Siempre ahí como enfermera; ahí, donde las personas

Las manos sirven para contar historias. Con el dedo de una mano, por ejemplo, puede trazarse en el aire una línea imaginaria que vaya de Arizona a Valencia. Y contar así la historia de un gran salto personal. El salto de Mathilde, que es la que mueve esas manos que cuentan esa historia.

Es importante fijarse en las manos de Mathilde. Por ellas pasará lo mejor y lo menos bueno de su profesión; con ellas pasará por las vidas de todos los pacientes a los que cuide. En las buenas y en las malas, pero con esas manos. Las mismas que acumulan ya la memoria de tres años de trabajos como voluntaria en un sanatorio mental de EEUU. Esas que ahora explican algo de ella aunque ni siquiera ella lo verbalice cuando las junta con calma y dice: «Recuerdo los nombres de los profesionales de enfermería que me cuidaron cuando estuve enferma».

Es complicado separar tu experiencia vital de la decisión que te llevó a escoger este grado.

Siempre he tenido esa inclinación por ayudar a la gente, pero a raíz de la enfermedad que pasé durante muchos años, lo tuve claro. La enfermería impactó en mi vida de una manera determinante. Soy beneficiaria de la pasión y vocación de otros profesionales. ¡Y podría decirte los nombres de todos de memoria ahora mismo¡

En tu opinión, ¿en qué medida marca eso la diferencia?

Para el enfermo es fundamental saber que siempre habrá alguien ahí. En mi caso, lo viví así. Los médicos podían pasar a las horas previstas, pero las enfermeras siempre estaban disponibles. En cualquier momento, en cualquier circunstancia. No importaba si el día era bueno o malo, ni importaba lo que pasara o lo que necesitara. Siempre estaban ahí. Cuando me decido por estudiar este grado estoy diciendo justamente eso: «Soy una persona que quiere estar ahí en los momentos difíciles de otras personas».

mis padres están orgullosos de la experiencia que estoy viviendo

Ya has trabajado en tu país y ahora cursas un grado bilingüe ¿cómo encajará esa formación en español en tu futuro profesional? 

Mi Estado se encuentra muy cerca de la frontera de Méjico. La población hispanohablante es muy importante. En demasiadas ocasiones he visto como la frontera del idioma complicaba la atención al paciente. Me resultaba frustrante ver cómo esa falta de conocimientos del español por parte de los profesionales podía llegar a dificultar el trato con el paciente. Mi intención es regresar a mi país y, en la medida que pueda, creo que puedo hacer algo para mejorar la atención en esos casos estudiando el grado en español.

¿Siempre tuviste claro que lo tuyo era estudiar fuera de tu país?

Si te digo la verdad, es la primera vez que estoy en Europa pero era algo que quería hacer y busqué una universidad internacional. Cuando conocí la CEU UCH me quedé impresionada con la modernidad de sus instalaciones, mucho mejores y más punteras que algunas de las escuelas norteamericanas de enfermería que había visto. De alguna manera, lo supe lo sentí enseguida: quería venir aquí.

¿Qué nos cuentas de tu vida en Valencia? ¿Qué te parece el ambiente y la ciudad?

Adoro esta ciudad…Está cerca del agua, al lado del mar. Es lo que yo llamo una «ciudad suficiente», tiene el tamaño perfecto y la oferta de actividades ideal para no perderte nada y, al mismo tiempo, su tamaño hace que nunca puedas sentirte perdido.

Tus padres vienen de Arizona para visitarte en enero ¿crees que podrás enseñarles algo del español que has aprendido?

Mis padres están muy emocionados con esta experiencia. Muy orgullosos del salto personal que supone para mí. Vendrán por primera vez a Europa cuando acudan para visitarme después de las navidades. La posibilidad de aprender perfectamente español me está abriendo muchas posibilidades. Cualquier idioma distinto te da acceso a otras culturas y a otras personas. El español, además, es un idioma con el que puedes moverte por muchos países del mundo.

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