalismo que su nombre.

En este sentido, la mayoría de las ponencias se centraron en el período histórico que va de mediados del siglo XIX a mediados del XX, donde toda una serie de autores hicieron el esfuerzo más singular por crear un liberalismo propio, capaz de asentar aquí dicha tradición y de contestar a la vez el creciente predominio de otras versiones reduccionistas de tinte más economicista, como la de la corriente de Manchester.

Manifestacion Muercia
Los días del Congreso sobre el liberalismo español coincidieron con protestas ciudadanas contra la conocida como ley mordaza, recientemente aprobada por el Gobierno. En la imagen los manifestantes delante de la Catedral de Murcia.

 

 

Fue en este período cuando se intentó reconstruir un liberalismo más humanista, menos individualista, más organicista y solidario que el dominante en Europa, capaz de dialogar con corrientes como el socialismo que estaba surgiendo entonces con fuerza. Una aportación singular española que seguiría teniendo validez hoy en día frente al neoliberalismo predominante en las últimas décadas.

En el Congreso, muy bien articulado gracias a la labor organizadora de Jorge Novella (Universidad de Murcia),  se repasaron muchas de las aportaciones a la formulación de este particular ethos liberal, más fiel al sentido original del liberalismo y a su espíritu primero, quizás precisamente por no haberse dado aquí esa primera etapa fundacional del liberalismo europeo.

En este sentido los nombres y corrientes que más destacaron, objeto de comunicaciones y conferencias de gran interés, fueron los  de Giner de los Ríos (Delia Manzanero, Carlos Nieto, Ricardo Pinilla), Costa (Elena Cantarino), Unamuno (Stephen Roberts), Fernando de los Ríos, Ortega (D. Csejtei), Machado (con una conferencia muy vívida de José Martínez Hernández, defendiendo su demofilia, su proximidad al pueblo, frente al elitismo de otros), Xirau (Marta Nogueroles) o Zambrano (quizás quien más comunicaciones protagonizó, como buena prueba del vivo interés por su obra); así como corrientes e iniciativas como el krausismo, la ILE, el liberalismo en Méjico, etc.

Stephen Roberts Murcia
En la imagen, Stephen Roberts (University of Nottingham), presentado por Pedro Ribas, reconocido traductor y editor de la Crítica pura kantiana.

De particular interés –por la cercanía de sus temas a los de nuestro Proyecto– fue la Conferencia sobre la evolución del liberalismo en Unamuno a cargo de Stephen Roberts, de la Universidad de Nottingham.  Glosando un grupo destacado de las conferencias de Unamuno, dedicadas principalmente al liberalismo, Roberts repasó (puede verse aquí el vídeo de la conferencia) el esfuerzo del autor de origen vasco por caracterizar desde un punto de vista histórico y político ese ethos liberal y sobre todo por tratar de asentarlo en España, promoviendo valores como la libertad de pensamiento y la independencia de juicio, tan poco estimadas por estos lares.

Y una mesa redonda con intervenciones centradas en el mismo período de entreguerras estudiado por nuestro Proyecto, bajo el título común de “Utopías y fracasos del liberalismo (1914-1939)”. En ella intervinieron Javier Zamora Bonilla (Centro de Estudios Orteguianos), que se centró en el impacto generacional de la Gran Guerra, con especial atención a sus efectos en Ortega pero repasando también otros acontecimientos históricos de estos años. Juan F. García Casanova (U. de Granada) que se centró en la figura de Azaña y su intento de combinar liberalismo y democracia, bajo la guía de un ideal de justicia social más comprometido, condenado como todos entonces al fracaso.  Y cerrando la mesa Antolín Sánchez Cuervo (CSIC) que repasó el juvenil intento de María Zambrano (de cuyas obras completas se anunció la salida inminente del primer volumen) de apostar por un liberalismo de tinte español, tarea que habrían de continuar otros como Américo Castro o Joaquin Xirau, también desde el exilio, como tantos otros liberales a lo largo de la historia de España. (Puede verse aquí el vídeo completo de la mesa).

Por parte de nuestro Equipo participó Hugo Aznar con una ponencia titulada “El Coloquio Lippmann (París, 1938) y la revisión del liberalismo”. En la misma hizo una presentación de las claves principales de nuestro Proyecto (FFI2013-42443-R), precisamente en la medida en que el mismo se interroga también por esta tradición liberal española, más centrada en nuestro caso en Ortega, contraponiéndolo a la figura de Walter Lippmann, como voz representativa de los EEUU de este período. La ponencia se centraba en la importancia del Coloquio Lippmann (París, 1938), cuando un grupo de intelectuales europeos se reunieron en defensa del liberalismo en unas horas oscuras para la historia europea y mundial; una reunión de la que saldría a la larga reforzada la corriente neoliberal. Frente a este reduccionismo economicista, hoy dominante, rescatar la posible aportación de un liberalismo humanista español sería algo de singular valor y oportunidad histórica.

Cuadro de Ramón Gaya, donde se aprecia su diálogo permanente con Velázquez.
Cuadro de Ramón Gaya, donde se aprecia su diálogo permanente con Velázquez.

El Congreso concluyó el sábado con una visita al Museo Ramón Gaya  (Murcia 1910- Valencia 2005), pintor cuya biografía refleja muy bien el último siglo de la vida española. Desde su temprana búsqueda de una pintura de vanguardia en diálogo con los clásicos españoles, singularmente Velázquez, cercano a los planteamientos de la Generación del 27, pasando por su comprometida participación en las Misiones Pedagógicas de la República, cuando viajó por los pueblos de España con el Museo del Pueblo, una serie de reproducciones de cuadros de El Prado con los que se difundía el arte y la historia por la geografía del país. También el hecho de que su mujer muriera trágicamente en el bombardeo de Figueras y que tuviera que exiliarse en Méjico dejando a su única hija con un amigo y pasando allí años muy difíciles en soledad. Hasta finales de los 50 no pudo volver a Europa y aún tardó más en poder volver definitivamente a España donde en las últimas décadas del siglo XX pudo disfrutar del reconocimiento de su pintura y su obra escrita, con constantes exposiciones y homenajes. Una trayectoria llena de altibajos y momentos dramáticos, como tantas veces la del propio liberalismo español.

 

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