Conferencia sobre la actualidad de la autorregulación en Sevilla

Hugo Aznar, y, en primer plano, Carlos Camponez, Profesor de Ética de la Universidade de Coimbra y Director de la Revista Mediapolis.

El pasado viernes 29 de marzo el IP de nuestro Equipo, Hugo Aznar, fue invitado a impartir la conferencia de clausura del V Congreso Internacional de Ética de la Comunicación  celebrado en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla.

El Congreso Internacional de Ética de la Comunicación viene celebrándose bianualmente en Sevilla bajo la dirección del Catedrático Juan Carlos Suárez, dirección que este año compartía también con el Prof. Luis Alfonso Guadarrama, de la Universidad Autónoma del Estado de México.

A la organización del Congreso se sumaban este año también la Universidad Autónoma del Estado de México y la Universidad Pompeu Fabra, esta última a través de Proyecto de I+D+I “Accontability y Culturas Periodísticas en España. Impacto y propuesta de buenas prácticas en los medios de comunicación españoles” (MediaACES), que participó también en nuestro Congreso Edic I.

En esta ocasión, el Congreso se centraba en la responsabilidad social de los informadores y medios de comunicación frente a una ciudadanía activa, sin excluir otros asuntos clásicos de la ética de la comunicación, contando con la participación de investigadores de un significativo número de países, entre ellos Portugal, Brasil, México y Colombia.

Hugo Aznar, en un momento de su Conferencia.

La Conferencia de Hugo Aznar, titulada “La actualidad de la autorregulación tras cien años de ética periodística”, presentaba las conclusiones de un informe sobre el tratamiento periodístico de la Revolución Rusa, “A Test of the News”, publicado por Walter Lippmann y Charles Merz en el número de agosto de 1920 de The New Republic; sirviendo su contenido como base para realizar una comparación con la actualidad.

Si bien algunos aspectos de la ética periodística denunciados en dicho Informe –como la ausencia de formación de los periodistas, la inexistencia de un código ético profesional o la falta de rigor en la identificación de las fuentes–, estarían relativamente conseguidos hoy, otros como la disciplina en la exigencia del cumplimiento de dichos estándares éticos estarían aún pendientes de implementar un siglo después. Y la razón, se destacaba en la Conferencia, sería la falta de instrumentos efectivos de autorregulación.

El reto del siglo XXI de la ética de la comunicación, concluía el conferenciante, estaría por tanto en la necesidad de desarrollar dichos mecanismos de autorregulación para hacer realmente efectiva dicha de ética comunicativa, algo esencial para contribuir a una opinión pública bien informada en una sociedad democrática.

Los organizadores concluyeron el Congreso emplazando a un nuevo encuentro dentro de dos años, planteándose la posibilidad de cambiar a una nueva sede, que se comunicará en su día. Esperamos que nuestro Equipo pueda implicarse entonces también en la coorganización del evento.

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